Me Odio Por Amarte

En cuanto Aiden abandona el apartamento, Sophie deja salir un largo suspiro. Ha sido un día muy difícil, repleto de emociones y recuerdos que aparecen en los momentos más inoportunos.

Vivir en este sitio será complicado, demasiadas cosas sucedieron dentro de este apartamento. Cada rincón le trae algún recuerdo de aquellos días en los que inició su relación con él y eran felices.

Afortunadamente, Aitana está agotada y después de darle un baño se queda dormida casi al instante.

La arropa y enciende la lámpara de noche antes de salir de la habitación. Camina hasta la cocina y revisa lo que hay en la nevera y las alacenas, sin duda, Aiden pensó en todo.

Pone la tetera sobre la estufa, toma una taza y coloca dentro de ella una bolsa de té. El agua no tarda en hervir y el silbido de la tetera lo anuncia.

Sirve el agua hirviendo y revuelve un poco, toma la taza entre sus manos, el calor que le transmite es reconfortante. Camina hasta la ventana y observa detenidamente lo que sucede al exterior.

Ni en sus sueños más locos imaginó que regresaría a este lugar. Dio por hecho que viviría para siempre en España, lejos de la familia Wilson.

Llegó el momento de dejar de suponer y poner los pies sobre la tierra. Necesita un trabajo y su hija una nueva escuela. Busca su laptop y comienza a investigar sus opciones.

Le dan las 12 de la noche haciendo su curriculum y buscando oportunidades de trabajo y las escuelas adecuadas para su hija. Cae en la cuenta de que la elección de donde estudiará la pequeña ya no solo le depende de ella, debe consultarlo con Aiden.

Decide irse a la cama, mañana será otro día. Busca una pijama abrigadora; retira el maquillaje, lava su rostro, cepilla su cabello y lava sus dientes.

No le resulta difícil conciliar el sueño. Han pasado un par de horas desde que se metió en la cama, cuando siente que alguien se recuesta junto a ella y se presiona contra su espalda.

Intenta moverse sin éxito, el aroma de la colonia masculina no deja lugar a dudas de que es él quien la abraza y comienza a besar su cuello con delicadeza.

Sus manos recorren su cuerpo, había olvidado lo bien que se siente ser acariciada por él. La respiración de ambos se vuelve entrecortada y puede sentir el corazón de él latiendo fuerte contra su espalda.

¡Esto no puede estar pasando! Quisiera tener la fuerza de voluntad suficiente para detenerlo, pero prefiere dejarse llevar.

A lo lejos escucha el llanto de una niña, se hace cada vez más intenso y más cercano. Despierta de golpe y corre agitada hasta la habitación de su hija.

- Tranquila, mi amor. Todo está bien- susurra mientras la toma en brazos.

- Mami, me asusté. No sabía en dónde estaba.

- Estamos en Londres, ¿recuerdas?

- Sí, tengo miedo. ¿Puedo dormir contigo?

- Claro, mi niña.

La lleva en brazos hasta su cama y se recuesta junto a ella.

- ¿Por qué respiras así, mami? ¿También tenías una pesadilla?

- Sí, nena. Una pesadilla horrible- responde intentando sacar de su mente las imágenes que en un momento consideró reales.

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Ximena prefirió mantener su distancia este día, optó por darle espacio a su novio para que reciba a su hija en el aeropuerto aunque eso implique estar cerca de Sophie.

Le resulta casi imposible controlar sus celos. Conoce la historia que hay detrás y si antes de saber que existía una hija era algo que la inquietaba, ahora más.

Cuando él le contó lo sucedido con su exnovia, no quiso indagar más y se conformó con la escueta versión que le dio.

Al aparecer Aitana, sus inseguridades se detonaron y no deja de cuestionarse si debe continuar con la relación o ponerle fin antes de salir más herida.

No cabe duda de que sus sentimientos por Aiden son fuertes, tiene todo lo que siempre buscó en un hombre, pero nunca se ha sentido completamente correspondida.

Aprovecha la tarde para ir a comer con una amiga. Trabajan juntas en el mismo Bufete. Su amistad comenzó el primer día de trabajo.

- ¿Cómo van las cosas con tu galán?

- Me gustaría decirte que bien, pero no lo siento así.

- ¿Qué sucede?

- Lo noto distante, físicamente está aquí, mentalmente está en otro lugar.

- Comprende que no debe de ser fácil enterarse de la noche a la mañana que tiene una hija y menos reencontrarse con su ex.

- Lo entiendo y me preocupa. ¿Qué pasa si aún siente algo por ella?

- ¿Te ha dicho algo?

- Siempre que habla de ella lo hace con odio, su expresión se transforma y en el fondo veo dolor. Desde aquel fin de semana no hemos hecho el amor, ni siquiera me atrevo a intentar seducirlo.

- Mal hecho, el hombre ha estado sumamente estresado y quizá sea eso lo que necesita. Yo te aconsejo que tomes la iniciativa. Cómprate algo lindo, prepara su plato favorito y ayúdale a relajarse.

- Creo que es una buena idea y, ya que estamos fuera, iremos de compras.

Siguiendo los consejos de su amiga, se dirigen a una exclusiva tienda de lencería en donde escoge algunos conjuntos sensuales que le ayudarán a lograr su objetivo.

Terminan de comprar y cada una toma un rumbo diferente. Ximena se dirige al apartamento de su novio, sabe que él sigue fuera y eso le da el tiempo necesario para preparar la cena, tomar una ducha y prepararse para recibirlo.

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Aiden conduce su auto por arriba de la velocidad recomendada. Su cabeza es un caos. No esperaba tener sentimientos tan opuestos y que van y vienen sin control.

La mayor parte del tiempo siente un odio inmenso por la madre de su hija, pero hoy que ha pasado la mayor parte del día con ella en más de una ocasión se descubrió admirando sus ojos y ese cuerpo, que si bien ya no es el mismo que cuando se conocieron, la maternidad ha cambiado para bien.

En medio de todos esos pensamientos hay uno que se repite, quisiera saber cuando concibieron a Aitana. De que fue antes de la boda de su hermana está seguro, ambos eran fuego, no podían quitarse las manos de encima.

El recuerdo de la primera vez que estuvieron juntos lo persigue, fue único, especial...

¿Cómo puedes ser tan débil?- Se recrimina- Esa mujer jugó con tus sentimientos. ¡Maldita sea, soy un estúpido!

Pisa el acelerador a fondo y en un santiamén está llegando a su apartamento.

Llama su atención no tener noticias de su novia, una vez en el ascensor le envía un mensaje.

Abre la puerta y le sorprende ver una luz tenue proveniente del comedor. Camina hacia ahí y se encuentra con la mesa puesta, velas y flores.

- Hola, mi amor. Bienvenido a casa- saluda Ximena que camina hacia él de manera sensual.

Viste una delicada bata de seda color negro, conscientemente ha evitado anudarla para dejar ver el coordinado de encaje a juego que lleva debajo, medias negras y unas zapatillas del mismo color complementan el atuendo.

Él no puede apartar la mirada de su cuerpo, es perfecta. La recorre descaradamente de pies a cabeza y ella aprovecha para acercarse y besarlo apasionadamente.

Se besan por un largo rato, él la guía con delicadeza hasta el sofá en donde la deja tomar el control. Sentada con sus piernas a los costados del cuerpo masculino le da la libertad suficiente para que él la acaricié sin reservas.

Debe admitir que no esperaba encontrarla aquí y mucho menos de esta manera, la atracción que sintió por ella en un principio regresa intensificada.

Aiden está dispuesto a dejarse llevar, es la primera vez en días que deja de pensar, se siente relajado y dispuesto para hacer el amor con su novia.

Entiende que ha descuidado su relación y ella no se merece ese trato. Es una mujer amorosa y detallista, debe corresponder a sus atenciones.

No contaba con que su mente le jugaría una mala pasada y de un momento a otro el rostro de Ximena es sustituido por el de Sophie, lo mismo sucede con su cuerpo. Ya no acaricia el cuerpo de su novia, sino el de la madre de su hija, con esas nuevas curvas que no pasaron desapercibidas ante sus ojos.

Abruptamente se detiene y empuja ligeramente a su novia que se sorprende por dicha acción. No puede seguir y necesita encontrar una excusa lo más pronto posible.

- ¿Qué sucede? ¿Estás bien?

- ¿Podemos cenar primero? Estoy hambriento y lo que cocinaste huele delicioso.

- Claro, no hay problema.

La expresión de Ximena denota su desilusión y eso lo hace sentir sumamente culpable.

Se acerca para abrazarla y besar su cuello, vaya premio de consolación. Se siente tan estúpido por rechazar a esta mujer.

Ella anuda su bata y se disculpa para posteriormente dirigirse al tocador. No tarda mucho en reunirse con él en el comedor y juntos sirven la cena.

Él intenta mantener una conversación constante y amena, pero es evidente que ella se siente molesta y seguramente tiene mil dudas rondando su cabeza.