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Una Sirena Para El Ceo Y Sus Hijas Gemelas

Una Sirena Para El Ceo Y Sus Hijas Gemelas

Status: Terminada
Genre:CEO / Completas / Amor prohibido / La Vida Después del Adiós / Reencuentro / Sirena
Popularitas:24.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Mckasse

En la mágica isla de Santorini, Dylan Fletcher y su esposa Helena sufren un trágico accidente al caer su automóvil al mar, dejando a Dylan ciego y con las gemelas de un año, Marina y Meredith, huérfanas de madre. La joven sirena Bellerose, que había presenciado el accidente, logra salvar a las niñas y a Dylan, pero al regresar por Helena, esta se ahoga.

Diez años después, las gemelas, al ver a su padre consumido por la tristeza, piden un deseo en su décimo cumpleaños: una madre dulce para ellas y una esposa digna para su padre. Como resultado de su deseo, Bellerose se convierte en humana, adquiriendo piernas y perdiendo su capacidad de respirar bajo el agua. Encontrada por una pareja de pescadores, se integra en la comunidad de Santorini sin recordar su vida anterior.

Con el tiempo, Bellerose, Dylan y sus hijas gemelas se cruzarán de nuevo, dando paso a una historia de amor, segundas oportunidades y la magia de los deseos cumplidos.

NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Jardín secreto

*Llegada la noche de la celebracion

El jardín de la mansión está decorado con luces colgantes y flores elegantes en cada rincón para la celebración del 25º aniversario de los abuelos de Marina y Meredith. La música clásica suena suavemente mientras los invitados, vestidos de gala, conversan y disfrutan del ambiente festivo. Marina y Meredith, ansiosas y emocionadas, ajustan los últimos detalles de su plan en secreto. Su objetivo: presentar a Bellerose, su amiga recién encontrada, como la “nueva vecina” y, con un poco de suerte, acercarla a su padre y según ellas le pediría que se mudara de inmediato a la mansión tan solo con escucharla hablar.

Ambas niñas observan a Bellerose desde la distancia mientras ella explora el jardín de la mansión, claramente fascinada por la belleza de aquel lugar. Su melena rubia como el sol suelta y su vestido sencillo de seda resaltan entre la sofisticación de la fiesta, dándole un aire encantador y casi mágico que parece captar la atención de todos a su alrededor. Con el pelo semi recogido en una cola y su peineta de corales, adorna su cabellera haciéndola ver más hermosa y única. Fabiola, la prima de Dylan, los observa desde lejos, sospechando algo cuando nota las miradas cómplices y nerviosas de las gemelas.

—¿Están tramando algo, ustedes dos mocosas? —pregunta Fabiola con una sonrisa que, aunque parece amigable, esconde su preocupación.

Meredith y Marina intercambian una mirada rápida y, con una pequeña sonrisa inocente, Marina responde:

—Nada, Fabiola. Solo queríamos mostrarle a nuestra amiga nueva el jardín.

Fabiola entrecierra los ojos, claramente escéptica. Sus ojos se fijan en Bellerose y su expresión cambia, notando de inmediato la belleza y elegancia natural de la joven. Sin poder ocultar su desagrado, Fabiola vuelve su atención a las niñas, intuyendo sus intenciones.

—Es una amiga muy… interesante, ¿no creen? —comenta Fabiola en tono sarcástico, lanzando una mirada hacia Bellerose.

—Sí, nos salvó en la playa una vez —dice Meredith con rapidez, intentando desviar la conversación.

—¡No debiste decir eso!—la reprende Marina jalando su brazo.

—¿Acaso era eso un secreto? ¿Cuándo las salvó, que no me había enterado? Niñas siempre metiéndose en problemas.

—No le hagas caso a Meredith, debe tener sueño—disfraza Marina.

Pero Fabiola no parece convencida. Las gemelas, conscientes de que Fabiola podría frustrar su plan, la distraen mencionando que necesitan su ayuda dentro de la mansión. Escuchó a la señora Collins que la estaba llamando. Fabiola duda, pero finalmente, con un suspiro resignado, se va hacia el interior de la casa, pensando que puede resolver sus sospechas después.

En cuanto logran alejar a Fabiola, Marina y Meredith se lanzan una sonrisa triunfante. Sin perder tiempo, se acercan a su padre, que está en una conversación con uno de los invitados, y tiran suavemente de su mano.

—Papi, ven. Tenemos una sorpresa para ti —dice Meredith.

Dylan frunce el ceño, divertido por el tono misterioso de sus hijas.

—¿Una sorpresa? ¿En medio de la fiesta de mis padres?

—Sí, papi. Pero tienes que confiar en nosotras —responde Marina, tirando suavemente de él y quitándole su bastón que usa para guiarse.

Con una leve sonrisa, Dylan se deja guiar. Camina con la ayuda de sus hijas, que lo conducen cuidadosamente por un sendero discreto hacia una parte menos transitada del jardín. Finalmente, llegan a una puerta oculta detrás de un grupo de rosales, un acceso secreto a un pequeño y encantador patio lleno de flores silvestres y un banco de madera que parece sacado de un cuento de hadas.

—Papi, espera aquí un momento —dice Meredith, casi susurrando—. Te prometemos que te va a gustar.

—¿Qué hacemos aquí en el jardín secreto? ¿Creen que porque no puedo ver no sé dónde estoy? Este es el único lugar donde las esencias de las flores son más espesas.

—Nos alegra que sepas dónde estas, significa que cualquiera no puede venir aquí.

Sin decir más, las gemelas se escabullen, dejando a Dylan solo en el jardín escondido. Él, con una expresión divertida, decide esperar. Aunque no puede ver el lugar, siente la paz y frescura que lo rodea, y, mientras se acomoda en un columpio, una curiosidad crece en su interior.

Al mismo tiempo, Meredith y Marina vuelven a buscar a Bellerose, que las observa con un ligero desconcierto.

—Bellerose, ¿quieres venir con nosotras? Hay algo que queremos enseñarte —dice Meredith, con una mirada que intenta transmitir confianza.

Intrigada, Bellerose acepta y sigue a las niñas a través del mismo sendero, hasta la puerta secreta que lleva al jardín escondido. Las gemelas abren la puerta suavemente y le hacen un gesto para que entre.

—Entra y regresamos en un momento, Bellerose —susurra Marina antes de cerrar la puerta detrás de ella, dejándola sola en el pequeño patio.

Ella espera y mientras tanto empieza a cantar. Su voz angelical se expande por el jardín.

Dylan estaba sentado al fondo sobre el columpio. De repente, el suave sonido de una voz femenina comienza a llenar el espacio. Alguien ha entrado sin que él lo notara. Es una melodía delicada y antigua, una canción que parece salir del corazón y no solo de los labios. Dylan se tensa al escucharla aunque no sabe que idioma es. Esa voz… Hay algo en ella que le resulta extrañamente familiar, como un eco distante que se despierta en su memoria. Esa misma voz lo había acompañado en sus pesadillas, en aquellos momentos oscuros de soledad, susurrando como un faro de paz y consuelo. Es un sonido que ha oído en sus sueños, y ahora la tiene aquí, tan real, resonando cerca de él.

Bellerose, sin darse cuenta de que alguien la escucha, se ha adentrado en el jardín, perdiéndose en la belleza del lugar y en los recuerdos que esa canción le trae. Sus manos acarician delicadamente las flores, mientras su voz se eleva con suavidad, llenando el jardín con la melodía que su madre le enseñó en el océano. Es su refugio, un canto que la conecta con su hogar y que siempre le da calma. Está absorta en su propia serenidad, sin imaginar que alguien la escucha en silencio.

La canción termina, y Bellerose abre los ojos. Suspirando, sigue admirando el jardín hasta que, de repente, se da cuenta de que no está sola. Frente a ella, un hombre permanece sentado, escuchándola. Dylan, inmóvil, parece absorto en el sonido que aún resuena en su mente. Sintiendo una punzada de vergüenza por haber irrumpido en la soledad de un desconocido, Bellerose retrocede un paso, pero entonces, él habla en voz baja.

—¿Hola? ¿Niñas?¿Quién está ahí?—pregunta él, con una mezcla de curiosidad y alegria.

Bellerose avanza lentamente, y al ver a Dylan sentado en el columpio, se queda quieta, dándose cuenta de quién es. Aunque su impulso inicial es irse, las palabras de las gemelas resuenan en su mente, y decide quedarse. Dylan, al percibir su presencia, levanta ligeramente la cabeza.

—Hola —responde Bellerose en voz baja, acercándose con pasos suaves—. No quería asustarte…

Dylan sonríe, inclinando la cabeza para escucharla mejor. Su oído, agudizado por su ceguera, detecta la suavidad en su voz, y algo en su tono le resulta extrañamente reconfortante.

—Es un lugar especial, ¿verdad? A mis hijas les encantan, pero confieso que hacía tiempo que no venía por aquí, no desde...no me hagas caso.

—Sí, es precioso —responde Bellerose, admirando las flores alrededor, aunque sabe que él no puede verlas—. Parece como sacado de otro mundo.

Dylan deja escapar una leve risa.

—A veces creo que lo es —murmura—. Y dime, ¿vives cerca de aquí?

Bellerose se queda en silencio por un segundo, tratando de decidir cómo responder sin mentir demasiado.

—Digamos que… he estado cerca. A veces me gusta explorar —comenta, evitando dar demasiados detalles—. Y hoy… me encontré aquí.

Dylan sonríe, captando la evasión en su respuesta, pero no presiona. Su intuición le dice que es una persona reservada, y eso lo intriga aún más.

—Bueno, cualquiera que encuentre este lugar tiene buen gusto —dice él, apoyando las manos sobre el columpio—. ¿Quieres subirte al columpio? Temo que cuando regresen mis hijas no dejarán que nadie más se suba.

Bellerose ríe suavemente.

—Nunca he subido a uno, de dónde vengo no tenemos uno.

Dylan piensa que se trata de una chica que no tuvo infancia o que sus padres nunca la llevaron a un parque.

—¿Nunca has subido a un columpio? Bueno ven acércate te voy a enseñar como jugar, disculpa que tengo lentes oscuros es que no puedo ver, soy ciego—él le extiende la mano y ella se acerca lentamente para tomarla.

—Nunca he subido a uno y tus lentes te quedan muy bien.

A Dylan se le eriza la piel al tacto, sus manos eran tan suaves y pequeñas. Siente como ella tiembla ligeramente.

—No tengas miedo, si mis hijas aprendieron porque yo les enseñé.

—¿De verdad? Ellas no me dijeron que sabian como jugar en esto.

—Asi es, pero...¿Conoces a mis hijas?

—Si. Ellas son unas niñas muy especiales… Hablan de ti con mucho amor cada día. Es evidente que te admiran mucho.

Dylan asiente, y en su rostro se dibuja una expresión de orgullo y ternura. Da por sentado que debe tratarse de alguna madre de alguna de las amigas de sus hijas o alguna nueva vecina.

—Sí… ellas son lo más importante en mi vida —admite—. Aunque, a veces, creo que merecen algo mejor, alguien que pueda… verlas crecer.

Bellerose lo escucha, sintiendo un leve dolor en el pecho. Sus palabras son sinceras y cargadas de vulnerabilidad, y eso la conmueve más de lo que esperaba.

—No creo que haya alguien mejor que tú para estar a su lado —dice en un susurro—. Aunque no las veas con los ojos, estoy segura de que ellas sienten tu amor en cada momento. Tu eres todo para ellas.

Dylan parece sorprendido por sus palabras, pero también parece agradecido. Algo en la suavidad y honestidad de Bellerose lo hace sentir en paz, como si no necesitara impresionar o aparentar nada.

—Gracias… no sé cómo te llamas, pero gracias —murmura él.

—Soy Bellerose —responde con una leve sonrisa—. Se Escribe con B mayúscula. Belle de bella y Rose como las Anémonas coralinas de color rojo. Es un gusto conocerte.

Dylan asiente y repite su nombre en voz baja, como si quisiera recordarlo para siempre.

—Perdona… —dice Dylan, su tono cargado de un respeto sincero—. No quería interrumpir, hace un momento. Es solo que… esa canción… Me parece increíblemente familiar.

Ella duda por un instante, pero al ver la expresión tranquila de él, decide responder.

—Es una canción que mi madre solía cantarme —contesta en voz baja, como si confiara en él sin conocerlo—. La canto cuando necesito sentirme en paz.

Dylan asiente lentamente, absorbiendo cada palabra, cada nota que aún resuena en su mente. La voz de esta mujer tiene algo que lo toca profundamente, como si cada palabra fuera un eco de algo perdido en su vida.

—Es hermoso… —responde él, con una tristeza que no logra disimular—. Hay noches en las que, cuando la oscuridad me rodea, escucho esa misma melodía, como si alguien me estuviera llamando desde lejos, guiándome de regreso a la calma. ¿Sabes?, siempre pensé que era un sueño.

Bellerose queda en silencio, observándolo. Hay algo en él que la intriga, algo que la conecta con él de una manera que no puede explicar. Es un sentimiento profundo y misterioso que se niega a comprender del todo. Ella sonríe, apenas, y se sienta en el columpio, contemplándolo en silencio, sorprendida por esta conexión inesperada.

Dylan, aún inmerso en la serenidad que le ha provocado la voz de Bellerose, frunce ligeramente el ceño. La curiosidad lo invade, y una ligera sonrisa se asoma en sus labios, como si fuera una mezcla de asombro y misterio.

—Bien, debes colocar las manos en las cuerdas y sostenerte fuerte Bellerose. ¿Puedo llamarte Belle?

—Por supuesto. Mi madre me llamaba Belle cuando me hablaba con cariño, pero cuando quería regañarme o mi padre, me decían: ¡Bellerose! ¿porque no fuiste a tu clase de canto? —le dice sonriendo.

Dylan posa sus manos sobre las de ella, su temperatura era más cálida que cualquier otra piel que había tocado, mientras Bellerose se sostiene de la cuerda

—Disculpa que pregunte… —dice en voz baja—, pero este jardín es un rincón bastante escondido. En realidad, solo mis hijas saben cómo llegar aquí sin perderse. ¿Cómo lograste entrar?

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Lourdes Mencia
Bueno
Esmeralda Bacelis
hermosa..me encanto. directa y sin tantos rollos..felicidades autora..
Oriannys Semeco
Excelente me encanto la historia
Mckasse Escritora: gracias por leer
total 1 replies
Mckasse Escritora
❤️🎊🎉
Mckasse Escritora
❤️
Mckasse Escritora
gracias mi corazón por leer
Ana Gonzalez
un maratón 🙏
Mckasse Escritora: gracias por leer mi corazón
total 1 replies
Andrea Pardo
Es tan maravillosa esta novela, llena de tanta historia mítica y mágica con Amor desbordante mil gracias escritora
Ana Gonzalez
más capitulos 🙏
Andrea Pardo
Pobre Tritón Mirael está enamorado, pero ella ya tiene quien ocupe su corazón ❤️❤️❤️
Andrea Pardo
Hay pobre Bellrouse, se merece toda la felicidad junto a Dylan y creo que ella quedó embarazada
Andrea Pardo
Una historia fascinante llena de magia, gracias Escritora por cada capítulo
Andrea Pardo
una Historia mágica llena de tanto Amor y seres transparentes, sentimientos puros
Andrea Pardo
fantástico, ya me intrigaba cuándo aparecería laboriosa de Fabiola y viene Bellrouse y la pone en su lugar
Andrea Pardo
Mágica historia llena de desafíos y secretos, mucho Amor puro y sincero, maravillosa, llena de transparencia una familia extraordinaria y ella un ser puro. Cada capítulo es sorprendente
Fantástica y Unica
Luz Gomez
mas capitulos
Mary Molina
me atrapó desde su inicio , lo amo ....más capitulos por favor 😍
Luz Gomez
otro capítulo
Luz Gomez
otro capitulo
Luz Gomez
que bno que escribieran toda la novela de una vez.es maluco tener que esperar quita las ganas de seguir leyendo
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