Una Sirena Para El Ceo Y Sus Hijas Gemelas

Una Sirena Para El Ceo Y Sus Hijas Gemelas

Luces en el cielo.

La brisa suave del mar acariciaba la piel de Helena Gianni mientras se ríe, iluminada por la luz de la luna que refleja sobre las olas del Egeo.

Esa noche, la isla de Santorini se llena de vida. Las risas de los vecinos y el murmullo de la fiesta de la Virgen María resonaban en el aire, mezclándose con el aroma de la comida típica que llenaba el ambiente. Helena, a sus 20 años y casi nueve meses de embarazo, lucía radiante en su vestido blanco, lleno de sueños y esperanzas para las gemelas que pronto nacerían. Ya les había puesto nombres Meredith y Marina porque le encanta el mar y sus misterios.

A su lado, Dylan Fletcher, su esposo de 25 años, ceo y futuro heredero de SmartFish Santorini, la compañía de barcos pesqueros más grande, sostenía su mano con ternura, sintiendo la alegría de la celebración a su alrededor. Había sido una noche perfecta.

—¿Te gustaría ver los fuegos artificiales desde los acantilados?— pregunta Dylan, con una sonrisa que ilumina su rostro. Helena asiente, con su entusiasmo palpable.

Mientras conducen hacia el borde del acantilado, el espectáculo de luces comenzó. Los colores estallaban en el cielo, reflejándose en los ojos de Helena, quien miraba a su esposo con amor. En la distancia, la risa de sus amigos y familiares resonaba, creando una atmósfera mágica.

Sin embargo, no muy lejos de allí, en el agua, Bellerose, una joven sirena de 15 años, observaba el espectáculo desde la distancia. Con su cabello rubio que danzaba como algas en el agua, miraba con curiosidad y anhelo la vida humana. Al lado de ella, Mirael, un músico del reino marino, la había invitado a salir, intentando llamar su atención porque él está interesado en ella.

—Bellerose, ¿por qué no te dejo un beso en la mejilla?— propuso el carismático tritón, acercándose con una sonrisa, con el corazón lleno de esperanza.

—No, Mirael, somos amigos, y eso es suficiente para mí, por favor no insistas—responde Bellerose, mirando hacia la superficie con anhelo, sintiendo que esa conexión con el mundo humano era más fuerte que cualquier otro lazo.

—Como quieras, será mejor que nos vayamos —le dice pensando en su cita fallida. El se da cuenta que para Bellerose solo es una salida de amigos.

—Ve primero, yo me quedaré otro rato.

—Bien. No tardes y no te dejes ver, sabes que eso nos trae problemas.

Mirael, herido en su orgullo, se da la vuelta y nadó de regreso, dejándola sola.

Mientras tanto, Helena y Dylan, ahora en la cima del acantilado, se abrazaban bajo el cielo estrellado.

— ¡Miren los fuegos artificiales!— grita uno de los espectadores.

—Es hermoso—le dice Helena a su joven y sexy esposo.

—No es más hermoso que mi esposa—replica él —. Te amo.

—Yo también te amo—le devuelve Helena, antes de recibir un tierno beso de su amado.

La algarabía creció, y todos admiraron y disfrutaron el momento. Dylan acaricia y besa la panza enorme de su esposa, haciéndola sonreír.

Luego de un rato, Helena y Dylan se retiraron, Dylan condujo de vuelta emocionado y feliz.

Un fallo en los frenos lo tomó por sorpresa en una curva.

—¡Dylan, el coche!—grita Helena al darse cuenta de que el automóvil se desliza sin control. Pero era demasiado tarde. El auto se precipita por la curva, y un instante después, se estrelló contra las rocas antes de caer al mar, desapareciendo en la oscuridad.

El tiempo pareció detenerse. Bellerose que aún permanecía bajo el agua, mirando el vasto cielo donde los fuegos artificiales iluminaban el cielo, desde su perspectiva submarina, vio el automóvil caer al mar cruzando a su lado y hundiéndose rápidamente, las luces brillantes parpadeaban antes de apagarse.

Bellerose puede ver la desesperación en los ojos de aquella chica que puede observarla sin creer lo que sus ojos ven.

En el interior del vehículo, el agua comenzaba a entrar muy rápido. Helena, consciente pero debilitada por el susto y las contusiones en la cabeza, mira a su esposo herido y desmayado.

—¡Dylan! ¡Te necesito, por favor, despierta!—le grita aterrorizada, por el ser hermoso, pero extraño que acaba de ver, está segura de que se trata de una sirena por la forma de su cuerpo y las escamas brillantes que la envuelven, aunque más le aterroriza morir ahogada, ve cómo su esposo sangra por los ojos, herido por los cristales que se rompieron al impactar.

Bellerose en un impulso, por curiosidad se acerca nadando para ver si podía ayudar en algo. No era la primera vez que una sirena, un tritón o una ballena salvan humanos y aunque está consciente de que no son agradecidos y los cazan o asesinan cuando tienen la oportunidad, decide ayudar más por las dos vidas que lleva la chica humana dentro de ella. Bellerose se acerca al vehículo, llena de temores porque no sabe si se trata de una trampa.

Helena al verla siente que aquel extraño ser podría ayudarlos.

—No tengas miedo...por favor, sálvalo primero a él—ruega entre lágrimas, sintiendo el pánico apoderarse de ella.

Sin dudarlo, Bellerose decidió que no podía permanecer al margen. Aún debajo del agua podía escuchar sonar el eco de la Voz de Helena. Con un impulso de valentía, nadó hacia el automóvil sumergido. Abrió la puerta y, con su fuerza, logró sacar primero a Dylan, luego de romper el cinturón de seguridad con fuerza, llevándolo a la superficie, donde la respiración de él era débil y entrecortada.

Una vez en la orilla entre las rocas, Bellerose se dio cuenta de que el barco de un pescador se acercaba rápidamente, listo para ayudar por ser testigos cuando el carro cayó al mar. Sin embargo, el tiempo apremiaba. Con determinación, la sirena se lanzó de nuevo al agua, decidida a rescatar a Helena. Cuando finalmente llegó al vehículo, encontró a Helena inconsciente, atrapada en el interior.

—¡No, no, no!—exclama Bellerose, luchando contra la corriente. Con todas sus fuerzas, logró abrir la puerta y llevar a Helena a la superficie, luego de liberarla del cinturón de seguridad. Pero cuando llegó a la playa, se dio cuenta de que ya era demasiado tarde, no tenía pulso. El barco pesquero sacó a los esposos de entre las rocas. Ambos fueron llevados rápidamente a un hospital, pero lamentablemente, Helena no pudo ser salvada. La vida de Helena se había desvanecido en el oscuro océano, aunque los médicos pudieron salvar a las gemelas de milagro.

Dylan, ahora ciego y devastado por la pérdida, despertaría para enfrentar un futuro incierto, mientras las gemelas lloraron la ausencia de su madre. Bellerose, marcada por el encuentro, regresa al reino marino, con una profunda tristeza de haber perdido a la madre , aunque pudo sentir la esencia de las gemelas que había salvado. Nunca sabrían quién fue su heroína, solo espera que hayan nacido a tiempo.

Así comienza una historia entrelazada por el amor, la pérdida y el deseo de segundas oportunidades.

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