Otávio Montana—veintiséis años, para no perder su pequeña propiedad, acepta hacerse cargo del hijo de otro hombre...
Eloise Vargas—veintidós años, enamorada de un hombre que la dejó embarazada y se casó con otra...
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Capítulo 17
En medio de la noche, Enzo lloró y Otávio lo escuchó por el monitor para bebés. ¡Fue a buscarlo! ¡Llamó a Eloise!
Eloise fue al baño, se lavó los senos, la cara y las manos, se secó y fue a amamantar a Enzo.
¡Al día siguiente! Eloise desayunaba con Otávio y Enzo en la sillita.
Eloise: ¡Como trabajé y gané bien! ¡Te voy a dar el dinero para que empieces a hacer las zanjas para las nuevas plantaciones orgánicas!
Otávio: ¡No sé cómo agradecerte todo lo que estás haciendo! ¡Este mes es la última cuota de la hipoteca de la casa!
Eloise: ¡Te voy a transferir el valor para que adelantes el pago y te liberes! ¡Fue muy sacrificante!
Los días fueron pasando... Otávio pagó la última cuota y escuchó de Alberto que pronto estaría ahogado en deudas. Solo palabras ruines...
Otávio estaba cavando la nueva huerta. ¡Otros empleados estaban trabajando en las otras plantaciones!
Eloise fue hasta allí. Amor, te traje jugo...
Otávio estaba sudando; tomó el vaso y se quedó conversando.
Eloise: Amor, ¿qué es eso tan negro?
Otávio miró hacia abajo, tocó con la mano y cayó de rodillas llorando. No puedo creer que esto haya pasado, y lloraba...
Eloise: ¿Dime qué pasó?
Otávio: No es nada, tengo que irme a la capital y vuelvo pronto. Después te explico; te pido que no dejes que nadie toque aquí ni que comentes esto con nadie.
Eloise no entendió, pero respetó la decisión de Otávio...
Otávio tomó un frasco, recogió el líquido, agarró una lona grande y cubrió la zanja, y les dijo a los empleados que la dejaran, que él la terminaría. Preparó una pequeña maleta, le dijo a Eloise que cuidara de todo, besó a Enzo y a Eloise, y se fue a la capital...
Pasaron dos días. Otávio llevó la muestra a la ANP para que fuera analizada. Le envió un mensaje a Eloise... ¡Menos mal que todo estaba bien!
Eloise fue a la ciudad a hacer las entregas con un empleado y Lurdes para que la ayudara con Enzo. Eloise estaba ayudando al empleado con la entrega en el lujoso restaurante frente a la plaza, y llegaron Rafaela y Cecilia y empezaron a reírse.
Cecilia: ¡Estás de mal en peor! ¡Ese marido tuyo es un fracasado como tú!
Rafaela: ¡Qué triste, hermana! Vamos, mamá. Déjala ahí con esas cosas...
Eloise: Al menos estoy trabajando y no estoy mendigando nada de ustedes, venenosas.
¡Ellas se fueron!
Eloise le entregó la última caja al empleado.
Ariel, en su Lamborghini rojo, se detuvo y la miró. Pantalones vaqueros, camisa de manga larga, coleta y unas botas sencillas. Podrías tener una vida de princesa a mi lado y no tendrías que estar ahí humillándote. Claro, yo te compraría una casa estupenda, un coche y dinero, y te vería casi todos los días, porque estoy casado y seguiré casado.
Eloise: ¡Cállate, maldito! ¡Jamás cambiaría al hombre que amo por un ser repugnante como tú! Entiende una cosa: un día tuve una obsesión por ti; ahora me das pena: ¡un hombre que tiene dinero pero que es un mediocre, pobre de todo lo que el dinero no puede comprar! Y se fue a comprar algunas cosas al supermercado.
Ariel: Cuanto más me rechaza, más deseo acabar con ella...