Segunda parte de la Saga PROMESA Y DESTINO que narra la historia de Fafner y Lugus
La existencia de Taranis Lugus ha sido marcada por el dolor, creyéndose un ser maldito, que sólo puede llevar desgracia a los que lo rodean y que no merece la esperanza del amor. Decidido a ayudar a su pequeña Libelle a traer a sus crías al mundo, Lugus elige sacrificarse, creyendo que es lo mejor para sus seres queridos, a pesar de que esto pueda significar tener que dormir un par de siglos y no volverlos a ver...
Por su parte, Fafner intenta escapar nuevamente de lo que comienza a sentir por Lugus; embarcandose en una serie de misiones que en lugar de ayudarlo a olvidar lo harán conocer más sobre la raza demoníaca y quién es realmente Lugus.
¿Podrá Fafner regresar a tiempo para volver a ver a su demonio?
¿Lugus logrará superar su terrible pasado y aceptar que él también merece amor?
Acompaña en esta nueva historia al Clan Lanira y los Dragones del Clan Nithe Ragnar.
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Al regresar a la Antigua provincia.
El viaje de regreso a casa fue más largo de lo esperado, los vuelos salieron retrasados, las escalas tardaron casi medio día cada una, y a pesar de que Fafner intentó comunicarse con su familia para avisar de su llegada, le fue imposible. Por lo que no pudo evitar llenarse de ansiedad, sin embargo, al llegar a la Antigua Provincia, aparentemente la única novedad que había era que sus pequeños sobrinos por fin habían nacido, y se encontraban saludables al igual que la madre. Y como era de suponerse, ambos clanes estaban cien por ciento enfocados en regodearse del afortunado suceso, por lo que antes de sumirse de lleno en la algarabía familiar, el joven dragón optó por ir a descansar, al que por instinto consideraba su lugar, el departamento de Lugus.
Una vez frente a la puerta del departamento, antes de que siquiera pudiera girar la perilla para abrirla, Fafner sintió que todo era distinto, no supo explicarlo, pero ya no parecía el mismo lugar del que se había marchado unos meses atrás. Al entrar, lo primero que notó fue que el apartamento estaba frío, algo que a Lugus no le gustaba. Todo se veía en orden, exactamente igual que la última vez que estuvo ahí, pero, en el instante en el que cruzó el umbral, Fafner notó algunos detalles faltantes; como la pequeña vitrina llena de objetos extraños que estaba en la esquina de la sala, la frazada de recortes que siempre descansaba en el sofá, el extraño letrero hecho de un trozo de corteza que colgaba de la puerta de la recamara de Lugus. A pesar de que sólo faltaban pequeñas cosas, de alguna forma esto le indicó a Fafner que ese lugar estaba vacío. De inmediato Fafner dejó caer su bolsa de viaje y corrió a la habitación de Lugus, el miedo que sentía le hizo dudar antes de abrir la puerta, él ya sabía lo que iba a encontrar ahí, pero aún así necesitaba verlo, con mano temblorosa giro la manija, y mientras el interior de la recamara se revelaba ante sus ojos, su corazón se fue volviendo cada vez más pesado.
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—Príncipe— saludo Andras con una inclinación —La misión ha sido un éxito— anunció, notando una tensión inesperada que le llenó de un mal presentimiento —También he traído al dragón como usted me lo ordeno.
—Has tardado en volver— respondió cortante Dracul, y aunque sus palabras podían sonar como un reclamo, en realidad era su forma de pedir un informe más detallado.
—Los involucrados resultaron ser más difíciles de localizar— admitió en un tono indiferente —Miembros de la antigua realeza draconiana, el clan fue exterminado— y con un ligero rastro de frustración en su voz concluyo su informe —Sin mencionar que ese dragón es algo terco.
—Ya lo había notado— admitió Dracul con un suspiro cargado de nostalgia —Me recuerda a su madre, era una excelente guerrera.
—El joven dragón también heredó ese atributo de su madre— concluyo Andras y con un tono resignado agregó —Pero aún es muy ingenuo ante la crueldad del mundo.
—Todos los niños son ingenuos— replicó Damara, que hasta ese momento había escuchado en silencio —Incluso ustedes suelen subestimar la crueldad de los hombres a veces...
—Vamos cariño, no nos puedes culpar por nuestra ingenuidad— se defendió Dracul con una sonrisa coqueta —Los humanos suelen tener una creatividad innata para la maldad.
—Sí, tienes razón— suspiró Damara —Una disculpa Andras, sé que no es justificación, sólo estoy cansada... y seguramente tú también.
—¿Ha pasado algo para que mi señora se sienta así?— preguntó Andras, quien ya había notado la tensión en el ambiente.
—Las cosas no salieron como lo esperábamos...— admitió Damara con la voz quebrada —En realidad, justo ahora todo es un desastre...
—Vamos mi amor, todo va a estar bien...— dijo Dracul sin mucha convicción tratando de consolar a su esposa.
—Yo... En este momento no puedo sentir que las cosas vayan a estar bien— admitió Damara con un cansancio antinatural en su voz, al tiempo que se acurrucaba en el pecho de su esposo tratando de encontrar un poco de fuerza —No sólo perderemos pronto a Libelle, si no que también a Lugus... yo no sé cómo podré...
—Lo lamento mi señora— se disculpó Andras, inclinándose frente a Dracul y Damara, mientras se preguntaba si él hubiese podido hacer algo para ayudar —Debía volver antes...
—No te disculpes Andras— respondió Dracul indicándole con su mano que se enderezara —Tú no eres culpable de nada.
—¿Me permite preguntar que pasó?— preguntó con culpa.
—Los cálculos que mi hermano nos presentó cuando planteó ésta alternativa eran demasiado optimistas, por decir lo menos— suspiro Dracul, recordándose que no debió confiarse, ya que tratándose de Libelle, Lugus siempre había sido demasiado imprudente —Al final el costo era tan elevado que mi hija tomó sólo un poco y aún así...
—Ya es suficiente— interrumpió Damara cargada de una nueva determinación —Ni Libelle, ni Lugus, desean vernos así, ni que se hable necesariamente de esto— aclaró con la autoridad de la Matriarca del Clan —En su lugar debemos celebrar una ceremonia para los nombres de los bebés, ya que Libelle no pudo nombrarlos al nacer...
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—Danu— Woden la llamó con algo de timidez en su voz, algo poco común en él —¿Cómo se encuentra?— ella de inmediato supo sobre quién preguntaba su hermano, era el que más insistía en verlo después del ritual.
—Más tranquilo...— respondió en automático, aun que tratándose de su hermano el detector de mentiras humano, ella supo que no tenía caso mentir —Dentro de lo que cabe él esta más tranquilo... ya ha logrado dejar de llorar...
—Entonces tú deberías de descansar— sugirió de inmediato Woden lleno de preocupación.
—Yo estoy bien— respondió Danu en forma automática y sin dudarlo.
—Algunas mentiras, sin importar cuantas veces las repitas, no se pueden hacer realidad— aclaró Woden entregándole una pasión degenerativa que había elaborado junto a Caerus.
Él sabía que durante la ejecución del ritual, Danu fue la última en abandonar la habitación donde se encontraba Libelle, por lo que el cabello de su hermanita había perdido todo el color de inmediato. Cuando su madre la revisó, ella descubrió que tan sólo una fracción de segundo había bastado para robarle el color del cabello de Danu, por lo que supuso que si hubiera estado expuesta un poco más, probablemente hubiera perdido tiempo de vida. Si embargo, era difícil, si no es que imposible poder determinar si esa era una consecuencia por tratar de romper la maldición o por haber tratado de cambiar un destino ya escrito. Afortunadamente no había ninguna otra secuela, por lo que la Matriarca del Clan Lanira declaró que la familia podía sentirse agradecida por ello, y recomendando mucho descanso a su hija, por si existiera alguna otra secuela que ella no lograra detectar.
Aún así, Danu se había negado a descansar o alimentarse correctamente, enfocándose en el tratamiento de las heridas de Lugus, que no habían logrado cerrar por sí solas, por lo que lo había tenido que suturar como a un humano, con la finalidad de que dejaran de sangrar, ya que aunque la perdida de sangre constante no lo matarían, tampoco podía permanecer así de forma indefinida, pues Lugus ya se encontraba en un estado de debilidad extrema. Sin mencionar que hasta ese momento, ella no había podido determinar si los ojos de su tío podrían recuperar su funcionalidad antes de que él debiera dormir. Y aunque su familia insistía en que debía descansar, ella sentía que eso podría esperar hasta el momento en el que ya no se pudiera hacer más...