Un encuentro con un salvador desconocido provoca que Jaden recuerde su primer vida. Y se da cuenta de que en realidad es un carne de cañón, quien es sacrificado por el villano en la historia original.
No solo eso, sino que su salvador resulta ser su personaje favorito del libro, quien también muere traicionado por sus amigos.
Con esta nueva información Jaden toma una decisión, ¡destrozar la trama del libro!
¿Lo logrará? O, antes de que pueda hacer un movimiento, ¿será arrastrado de nuevo a lado del villano para ser sacrificado?
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Cacería
...
El mal presentimiento de Jaden resultó ser acertado. Y lo supo incluso antes de levantar el rostro para ver quien se acercaba a ellos. Los alumnos del 2B —como si de una marea se tratase—, se hicieron a un lado, abriendo un camino por el que era fácil cruzar.
A su lado, notó como los tres alfa se tensaban y sus expresiones se tornaban serias, tal parecía que estaban a punto de enfrentar a un contrincante de cuidado. Y ciertamente, así era.
Fegan y Lance pertenecían a familias nobles e importantes dentro del imperio, pero ni siquiera su buen status les libraría de temer por sus vidas si ofendían a quien se aproximaba. Ni que decir de Dathan, que aun siendo un príncipe, no tenía respaldo alguno.
Para él, estar en el mismo espacio que su hermano mayor era tan peligroso como ir por su propio pie a la guarida de una bestia suprema. Sin olvidar que su último encuentro… no tuvo el mejor de los desenlaces.
Él, a pesar del correr de las semanas, todavía no podía sacar de su mente el enfrentamiento que tuvo con Astor… sinceramente, no quería repetir la experiencia. Aquella victoria había sido un problema enorme que se pudo haber ahorrado si lo hubiese sabido antes. Por ello, ahora se sentía nervioso, igual que los chicos.
Pero las agitadas emociones de estos tres alfa no se comparaban ni de cerca con las del más desprotegido de su pequeño grupo de amigos, Jaden.
El pelinegro, cuyo trasfondo era el más débil de los cuatro —peor aún sí se consideraba su identidad de carne de cañón— sentía que sus piernas temblaban, incluso en contra de su propia voluntad.
En el mismo instante en que se había dado cuenta de que su temor se estaba cumpliendo, el calor pareció abandonar su cuerpo, pues de pronto, el miedo helado carcomía su interior.
“No puede ser…”, pensó mientras apretaba los puños y bajaba el rostro. Poco faltaba para que enterrara la cabeza en el suelo, tal como un avestruz. Su actitud fue tan evidente, que no lucía distinto a un niño que estaba por recibir un castigo.
Y todo esto entró en los ojos de los chicos. Ninguno sabía qué había sucedido entre Jaden y el 2A, lo que desembocó en su cambio de grupo, y por qué reaccionaba tanto ahora; pero Fegan, quien conocía un poco más de la situación pudo concluir una cosa o dos.
Ante esto, el pelirrojo tuvo el impulso de acercarse al omega para protegerle, aunque al final no lo hizo. Sabía que si era imprudente en ese momento, podría traer más repercusiones que beneficios para ellos. Sobre todo, quien podría pasarla peor en ese caso podría ser Jaden, cuyo respaldo era inferior comparado con el de ellos. Aun cuando no se sentía contento, no tuvo otra opción que quedarse en su lugar, tal como una estatua.
Y por primera vez, este alfa se sintió impotente. ¿Por qué? No lo supo con certeza. ¿Debido a la inutilidad de su status en dicho momento?, o ¿era más bien por no poder ayudar a un amigo? ¿Qué era lo que le molestaba realmente? No encontró respuesta a ninguna de sus múltiples preguntas.
Sin embargo, en medio de la atmósfera tensa, nadie se dio cuenta de sus fluctuaciones emocionales.
A su alrededor, todos guardaban silencio. Nadie tenía forma de saber si era debido al miedo que despertaba la identidad del primer príncipe, o más bien por la curiosidad de presenciar qué sucedería a continuación, puesto que era evidente que el destino de Astor era el grupo de amigos del cuarto príncipe. Sin olvidar que no hace mucho tiempo la única persona aparte del primero, cuyo cabello y elemento era el mismo que él, y quien además le había seguido incondicionalmente, ahora estaba de lado del príncipe más débil.
¿Cómo actuaría entonces este primer príncipe abandonado? A pesar del miedo, todos los alumnos querían ver a dónde llegaban las cosas.
Cuál fuese el caso de este silencio abrumador, dicha atmósfera permitió que solo se escuchara el ruido de las pisadas de Astor en el suelo mientras avanzaba. Cada una de ellas parecía resonar en el interior de Jaden, dándole la impresión de que su pequeña identidad de carne de cañón estaba siendo aplastada.
Sin poder evitarlo, su corazón comenzó a bombear con violencia. Sentía que se saldría de su pecho al segundo siguiente. Aun así, se negó a levantar el rostro, como si se tratase de su único mecanismo de defensa. Porque si no lo veía… entonces, no sería tan aterrador.
Realmente, era como un niño pequeño con miedo a los monstruos tras las sombras. Toda su protección se reducía a una sábana que le cubría de pies a cabeza. No se daba cuenta de que si en verdad hubiese un monstruo ahí afuera, la tela delgada no serviría de nada.
Pero, ¿qué se le podía hacer? A pesar de que Jaden no estaba contento con el miedo que estaba sintiendo, no podía evitarlo. Después de todo, era la primera vez desde “su despertar” que enfrentaba al villano.
Parecía que toda su determinación flaqueaba un poco cuando llegaba el momento de la verdad.
“Vamos… esta es mi segunda vida… ¿cómo puedo tenerle miedo? Mejor dicho, ¿por qué debería tenerle miedo?”, se regañó. Él mismo quería golpearse en la frente por reaccionar así. Sin embargo, a pesar de sus propias palabras, se encontró incapaz de levantar el rostro. “¡Con un demonio! ¿Acaso no quiero cambiar la trama de la novela? Bueno, ¡mirando al suelo no lo voy a lograr!”
Jaden no sabía si ese miedo provenía de lo que había sucedido en el pasado con Rainer —y que el mismo Astor había permitido—, o tal vez solo se trataba de su identidad de carne de cañón temiendo al villano que se acercaba. Como fuese, no importaba, porque el resultado seguía siendo el mismo. Él temblando por dentro, y sin poder levantar el rostro, lo que era demasiado frustrante.
Claro que eso no impidió que por el rabillo del ojo viera un par de zapatos lustrados —y tan caros que sería casi imposible para todos en el imperio adquirirlos—, los cuales se detenían frente a su pequeño grupo. Lo único que podía agradecer Jaden es que Dathan era quien debía hablar con Astor. Pues siendo estrictamente apegados a la cortesía, ni Fegan, Lance o él estaban calificados para dirigirle primero la palabra al príncipe, por lo que esa tarea recaía en su hermano menor.
Se suponía que en la Academia, había cierta licencia para ignorar la etiqueta, incluso tratándose con igualdad nobles y plebeyos… pero ninguno se arriesgaría a ofender a este villano, que además era la persona con mayor posibilidades de heredar el trono en los próximos años. ¿Quien querría ganarse un enemigo así solo por ignorar la etiqueta?
—Saludo al primer príncipe —dijo el protagonista, inclinando la cabeza. Y no solo él, los demás también se hicieron un eco del alfa. Claro que Jaden se quedó en silencio, pues se encontró incapaz de hablar. Solo pudo imitar las acciones del resto.
Por cierto, en un sentido estricto, Dathan tampoco debía haber hablado primero. Pero en cuanto llegó frente a ellos, Astor no dijo una palabra. Solo miró a cada uno. El cuarto no tuvo más remedio que apretar los puños y avanzar a su encuentro, rezando para que la disputa pasada se hubiese quedado ahí, en el pasado.
Ese par de ojos tan negros como el ónix miraron al cuarto príncipe, y luego de lo que pareció una eternidad —aunque probablemente no fueron más de cinco segundos—, el villano habló.
—No necesitas ser tan formal conmigo, Dathan. Somos hermanos, ¿no? —La voz de Astor era agradable al oído, profunda y sin ningún altibajo, típicos de la adolescencia. No obstante, el pelinegro no tenía cabeza para pensar en eso.
—Bueno, gracias por permitirme esta licencia, hermano —asintió el protagonista aceptando a la primera oportunidad. Esas palabras, aunque fueran una mentira que sonaba bien, eran mejor que recibir la molestia directa del mayor. Al menos de esa manera, podían relajarse un poco.
Claro que ni siquiera con la “amistosa” atmósfera entre ambos príncipes, los demás se permitieron respirar con tranquilidad. Los alrededores estaban en un silencio sepulcral. Jaden creía que incluso los profesores veían la escena desde un costado, sin atreverse a interponerse entre estos dos. Después de todo, los presentes solo eran pequeños nobles, nunca comparables a la familia imperial. Dar un paso al frente en ese momento sería como buscar la muerte.
Jaden los comprendió, y hasta se compadeció de ellos, pues se suponía que dentro de la Academia los profesores eran la autoridad, pero ¿quién creía eso realmente cuándo se enfrentaba al hijo favorito del Emperador y su posible sucesor?
¡Olvídalo! Era más fácil para los adultos permitir que estos dos príncipes hablaran sobre lo que quisieran. Mientras siguieran las instrucciones —incluso de pasada—, y no se mataran entre ellos bajo su supervisión, podían concederles esa libertad. Además, dado que la enemistad de ambos grupos se debía en gran parte a esos dos, verlos actuar tan “moderadamente” podría servir como un buen ejemplo para el resto. Y eso también se consideraba como ahorrarles un par de problemas a los profesores.
—Las clases me han mantenido ocupado, y no he tenido tiempo de comportarme como tu hermano mayor. Dime, ¿cómo han ido las cosas para ti, Dathan? —Astor parecía no darse cuenta de la incómoda atmósfera que los envolvía, permitiéndose hablar con suma tranquilidad en ese momento. O quizás era que ya estaba tan acostumbrado a la atención excesiva que otorgaba su título, que para ese punto ya ni siquiera le importaba ser escuchado y observado por el resto.
Por el contrario, tenía la confianza de fingir ser un buen hermano mayor. Y por esto último, Jaden tuvo que resistir las ganas de girar los ojos apenas escucharle.
Desde luego, temblaba ligeramente todavía, pero la hipocresía de la situación le rebasó.
“¿Quién creería esas palabras?”, refunfuñó. “¿No es este el mismo villano que maldecía a diestra y siniestra a Dathan? ¿Ahora lo trata como un hermano? ¿Se preocupa por sus clases? ¡Por favor!”
Aun cuando gritaba por dentro, Jaden no levantó el rostro. Temía que sus pensamientos fueran revelados de un vistazo.
—Excelente, hermano —respondió Dathan, como si se tratara de un soldado reportándose a su superior. No era para menos, pues si Astor lo solicitara, el emperador no dudaría en sacarlo de la Academia. —Fue un poco difícil adaptarme al principio, pero ahora no tengo ningún problema en clases. Mis resultados no son malos.
—Hmm, es bueno escucharlo. Por cierto, me enteré que mi antiguo amigo está ahora bajo tu cuidado.
Jaden sintió por primera vez en su vida que la furia superaba su miedo. Escuchar esas palabras…
“¿Amigo?”, se preguntó con la misma cantidad de asombro e indignación.
Era simplemente un insulto.
¡Astor se había burlado de él durante meses, permitiendo incluso que otros lo intimidaran y humillaran! Y ahora, ¿mencionaba frente al resto que eran amigos tan casualmente? ¿Qué clase de broma barata era esa?
Sin poder contener su temperamento, levantó el rostro por primera vez, dispuesto a enfrentarse a este temible villano. No obstante, fue sorpresivo encontrar que los ojos del otro le miraban desde antes. Esto provocó que su corazón perdiera un par de latidos, pero ni así se permitió apartar la mirada.
Negro contra negro.
Aunque específicamente hablando, solo enfrentados se percibía una diferencia entre ambos tonos, dejando como resultado: negro ónix contra gris oscuro.
Claro que Jaden no se dio cuenta de esta sutil diferencia, pero otras personas, como Fegan, sí lo notaron. Pero volviendo al pelinegro, él nunca había sido bueno en ocultar sus expresiones cuando se emocionaba demasiado, y esta vez tampoco fue la excepción. Parecía decir mil palabras de reclamo y condena en ese silencio. Y Astor pudo ver fácilmente la furia con que era observado.
El pequeño rostro reflejaba a la perfección sus emociones. Y miraba directamente al otro par de ojos. Entonces, Jaden cayó en cuenta. Era la primera vez que veía al villano desde… aquel día.
Las emociones de aquella horrible tarde, en que sintió que su vida había tocado fondo en un callejón sucio… sobra decir que no fue una sensación agradable.
De pronto, el pelinegro quería avanzar y gritarle un par de verdades a la cara al otro, pero una mano silenciosa se posó en su muñeca. No necesitaba ver para saber quién era.
Las emociones negativas desaparecieron de sus ojos, y un sonrojo se formó en sus mejillas.
“Sí, ya no importa. Todo eso ya no tiene nada que ver conmigo”, se recordó. “Seguir enfrascado en el pasado solo me hace daño a mí mismo. No debería darle ese poder.”
Desde luego, Jaden sabía que no era justo que al final ni siquiera obtuviera una disculpa del villano, pero ¿qué importaba?
Astor, así como sus interacciones tóxicas, podían irse por el desagüe. A él le bastaba con estar a lado de su favorito.
Y todos estos cambios de expresión entraron a ojos del hombre maldecido por Jaden.
Para él fue como si un débil ratón se parara sin miedo frente a su depredador.
¿No era gracioso? Bueno, Astor sí que lo pensaba. ¿En qué momento, aquel chico de personalidad turbia y depresiva, comenzó a mostrar expresiones interesantes?
Luego de decidir algo en su interior —nadie sabía qué—, el príncipe sonrió y se giró para mirar a Dathan. Con una sonrisa que hizo que incluso el protagonista sintiera su cuero cabelludo hormiguear, dijo:
—Como sea, ya que somos hermanos, deberíamos hacer equipo en esta cacería. ¿No lo crees? Nos cuidaremos la espalda unos a otros.
Las palabras fueron un balde de agua helada para los cuatro. Sobre todo para Jaden.
“¿Acaba de decir equipo?”
—Tú, yo y nuestros amigos estaremos juntos. —Astor comenzó con un tono interrogativo. Pero terminó con una declaración. Era obvio que no aceptaría un “no” por respuesta.
De todos modos, Dathan ni siquiera tenía la opción de negarse desde que el otro abrió la boca. Solo pudo sonreír más allá de la incomodidad, y asentir.
—Es… es una buena idea, hermano —tuvo que decir.
Así, el primer equipo fue conformado bajo la mirada ardiente de ambas clases. Esto pareció ser una señal para todos, y pronto, tres equipos más fueron conformados, con la mitad perteneciendo a cada grupo.
Si los príncipes habían dado el primer paso para cooperar, ¿cómo podían negarse ellos?
Bajo su influencia, esta actividad resultó tan sencilla que los profesores se sintieron irreales por algún tiempo. Pensaron que pasarían al menos tres horas antes de que las clases se mezclaran.
Aunque no sabían lo que pensaba el príncipe Astor para unirse al príncipe Dathan, no pudieron más que agradecer sus acciones.
Y temiendo que las disputas comenzaran, se apresuraron a dar instrucciones.
Repartieron un mapa a los líderes de cada equipo. Por cierto, se llegó al consenso de que cada equipo tendría dos líderes, pertenecientes a cada grupo, para que nadie sintiera que estaban siendo parciales.
Estos líderes debían trabajar en conjunto, y de no hacerlo recibirían una amonestación.
—¡Bien! —dijo Cyrene, llamando la atención de todos cuando los preparativos estuvieron listos. —Ahora, comenzaremos con la cacería. Recuerden no salir de las zonas designadas. Más allá de eso, hay bestias de nivel medio y superior. No pongan en riesgo sus vidas y las de sus compañeros.
—No olviden que estaremos monitoreando todo el proceso, así que no hagan nada deshonroso —advirtió Ariadne.
Los alumnos aceptaron, y pronto comenzó oficialmente esta cacería.
Mientras se alejaban del punto de reunión, Jaden se sintió irreal. Y no pudo evitar quedarse atrás un par de pasos.
Su mirada se dirigió al frente del equipo, en donde encontró a Dathan y Astor caminando lado a lado.
No pudo contener el largo suspiro que escapó de entre sus labios.
¿En qué se había metido?
...
gracias autora
Animo, mi papá falleció apenas, pero si, la vida sigue.