El Sultán Murad, un hombre de 45 años, debió ascender al trono contra de su voluntad, debido al mandato del espíritu guardián del maldito de su padre; sin embargo, debido a los traumas que tuvo al crecer en el harem de su progenitor, lo que realmente deseaba era poder rehacer su vida lejos de aquel país.
Por una alianza realizada con el monarca del reino vecino, el rey Guillermo, decidirá viajar a tierras extranjeras con el fin de buscar esposa y así sellar por completo los acuerdos de paz entre ambas naciones. Sin imaginar, en su camino se cruzaría con la segunda princesa bailarina, maldita de nacimiento, y la cual provocaría que el espíritu guardián le hiciera una propuesta: salvarla de su maldición a cambio de su libertad.
Siendo un hombre completamente opuesto a lo que se esperaba en un gobernante, y sabiendo que su querido hermano menor podría ser el futuro sultán, acepta el trato.
¿Podrá ir en contra de tal poderosa maldición?
¿Podrá salvar a la segunda princesa bailarina?
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CAPÍTULO 17
La pequeña, quien observaba a los gatitos, estaba fascinada ante la dulzura que el segundo gatito sentía al cerrar los ojos dejarse llevar por la caricia que la otra gatita le estaba dando. Recordando como ella se sentía de bien, cuando Corinne le acariciaba su cabecita, pensó en algo enseguida.
—¿Serán esposos, mami?—preguntó en su inocencia.
Aquella pregunta hizo que, de inmediato, Beatrice, quien deseaba mimar un poco Murad por haberla ayudado, volviera a sus cinco sentidos y se separara enseguida del sultán. Este, un poco ido por lo bien que se sentía, aún estaba aturdido por lo que había pasado y por donde habían terminado de parar.
—De pronto...—dijo la nana de la niña.
—Mami, ¿cuántos bebés puede tener una esposa gatita?—volvió a preguntar.
Corinne, mirando un poco nerviosa a la hija del capitán del barco, esperó que esta pudiera darle una respuesta, ya que también desconocía aquello. La nana de la niña, esbozando una sonrisa, se inclinó hacia la pequeña, acariciándole suavemente el cabello.
—Bueno, querida, los gatitos pueden tener varios bebés en una sola camada, pero todo depende de cuántos estén listos para nacer en ese momento—respondió.
La nana estaba intentando buscar una forma de desviar la conversación, para que la situación no fuera tan incómoda; sin embargo, la niña solo sonrió y dio pequeños aplausos. Fascinada por la idea, abrió los ojos con asombro mientras miraba a los dos gatitos que seguían acurrucados el uno con el otro.
—Entonces... ¿Serán como una gran familia?—preguntó la pequeña.
Tenía la esperanza de obtener una respuesta más concreta. Quería tener más personas a su alrededor, así no se sentiría tan sola ante el desprecio de su padre, quien solo se había comenzado a acercar a ella porque su "amante de turno" Corinne, quien había sido asignada como dama de compañía de ella, le gustaba. Aunque en su ignorancia ella la llamaba como "madre".
—Podría ser—dijo su nana—las familias de gatitos son especiales. Se cuidan mucho unos a otros, igual que las personas.
—¡Qué bueno! ¡Entonces así mami dejará de llorar por las noches!—expresó la niña—¡Papi también estará más con nosotras! ¿El amor de la familia no une a la gente, nanita? ¡Cómo en el cuento que me contabas anoche!
Beatrice observó con horror como su hermana escuchaba aquello pálida, así que, agudizando su vista, notó un parche levemente morado, bajo su ojo, que estaba cubierto por un poco de maquillaje. Corinne, quien estaba segura de haber ocultado su tristeza de la niña, se excusó para irse de regreso a su habitación.
—¿Qué pasó, nanita?—preguntó entre lágrimas la niña—¿Hice algo malo?
—Nada cariño, es solo que Corinne se ha sentido mal del estómago—respondió—¿Por qué no le damos algo de comer a los gatitos? ¡Deben estar hambrientos!
La niña, satisfecha con la explicación, asintió con entusiasmo antes de correr hacia los gatitos para observarlos más de cerca. Beatrice y Murad se encontraron de nuevo con sus miradas, un silencio incómodo cayendo entre ellos, pero cargado de sentimientos no expresados.
—Pediré algo de la cocina—dijo su nana en voz baja.
La nana salió, intentando ocultar una mezcla de emociones que Beatrice no podía descifrar del todo. Parecía que, aunque no lo quisiera admitir, aquel acercamiento entre ambos había provocado que, la verdadera situación que estaba pasando su hermana desaparecida, saliera a la luz.
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Beatrice, por su parte, luchaba con la urgencia de seguir a Corinne, pero sabía que debía quedarse con la pequeña para no alarmarla aún más. Su oportunidad vino cuando, al ver como la niña iba al baño, había dejado la puerta entre abierta.
"¿Sultán, puede escucharme?", preguntó Beatrice, aunque en realidad solo se escucharan maullidos de gatos.
"¿Princesa", preguntó confundido "¿Qué ocurre? ¿Dónde estamos? ¿Por qué somos gatos?"
"No lo entiendo, tampoco", respondió levantándose "quiero corroborar algo, su majestad. No demoro"
Sin esperar la respuesta de Murad, antes de que la niña volviera, Beatrice saltó de la cama para poder salir de la habitación, rodando en el piso por lo alta que era.
Haciendo un esfuerzo monumental, ya que sus patas eran gorditas y cortas, y le costaba mantener el equilibrio, así, pudo encontrar la habitación de su hermana al final del pasillo del enorme camarote.
—¿Corinne?—preguntó la nana—¿Aún te duele? ¿Quieres te dé otro te para el dolor?
Su hermana, sentada en la cama, y con la cabeza gacha, negó mientras se disponía a escribir en su pequeña libreta de notas. Lo que hubiera escrito, provocó que la otra mujer palideciera.
—¿Embarazada? ¿Del capitán?—preguntó horrorizada—Entonces... al final él te obligó, ¿no?
La nana estaba horrorizada, había simpatizado con Corinne debido a su humildad y al ser alguien débil por su sordera. Al no poder defenderse, ni gritando, no pudo evitar derramar una lágrima. En ese barco, ella había visto de todo, pero no con alguien tan jovencita como ella.
—Cuando atraquemos en la bahía—le dijo—intentaré escaparme e ir a la comisaria, ¡de pronto haya algún familiar tuyo que reportara tu desaparición! Por ahora, ¿te gustaría que retoque tu maquillaje?
Corinne asintió, todo mientras Beatrice miraba con dolor lo que estaba ocurriendo. Sentía el dolor de su hermana, quien también tenía que lidiar con la maldición y ahora con su amnesia, reflejado en todo lo que ella misma había sufrido mientras el demonio la había mantenido cautiva.
Cuando la nana de la niña estaba por aplicarle un retoque de polvo, el movimiento brusco del barco hizo que casi se cayera. Dejando de lado la pequeña polvera, miró a través de la ventana para saber lo que estaba ocurriendo, temiendo que se trataran de piratas.
—¿Un barco de la armada real?—susurró nerviosa la nana—¿Pero por qué detuvieron el barco?
Un barco real solo podía detener a uno comercial, si había sospecha de algún delito o si se sospechaba de que algún pirata iba a bordo. Por consiguiente, preocupada, la nana cerró con seguro el camarote principal y movió un mueble para obstruir la entrada.
Debía procurar la seguridad de la hija del capitán, así como de la dama de compañía de esta, quien en realidad era su amante. Una vez aseguró todo, incluyendo las ventanas, tomó a todos, incluyendo a Beatrice, y los encerró con ella en la habitación de la niña.
Porque siempre los dioses caprichosos y los demonios malditos hacen con los hombres no se les antoja su gana...
aaaag. que coraje
teníamos que saber esto???!!!
y al regresar baba aseguró que habian perdido su virginidad...
ahí ya no entendí.
ahora lo desoreciaran por flaco y feo jajajaja
o la que se suicidó??/Skull/
sublime
hermoso
maravilloso...
Ojalá le hagas justicia a este héroe...
será en defensa propia
por eso corrompe y laceraba el cuerpo de Beatriz?
como venganza. por su hermano maldito demonio
suena que está madre tiene mucho que ver con la maldición de sus hijas
alguien me puede informar?
será épico este novelon
ya que acabe la masacre
parece los pasajes de Edgar Allan poe
me estoy confundiendo