Elena es la primera princesa del imperio Viton, su padre la ama sobre el resto y le permite hacer cosas que se consideran de hombres así reciba quejas por esto.
Gracias a esto sus hermanas la envidian y la engañan una vez, permitiéndoles dañarla grandemente haciéndola desaparecer.
Elena no muere aunque era lo que querían pero su rostro fue destrozado y le impide regresar.
Vive con el médico que la salvo y a su cabaña llega la solución a sus problemas, un rostro nuevo, una vida nueva, pero tendrá que pagar por eso al ayudar a su nuevo esposo a completar también su propia venganza. Intentando en el camino de superar dejar atrás todo lo que vivió ¿podrán amar de nuevo?.
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Cap 17
Andrea se acostó en la cama y se quedó dormida, como si intentara por todos los medios posibles esa noche logró no tener pesadillas.
Max se despertó dos veces en el transcurso de la noche pero al no escucharla siguió descansando.
A la mañana siguiente ambos despertaron siguiendo sus rutinas, Max saliendo antes que ella esperándola en el comedor y Andrea arreglándose en compañía de Silvia.
Llegó al comedor y su esposo ya la esperaba al igual que sus cuñados y esposas, aunque su mirada no era agradable por lo menos no le decían nada.
Se sentó a un lado de Max hasta que llegaron los duques, se puede decir que la comida fue en silencio y la duquesa intentaba no mirar a Andrea.
Después de la comida Andrea regresó a su habitación pero en vez de volver a la cama se quedó en el jardín con Silvia, lo menos que quiere es continuar encerrada.
—Silvia, creo que no me molestarán hasta el banquete en el palacio —verse ignorada de cierta forma y conocer a la duquesa solo la lleva a saber que intentarán golpearla en el banquete.
—Eso parece —Andrea sonrió al imaginarse eso, en el palacio cualquier error puede llevarla a la muerte.
—Si intenta golpearme, ten por seguro que se lo devolveré multiplicado por mil.
Se quedó mirando a la nada y recuerdos de ella en el palacio aparecían, conoce cada lugar de aquel inmenso palacio.
Los siguientes días Andrea se relajo, podía pasar tiempo en el patio de su habitación, en el jardín y nadie la molestaba, las comidas continuaron siendo silenciosas y las noches no sabe realmente cómo fueron pero Max no volvió a despertar a su lado.
Está noche sería el día que debía pintar su cabello, las raíces eran una línea muy fina pero igual debía cubrirlas, ya que al día siguiente irían al palacio.
Despacho a Silvia en cuanto Max llegó, aunque confiaba en su doncella tener que explicarle lo que haría aún siente que no es el momento.
—Pero… no se te nota —dijo Max mirándole el cabello, ella está sentada frente a la mesa de maquillaje y él de pie intentando detallar lo que ella quería cubrir.
—Mira bien, ya tengo esto… —agarro un mechón de cabello y lo estiró señalando la raíz con su dedo — mi cabello es demasiado brillante, tengo que ocultarlo.
—Cierto —él sonrió al no notarlo —lo que digas ¿En que te ayudo?
—Creo que será difícil que me ayudes, ni siquiera puedes verlo.
—No te preocupes, yo te ayudo.
Max con toda la delicadeza del mundo tomó un pincel en su mano, como si estuviera escribiendo una caligrafía ayudó a Andrea a pintar las raíces del cabello.
Ella a través del espejo lo miraba, le parecía lindo que él estuviera dispuesto a eso, los ojos de Max estaban en su cabello, verlo tan concentrado le daba seguridad que quedaría perfecto.
Al estar lista se levantó quedando frente a Max.
—Gracias por tu ayuda. —dijo con vergüenza y camino hacia el baño.
Max la siguió, para ayudarla pero se detuvo antes de entrar.
—¿Necesitas ayuda?
—No, no te preocupes. —Andrea dentro del baño estaba nerviosa, estar de pie tan cerca de Max siempre es malo para ella. —salgo pronto.
Andrea se lavó el cabello, debía quitar el exceso y luego de hacerlo salió secando su cabello con una toalla.
—¡Marcos! Vota el agua sucia.
—Cómo ordene. —Marcos entró por la puerta de servicio, limpio el baño, es el único hasta ahora que conoce la realidad y eso porque pueden necesitarlo.
Andrea siguió a la cama y se sentó, tener de cómplice a Max no es del todo malo.
—Gracias.
—Mañana vamos a ir al palacio, recuerda tener cuidado.
—Lo sé —Andrea levantó la mirada conectando con Max —tú también deberías cuidarte, recuerda que cualquier error puede significar la muerte.
—Lo entiendo —Max se sentó en la cama a cierta distancia de Andrea —Elena, ¿Piensas regresar al palacio?
—Si, creo que regresaré en cuanto pueda hablar con mi padre pero antes acabaré con la duquesa, no quiero que sufras.
—Bien —Max se levantó, realmente no quería recibir esa respuesta aun así sabe que es lo mejor.
Andrea lo miro caminar hacia el lugar donde duerme, intentó minimizar lo que pasó y siguió secando su cabello, cuando estuvo lista se acostó.
Al día siguiente la mansión es un caos, la duquesa junto a sus nueras tienen a los sirvientes corriendo de un lado al otro, ya que quieren estar perfectas para cuando les toque entrar al palacio.
Andrea recordó a la duquesa en los eventos del palacio, su forma de expresarse y llevarse con el resto la hicieron pensar que era buena persona, sin embargo, conocerla en su mansión la llevó a destruir la buena imagen que tenía de ella.
Todos dicen que la duquesa es una buena mujer, tan dulce como el mejor postre y tan sencilla y cara como una pieza de jade.
“¡Qué equivocados estábamos!” —pensó al recordarlo mientras Silvia le peinaba el cabello.
—Señora, ¿Que haremos en cuanto lleguemos?
—Nada Silvia, deja que sea la duquesa quién ataque primero, solo intenta no alejarte de mí.
—Lo que diga.
Max en su despacho organizaba algunas cosas, el viaje al palacio sería un tanto largo y seguramente regresarían al siguiente día. Serían cuatro horas de viaje en carruaje por eso debían salir temprano.
Ya tenía el obsequio que le daría a la emperatriz, una escultura extraña con forma de dragón conseguida en el mar Crisal que divide este imperio y el vecino, era una pieza única y majestuosa que tiene cuidadosamente guardada para evitar que algo le pase.
Mientras tanto Andrea se arreglaba en la habitación, estaba tranquila ya que sabía que aquellas mujeres no la molestarían, no ahora.
Se colocó su hanfu comprado con anterioridad, usó el color rojo para esta ocasión que tiene detalles en el borde en blanco y dorado.
Se miró al espejo quedando encantada con su apariencia.
—Perfecto —al llegar la hora de partir salió de la habitación, Marcos la esperaba quien la había dado aviso.
Mientras caminaba por el pasillo vio a la duquesa junto a sus nueras saliendo apresuradas aun arreglando sus zapatillas y otras el cabello, aunque se levantaron temprano era ya mediodía y seguían sin estar listas.
—¡Qué pérdida de tiempo! Siguen espantosas —dijo a Silvia quien sonrió.
—¡Señora!
—Solo digo verdades Silvia.
El carruaje donde se iría junto a su esposo ya estaba fuera, se subió y solo en ese momento vio que Max ya estaba dentro.
Sintió nervios al imaginar viajar a su lado por cuatro horas ¿De que hablarían?