"Fantaseo Con Esas Curvas" es una novela que narra la historia de un hombre que, a pesar de los estereotipos y las normas sociales, se enamora perdidamente de una mujer con sobrepeso. Alejandro, un joven exitoso y atractivo, ha pasado toda su vida rodeado de mujeres delgadas y "perfectas" según los cánones de belleza establecidos. Sin embargo, un día conoce a Sofía, una mujer con curvas generosas que cautiva su corazón desde el primer momento. A medida que su relación avanza, Alejandro debe enfrentarse a sus propios prejuicios y a la presión de su entorno, que no entiende cómo puede estar enamorado de alguien que no encaja con los ideales de belleza tradicionales. Sofía, por su parte, lucha por aceptarse a sí misma y superar sus inseguridades, mientras descubre que el amor verdadero puede encontrarse en los lugares más inesperados.
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Capitulo 19
Alejandro
Sostengo a Sofía entre mis brazos, sintiendo cómo su cuerpo tiembla por los sollozos. Mi corazón se estruja al ver el dolor reflejado en su rostro, y siento una ira incontenible hacia Marcos y todos aquellos que se atreven a juzgarla de esa manera.
-Sofía, mi vida -murmuro, acariciando suavemente su cabello-. No llores, por favor. Tú eres la mujer más hermosa, dentro y fuera, que he conocido en mi vida.
Ella levanta la mirada, y veo cómo las lágrimas siguen deslizándose por sus mejillas.
-Pero, Alejandro, ¿y si tienen razón? -susurra, con la voz entrecortada-. ¿Y si no soy lo suficientemente buena para ti?
Tomo su rostro entre mis manos, mirándola con una intensidad que parece consumirme por dentro.
-Escúchame bien, Sofía -digo, con una convicción que brota de lo más profundo de mi ser-. Tú eres la mujer perfecta para mí, la única con la que quiero compartir mi vida. Nada de lo que digan los demás podrá cambiar eso.
Veo cómo una pequeña chispa de esperanza se enciende en sus ojos, y me llena de alivio ver cómo poco a poco, la angustia va cediendo en su mirada.
-Alejandro, yo... -vacila, acariciando suavemente mi rostro-. No sabes cuánto te amo, mi amor. Y no quiero que nada ni nadie se interponga entre nosotros.
-Ni yo, Sofía -respondo, sintiendo cómo mi corazón late desbocado-. Tú eres lo más importante en mi vida, y no voy a permitir que nadie se atreva a cuestionar lo que siento por ti.
La beso con una ternura y una pasión que parecen consumirme por dentro, y siento cómo Sofía corresponde a mi beso con la misma intensidad. Es un momento mágico, en el que nuestras almas parecen fundirse en una sola.
Cuando finalmente nos separamos, nuestras miradas se encuentran, y veo reflejado en sus ojos un brillo de determinación que me deja sin aliento.
-Alejandro, quiero que sepas que no me importa lo que digan los demás -dice, con una voz firme-. Lo único que me importa eres tú, y el amor que compartimos. Juntos podremos superar cualquier obstáculo.
Sonrío, sintiendo cómo mi corazón se hincha de orgullo y admiración.
-Eso es lo que más me gusta de ti, mi amor -respondo, acariciando suavemente su rostro-. Tu fortaleza, tu valentía y tu capacidad de enfrentar cualquier reto a mi lado.
Sofía me regala una sonrisa radiante, y se acerca para depositar un suave beso en mis labios.
-Entonces, ¿qué te parece si ignoramos a esos imbéciles y disfrutamos de nuestra noche, mi amor? -propone, con una mirada traviesa.
Suelto una carcajada, sintiéndome más afortunado y pleno de lo que he estado en mucho tiempo.
-Me parece una excelente idea -respondo, tomando su mano entre las mías-. Vamos a crear nuestros propios recuerdos, lejos de las miradas y los juicios de los demás.
Caminamos juntos hacia el sofá, donde nos acomodamos en un cálido abrazo. Sofía se acurruca contra mi pecho, y yo la envuelvo con delicadeza, saboreando la calidez de su cuerpo y la dulzura de su aroma.
Durante un largo rato, permanecemos en silencio, simplemente disfrutando de la mutua compañía y de la conexión que nos une. Es un momento de paz y tranquilidad, en el que todo lo demás parece desvanecerse, dejándonos sumidos en una burbuja de intimidad y complicidad.
Finalmente, Sofía levanta la mirada y me regala una sonrisa llena de ternura.
-Alejandro, ¿puedo preguntarte algo? -murmura, con una timidez que me resulta encantadora.
-Por supuesto, mi amor -respondo, depositando un suave beso en su frente-. Puedes preguntarme lo que quieras.
Ella toma una profunda respiración, y puedo ver cómo su mirada se llena de determinación.
-¿Qué opinas de... de tener una familia juntos? -pregunta, con la voz ligeramente temblorosa.
Siento cómo mi corazón se acelera ante sus palabras, y una oleada de emociones me invade por completo. ¿Acaso Sofía está hablando de tener hijos? ¿De construir una vida a mi lado?
Acaricio suavemente su mejilla, perdiéndome en la profundidad de sus ojos.
-Sofía, mi amor -murmuro, sintiendo cómo la pasión y el cariño se entrelazan en cada una de mis palabras-. Nada me haría más feliz que poder tener una familia contigo.
Veo cómo una sonrisa se dibuja en su rostro, y siento cómo sus ojos se llenan de lágrimas de emoción.
-Alejandro, yo... -vacila, con la voz entrecortada-. Yo también lo deseo con todo mi corazón. Quiero poder criar a nuestros hijos juntos, brindarles todo nuestro amor y apoyo.
Sin poder contenerme más, la beso con una ternura y una pasión que parecen consumirme por dentro. Sofía corresponde a mi beso con la misma intensidad, y siento cómo mi mundo se reduce a ella y a la magia que nos envuelve.
Cuando finalmente nos separamos, nuestras miradas se encuentran, reflejando una complicidad y una sintonía que me dejan sin aliento.
-Te amo, Sofía -susurro, acariciando suavemente su rostro-. Y no sabes cuánto me alegra saber que tú también quieres intentarlo conmigo.
Ella sonríe y se acurruca aún más cerca de mí, dejándose envolver por el calor de mi cuerpo.
-Yo también te amo, Alejandro -responde, en un susurro casi inaudible-. Y estoy lista para dar este paso contigo, sin miedo y con toda la confianza del mundo.
Permanecemos así durante un buen rato, simplemente disfrutando de la mutua compañía y de la calidez que nos rodea. Es un momento mágico y único, y siento cómo mi corazón se hincha de una felicidad que parecía inalcanzable.
De pronto, el sonido del teléfono me sobresalta, y siento cómo una punzada de preocupación me recorre el cuerpo. ¿Y si es Marcos de nuevo, con más comentarios despectivos?
Sofía me mira con una expresión de inquietud, y puedo ver cómo la tensión se apodera de ella.
-Tranquila, mi amor -digo, depositando un suave beso en su frente-. Seguramente es solo una llamada de trabajo.
Me levanto del sofá y me dirijo a la cocina, donde había dejado el teléfono. Al ver la pantalla…
Mientras ellos sean felices, los demás les resbale.