Después de casi cinco años de una relación donde Adrien Gautier amaba de manera incondicional, decide liberar al aparentemente indiferente periodista de nota roja, Carlo Mancini, convencido de que sus sentimientos no son correspondidos. Sin embargo, conforme Adrien avanza en su nueva vida, surge la pregunta intrigante: ¿Carlo experimenta celos hacia su mejor amigo?
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📌Tercer novela de la trilogía: Hermanos Mancini
📌 Relación gay
📌 M-preg
(No pregunten si habrá alguna pareja heterosexual, porque no hay)
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Capítulo 16. Egoísta
—¿Y ese suspiro? —la voz de su hermano menor, Luka, lo sacó de sus pensamientos. Luka colocó una taza de café frente a él y se sentó del otro lado, quedando frente a frente.
Carlo suspiró nuevamente antes de responder. Observó la humeante taza de café como si en ella pudiera encontrar respuestas a sus problemas emocionales con Adrien Gautier.
—Problemas —respondió vagamente, dejando entrever la complejidad de sus sentimientos.
Luka, siempre perceptivo, notó la evasiva respuesta de Carlo y decidió abordar directamente el tema que estaba causando su malestar.
—Nunca estás así por problemas en el trabajo —observó Luka mientras mordía una galleta—. Es por Adrien, ¿verdad? —añadió sin esperar realmente una respuesta, pues ya conocía la respuesta en parte—. ¿Qué te hizo ese hijo de perra? Bueno, no importa, iré a romperle su hermosa cara —Luka se disponía a levantarse, pero Carlo lo detuvo agarrándole la muñeca y lo hizo sentarse nuevamente.
—Espera, Luka, no es por él —Carlo intentó explicarse, sabiendo que Luka probablemente no lo creería por completo—. Bueno, no del todo —admitió finalmente, reconociendo que Adrien tenía un papel en sus problemas emocionales.
—Oh, mierda, lo sabía —Luka volvió a levantarse, esta vez sin dejar que Carlo lo detuviera.
—Espera, Luka, no vayas a hacer nada de lo que te arrepientas después —rogó Carlo, sabiendo lo impulsivo que podía ser su hermano menor cuando se trataba de protegerlo.
—Ni aunque muera me arrepentiré de golpear a ese hijo de perra —dijo Luka con rabia contenida.
—Es que no es él el problema —Carlo se apresuró hacia él y lo hizo girarse para encararlo—. Soy yo —confesó finalmente, bajando la mirada con pesar y retrocediendo un poco.
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—Entonces, ¿quieres hablar de ello o no? —Luka se cruzó de brazos y se recargó sobre el respaldo del sillón, esperando una explicación clara y sincera.
Desde que Carlo lo había detenido en la puerta, habían pasado más de veinte minutos en total silencio, con el único sonido de fondo siendo el tic-tac del reloj de pared. La paciencia de Luka estaba llegando a su límite.
—Creo... creo que yo... —Carlo murmuró, visiblemente nervioso ante la idea de confesar sus sentimientos—. Realmente no lo sé.
—Carlo, ¿cuántos años tienes? ¿Quince? Dilo de una maldita vez —instó Luka, sintiendo la urgencia de obtener una respuesta clara.
—¡Bien, bien! —Carlo respiró profundamente, mirando al suelo antes de levantar la mirada y encontrarse con los ojos expectantes de su hermano—. Yo, creo que me... Creo que me gusta Adrien.
El aire pareció congelarse al igual que el tiempo. El sonido del reloj parecía lejano y pronto desapareció en la nada. Luka se quedó pasmado al escuchar tremenda declaración. Incluso podía jurar que olvidó cómo respirar. Pasaron más de cinco minutos en completo silencio hasta que el menor decidió romper el hielo.
—¿Dijiste lo que creo que dijiste? —la incredulidad en sus palabras era palpable.
—Tampoco lo puedo creer —admitió con pesar—... Juraba que no sentía nada por él, pero cuando lo vi olvidarme... cuando lo vi con ese idiota —Luka se sorprendió por la saña que usó su hermano en las últimas palabras.
Carlo era una persona tranquila que no se metía en problemas ni mucho menos se alteraba; incluso en situaciones desesperantes, se mantenía imperturbable. Sin embargo, en ese momento, era todo lo contrario: cejas arrugadas, puños apretados con fuerza sobre su regazo y mandíbula tensa, como si quisiera golpear a alguien.
—Entonces no te gusta —habló Luka después de varios segundos en silencio. Carlo levantó la mirada confundido.
—¿Por qué lo dices?
—Es sencillo, hermano —Luka se recargó sobre el respaldo del sillón y se cruzó de brazos—. Antes no te preocupaba por él ni correspondías sus muestras de cariño, pero ahora que otra persona está a su lado, te sientes reemplazado y eso es lo que verdaderamente te molesta —Carlo se quedó en silencio, analizando las palabras de su hermano menor—. Únicamente estás encaprichado con él porque siempre te mostró cariño, pero ahora que no tienes su atención, y sabes que otra persona puede enamorarlo y hacer que te olvide para siempre, te enojas. No te gusta, simplemente no quieres quedar como un segundón.
Carlo apretó aún más las manos y se inclinó hacia adelante—. Ese es el problema, no quiero que me olvide. —Admitió con un matiz de tristeza.
—¿No era lo que querías al principio? ¿No odiabas su obsesión por ti? —Luka se acomodó en el sillón y bebió un poco del té que tenía enfrente—. No te gusta, simplemente odias el hecho de ser reemplazado.
—¡Por supuesto que no! —gritó— él terminó el estúpido contrato antes de tiempo por ese maldito imbécil americano.
—Odiaste a Adrien por hacerte firmar ese contrato, y créeme, yo también, pero antes pedías a gritos que terminara de una maldita vez, ¿Qué fue lo que cambió?, te lo diré, apareció esa persona y perdiste la atención que tenías —la voz de Luka sonaba tranquila, pero se podía percibir un poco de reproche—. Aunque Adrien no es de mi agrado, debo admitir que me molestaba verlo arrastrándose por ti y tú ni siquiera le ponías un poquito de atención.
—¿Eres mi hermano o el de él? No entiendo por qué lo defiendes ahora si sabes la clase de persona que es —Carlo arrugó las cejas y miró a Luka con coraje—. Incluso te golpeó.
—Bueno, una cosa no tiene que ver con la otra. El imbécil se arrastraba por ti y era molesto verlo, muchas veces quise decirle que tuviera un poco de amor propio, pero también disfrutaba verlo humillarse.
—Estás completamente loco.
—Lo sé y, ¿sabes qué más sé? Sé que eres un egoísta de lo peor. Carlo, al fin dejó ese amor ciego por ti y se quiso más a sí mismo. Antes lo rechazabas cada vez que podías, y ahora que se va, quieres retenerlo, ¿No crees que ya ha sufrido mucho tus desplantes y merece ser feliz?
—Claro, pero no al lado de Cedric.
—Tampoco a tu lado —Carlo relajó las cejas y se incorporó mientras veía a Luka ponerse de pie—. Deja de ser egoísta y acepta lo que siempre quisiste. Él ya se arrastró mucho por ti, déjalo libre.
Luka se dio media vuelta dejando a su hermano completamente sumido en sus pensamientos. Tal vez Luka tenía un poco de razón en algunas cosas, pero Carlo estaba decidido a no dejar que Adrien se alejara tan fácilmente. Aunque podía reconocer que sus sentimientos eran egoístas en cierto sentido, no podía evitar querer mantener a Adrien a su lado, al menos por un tiempo más.
Se levantó de la silla y se acercó a la ventana, contemplando el paisaje nocturno que se extendía frente a él. Las luces de la ciudad parpadeaban en la oscuridad, creando un ambiente sereno y contemplativo. Carlo suspiró profundamente, tratando de encontrar claridad en medio de la confusión emocional que lo invadía.
No podía negar que la idea de dejar ir a Adrien le resultaba dolorosa. Habían compartido tantos momentos juntos, habían construido una conexión profunda a lo largo del tiempo (aunque él se hubiera dado cuenta hasta ese momento), y ahora, enfrentarse a la idea de separarse era como perder una parte de sí mismo. Pero también estaba el aspecto egoísta de querer retener a Adrien a su lado, de no querer aceptar que tal vez era hora de dejarlo libre para que pudiera encontrar su propia felicidad, incluso si eso significaba que fuera sin él.
Carlo se sentó de nuevo en la silla, con la mirada perdida en el café que ya estaba casi frío. Se sentía atrapado entre el deseo de seguir aferrándose a Adrien y el conocimiento de que quizás era hora de soltarlo. Era una batalla interna que lo consumía, dejándolo sin saber qué camino tomar.
Al final, decidió que no podía tomar una decisión apresurada. Necesitaba tiempo para reflexionar, para entender sus propios sentimientos y motivaciones. Quizás hablar con Adrien sería el primer paso, aunque sabía que no sería una conversación fácil.
Con esa determinación en mente, Carlo guardó la taza de café y se dirigió a su habitación. Sabía que la noche sería larga y llena de pensamientos, pero estaba decidido a enfrentar sus emociones y encontrar la mejor manera de seguir adelante, sea cual sea el resultado.
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Ando inspirada 🫰🏻 dejen sus comentarios porfas, eso me anima mucho 🥰