Al Diablo Tus Reglas

Brandon

Estamos en la gala y asisto con Guadalupe quien usa un lindo vestido, se que mí padre estará al igual que mucha gente importante y futuros socios, es un evento para entablar relaciones laborales.

Veo entrar a mí secretaria y luce demasiado sexy, quizás hasta un poco extravagante y se que ésta noche será mía. Ella viene a mí lado donde también está mí esposa. La mesa en la cual nos sentamos estaremos los tres junto a gente de mí confianza. Mí secretaria rápidamente ocupa el puesto junto a mí mientras que mí esposa queda justo en frente. Era inadecuado, lo sé pero después de todo solo cenaremos.

Intento bromear y mí amante me sigue el juego, creyendo que Guadalupe no sabría usar todo lo dispuesto en la mesa pero si lo sabía. Ella emanaba elegancia, quien la viera creería que es una joven refinada.

Al acabar de cenar se inaugura la pista de baile y llevé de la mano a Guadalupe aprovechando una pieza clásica pero más rápida creyendo que no podría seguir mí ritmo pero casualmente es una buena bailarina. Muchos hombres se le quedan mirando y no me gusta eso así que volvemos a la mesa pero mí secretaria me pide bailar con ella así que acepto.

La pista se puso caliente, me reía nervioso por todo lo que me hablaba al oído anticipando la noche que nos espera. Pasaron varias canciones y seguíamos bailando muy a gusto.

Cuando volví a la mesa Guadalupe no estaba, miré en todas las direcciones pero tampoco la vi, creí que estaría en el baño y no le di importancia ya que las mujeres demoran mucho allí porque se retocan el maquillaje y esas cosas. Pasó aún más tiempo y ella aun no regresaba, así que aunque no quería fui a preguntarle si no la había visto. Me dijo que se había ido hacia al menos dos horas.

¿Por qué no me avisó? No lo sé pero ya que se fue aproveché a pasar la noche con mí secretaria quien me provocó en cada oportunidad que tuvo. Llegamos a su apartamento y comenzamos a desnudarnos antes de llegar al cuarto, finalmente la hice mia hasta que ambos caímos agotados y acabé quedándome dormido.

Llegué a casa y me di una ducha que necesitaba con urgencia. Me informaron que mí mujer no se encontraba, se había ido hacia horas. La llamé al menos diez veces pero me daba el contestador, no estaba apagado porque aveces sonaba una o dos veces. Cuando llegó yo estaba furioso, ¿Que estaba haciendo tan importante para no atenderme?

Comenzamos a discutir y fue porque yo empecé a reclamarle, acabó llevándome a la habitación donde me arrojó uno a uno todos los vestidos que le compré para que me acompañe a eventos importantes. Hasta me abofeteó porque creí que eran celos pero de verdad no supe que tanto la había humillado. Yo mismo falté a mí palabra, le fui infiel incontables veces y no fui discreto.

No me quedó más remedio que pedirle a dos sirvientas que me ayudaran a retirar todos los vestidos de gala. Creí que estaba loca, eran carísimos, todos cursan el equivalente a dos o tres meses de salario y ella los tira. Cualquier mujer en su posición estaría disfrutando los beneficios que puede obtener ¿Por qué ella no?

La ley de hielo se extendió por semanas, hasta mis sirvientes me miraban mal. Lo único que faltaba era que ella tuviera su cariño y lealtad y yo que les pago no, manga de ingratos.

Fui a algunas cenas con mí secretaria pero notaba que no le agradaba a muchas personas, no entendía el motivo. Llegó el evento más importante del año y no podía ir con mí amante, lo más vergonzoso es que llegué con mí padre para no ir solo.

La mayoría me preguntaba por mí esposa y decían cuan bella era. Algunos amigos de mí padre comentaron con él que ojalá sus hijos consiguieran una esposa así. Definitivamente creí que todos estaban locos.

Todas las parejas se fueron a la pista de baile y solo unos pocos estaban sentados sin pareja. Algunos hombres de mucha trayectoria quiénes eran viudos, entre los cuales estaba mí padre y yo que tenía esposa pero en casa

-¿Me concedes esta pieza?- preguntó mí padre extendiendo su mano con burla y riendo a carcajadas

-*Padre la gente te está viendo, por favor compórtate

-¿Ahora te importa la gente? Que curioso. No te importó el que dirán ni como dejaste en ridículo a una buena mujer. Tu esposa no es lo que tú crees y además no merecía tales humillaciones, ahora por tonto tienes que asistir solo. Jamás creí que me pudieras desilusionar tanto hijo. No sé en qué fallé contigo*.

Esas palabras me hirieron más que un golpe, siempre mí padre fue todo para mí pero ahora lo escucho decir algo así, cuando esperaba una felicitación por mí trabajo

-Padre no puedes decirme eso, he trabajado por años en la empresa y ahora que estoy al mando todo marcha bien, incluso gané millones

-Tienes millones, éxito, ¿Eres feliz? Ahora crees que si, pero cuando enfermas ¿Quien está contigo? tus empleados porque es su deber y yo, ¿Quien más? Ahí tienes la gran lista de gente que te quiere y aprecia como ser humano. El dinero no es todo y no compra la felicidad. Mejor me retiro, ni siquiera mí compañía mereces, pídele a tu chequera que baile contigo y te haga compañía. Adiós

Llegué temprano a casa y lloré por primera vez en muchísimo tiempo, años quizás. Nadie estaba para darme un abrazo y decirme que todo mejorará.

Mí mujer duerme plácidamente ajena a todo lo que ocurre a su alrededor, creí que podría abrazarla mientras dormía pero hasta en sueños murmura "Te odio Braulio como te llames" y me aparta. Ella es un récord, me odia hasta cuando duerme.

Meses pasaron en los que intenté estar bien con Dios y con el Diablo, con mí padre y con ella. Con papá todo ha mejorado pero ella sigue haciendo de cuenta que soy invisible, incluso come con la servidumbre en la cocina mientras yo me quedo en el comedor.