Alexander Sullivan nunca deja que las emociones nublen su juicio. Todo en su vida es medido y calculado… hasta que llega Valentina Reyes, su nueva asistente, quien, con su torpeza y su encanto natural, pone a prueba su paciencia y despierta en él un deseo que no puede ignorar.
Valentina necesita este trabajo para ayudar a su familia, pero su jefe es el hombre más intimidante y exigente que ha conocido. A pesar de eso, no puede evitar sentirse atraída por él. Lo que comienza como una relación estrictamente profesional se convierte en algo mucho más peligroso cuando la tensión entre ellos se desborda.
¿Podrá Valentina derretir el corazón de Alexander?
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Capítulo 16
Valen apenas podía procesar lo que acababa de pasar. Un beso más de su jefe, pero esta vez, la besó como un hombre que finalmente aceptaba que lo quería, que lo anhelaba. Y Valen sin duda se aferró a esa boca y a se cuerpo como si su vida dependiera de ellos.
Pero cuando el beso terminó ella volvió a ver esos ojos titubear, y si sabía lo que venía, la duda, el miedo, el retroceso así que ella no dudo se giro y salio como si nada de la oficina. Era claro que él lo desea y en sus momentos de debilidad caía sin más ante el deseo, aunque luego volvía a caer en su frialdad. Por lo cual Valen no iba a seguir rogando, iba a darle un giro a la situación.
Eso tardecita/noche hubo una nueva reunión de chicas, como en cada reunión el tema central era el ogro. Su amiga y su hermana estaban cansadas de la ambivalencia de Alex por lo cual tomaron cartas en el asunto. El plan A era sencillo volver loco a el maldito jefe y si eso no resultaba el plan B era celos enfermizos, ambos siempre daban resultados.
Para el plan A necesitaban un cambio de imagen rotundo, ya no más la recatada secretaria, ahora daban paso a la sexi secretaria. Pero cuando fueron al armario de Valen se dieron cuenta que el plan fracasaría en un santiamén si se basaban en el gusto de Valen.
-Esto es un fracaso- grito Anastasia.
-¿Por qué? - pregunto Valen con su típica cara de inocente.
-¿Hablas en serio, hermanita?- parece que estás en un concurso de monja con ese armario.
-A mí me gusta- replico ella.
-Exacto, por lo que no podemos usar nada de eso- dijo Ana- déjalo en mis manos- Y tomo el teléfono para llamar a valla saber quien.
-No estoy segura- dijo en susurro Valen a Cami mientras Ana seguía al teléfono.
-Listo- dijo efusiva Anastasia cuando se giró hacia ellas- Vamos que nos esperan.
-¿Quién?- Valen dudo al hacer la pregunta, temía la respuesta.
-La mejor tienda de ropa de Londres nena, no vas a conquistar a nadie con todo eso.
Y así las tres partieron rumbo al cambio de imagen de Valentina.
Durante cuatro horas locas la tuvieron caminando del probador a la sala para mostrar todas las prendas que habían elegido para ella.
-Eso es nena, con todo esto lo vas a volver loco- grito Ana.
-Ana- Valen dudo, pero hablo- no puedo pagar todo esto.
-Lo sé, pero yo si- y le guiño un ojo.
Valen se retorcía en el lugar por la culpa de hacerla gastar dinero.
-Hagamos un trato por tres años no te regalo nada, ni por cumpleaños, navidad, ningún día especial ¿Si?- dijo Ana tratando de persuadirla.
-Que sean cinco.
-Ok, porque falta lo más importante- dijo tirando de ella y Cami las seguía.
-Joder NO- grito Valen cuando vio la casa de lencería más sexi y cara de todo Londres.
-Claro que sí.
Y sin más las tres se adentraron al lugar.
Después de esas horas locas Valen se quedó sola en su casa con todas las instrucciones que ambas le dejaron. Quería seguir todo al pie de la letra, aunque no sabía si se iba a animar.
Esa mañana se levantó, se bañó y se pudo todo lo que dejaron apartado para ella. Era un conjunto de lencería negro de encaje, una camisa blanca demasiada escotada, una pollera tubo negra más corta de lo debido, un saco a juego con la pollera y unos tacones mortales.
Una vez lista se miro al espejo y bufando salio rumbo al tabajo.
Alexander ya habia llegado a la oficina y estaba decidido a retomar el control. No podía permitirse seguir cayendo en esto.
Por su parte Valen tomo unas carpeta que debia firmar y entró con la agenda del día. Él estaba listo para recibirla con su habitual frialdad hasta que levanto la vista, dudo se le seco la garganta y se recompuso lo mas rapido que pudo.
-Reyes, a partir de hoy, trabajaremos con la mayor profesionalidad, no quiero distracciones.
-¿Distracciones? O esas distracciones- dice ella- claro señor Sullivan, entiendo-
Alexander apretó la mandíbula.
-No debimos cruzar esa línea. Fue un error.
-Un error es de una vez, mas de una vez no califica, pero comprendo.
Ella caminó lentamente hacia él, se inclinó sobre el escritorio y extendió unas carpetas.
-Debe firmar estos contratos.
Los ojos de Alex viajaron sin más al escote de Valen, donde de veía sus carnosos pechos cubiertos por un encaje negro que dejaba ver más de lo debido.
-Señor Sullivan- dijo ella y por dentro su sonrisa se ampliaba.
-Si claro- se aclaró la garganta y empezó a firmar mientras Valen le indicaba donde todavía inclinada sobre el escritorio y el televisor detrás de ellos dejaba ver su culo redondo.
Alex firmo lo mas rapido posible y ordeno a Valen retirarse, mientras ella caminaba revoleando sus caderas el se acomodaba su incomoda ereccion que lo estaba matando.
-Esto es guerra querido jefe- se susurro para sus adentros.
A la hora del almuerzo, Valentina estaba decidida a demostrarle que la frialdad no cambiaría lo que había pasado.
Cuando se encontró con Alexander en el comedor privado, sonrió con desafío y se sentó frente a él.
-¿Sabe lo curioso, señor Sullivan? Puede decir que fue un error las veces que quiera, pero su mirada lo traiciona.
-Estás jugando con fuego, Reyes.
Valen se inclinó sobre la mesa del comedor con una sonrisa traviesa.
-¿Yo jugando?
Alexander cerró los ojos un instante, como si estuviera conteniendo algo. Y eso la hizo sentir victoriosa.
Después de almuerzo Alex salió del edificio por reuniones externas y no la llevo con él, Valen se preguntaba si había exagerado, pero ya era tarde para arrepentimientos.
En unas de sus idas y vueltas en busca de carpetas, Valen choca contra alguien y algo caliente se derrama por su pecho.
-Oh mierda- grito ella.
-Lo siento Valentina, no te vi- dice Nicholas con una sonrisa traviesa.
-Dios me está quemando, ¿Qué hago- decía sacudiendo su camisa?
-Tienes que echarte agua para bajar la temperatura- sugería inocente el Sullivan travieso.
-El baño está en reformas- dijo resignada Valen.
-Ve al de mi hermano, no está en su oficina.
Ella dudó y Nicholas lo vio.
-Yo te cuido que nadie entre, lo prometo.
Y así Valen corrió hacia la oficina de su jefe para poder apagar el fuego en su pecho.