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Las Sombras Del Rey

Las Sombras Del Rey

Status: En proceso
Genre:Romance / Maestro-estudiante / Apoyo mutuo / Batalla por el trono / Grumpyxsunshine
Popularitas:698
Nilai: 5
nombre de autor: IdyHistorias

Uno asesina, otro espía, otro envenena y otro golpea y pregunta después. Son solo sombras. Eliminan lo que estorba, limpian el camino para quien gobierna con trampas y artimañas.

No se involucran. No se quiebran.

Pero esta vez, los cazadores serán cazados.

Porque hay personas que no preguntan, no piden permiso, no se detienen.

Simplemente invaden… y lo cambian todo.

NovelToon tiene autorización de IdyHistorias para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Lo siento, mi amor: no sé amar suave

Dormí como no había dormido en años. Podría decir que era el cansancio de los últimos días, el agotamiento físico y mental que me urgía a dormir, pero sabía la verdad. La razón por la que había dormido tan tranquilo, tan en paz, como si todo estuviera bien, era porque la tenía a ella en mis brazos.

Llevaba un rato despierto, simplemente contemplándola, sintiendo la calidez de su cuerpo contra el mío. Había decidido ser yo mismo con ella, sin ocultar lo que sentía o pensaba. Y se sentía bien, tan bien que me asustaba lo fácil que era. También sabía, y confiaba, que si alguna vez hacía algo que le molestara, ella no dudaría en decírmelo. Esa franqueza era parte de lo que me atraía tanto de Clover.

Sin pensar demasiado, mis manos comenzaron a acariciar su pierna, que estaba enredada con la mía, suave y cálida bajo la tela de la camisa que le había prestado. Mis manos, ásperas y duras por el trabajo, recorrieron su piel, y me di cuenta de lo delicada que era comparada con la textura de mis dedos. Me detuve, temeroso de que mi toque fuera demasiado brusco.

Ella se movió ligeramente, inquieta, pero luego, sin abrir los ojos, susurró suavemente:

—Si no he dicho nada, es porque me gusta.

Sonreí, y dejé que mi mano volviera a acariciarla, esta vez sin miedo, disfrutando de la forma en que su cuerpo respondía al mío. Clover se acercó más, su respiración relajada pero consciente de mi toque. La sentía despierta, completamente presente.

De repente, se movió sobre mí, sus labios besando suavemente mi pecho, justo a la altura de mi corazón. Ese simple gesto me dejó sin aliento.

—Buenos días —susurró contra mi piel, su voz suave, casi provocativa.

Mi cuerpo entero se tensó. Cada parte de mí se despertó al instante, y no solo de manera figurada. Mi mente intentaba mantenerse bajo control, pero el resto de mí tenía otros planes. La quería. Quería estar con ella de todas las maneras posibles, sentirla completamente mía.

Respira, Ezran.

Mi mente repetía esa orden, intentando mantener la calma. No es muy pronto, me decía. Pero al mismo tiempo, una parte de mí se preguntaba si lo era. ¿Cuántas horas llevábamos siendo oficialmente pareja? ¿Era demasiado rápido pasar a lo siguiente?

Pero mi cuerpo no quería escuchar a la razón.

Clover se acomodó mejor sobre mí, sus ojos aún medio cerrados, su sonrisa suave. Sabía que ella podía sentir la tensión en mi cuerpo, y también sabía lo que estaba provocando.

—¿Estás bien? —preguntó en un susurro, su tono lleno de esa mezcla de ternura y picardía que me volvía loco.

—Define "bien" —respondí, mi voz un poco más tensa de lo que pretendía.

Ella rió, descarada como siempre, y pasó su mano lentamente sobre mi abdomen. No había forma de que no notara lo que le pasaba a mi cuerpo. Mi respiración se entrecortó mientras ella se pegaba más a mí, prácticamente encima mío, su cuerpo alineado con el mío de una manera que no me dejaba espacio para escapar del deseo que ardía entre nosotros.

Quería dar el primer paso. Ser yo quien controlara lo que estaba sucediendo. Pero Clover, siendo tan directa como era, decidió que ese momento le pertenecía. Me dio un beso ligero en los labios, y cuando intenté devolverle el beso, ella empezó a besarme juguetonamente el rostro, pequeños besos rápidos que me dejaban con ganas de más y me frustraban al mismo tiempo. Quería que se quedara quieta, pero también quería que siguiera. Era un maldito dilema que solo ella podía provocarme.

De repente, detuvo sus besos y, con su rostro a milímetros del mío, me miró con una sonrisa traviesa.

—¿Te estoy torturando mucho?

Esta mujer lo hacía a propósito, lo sabía. Su mirada, su sonrisa, todo me decía que disfrutaba viendo cuánto me controlaba. Pero yo no iba a dejar que ganara tan fácilmente. Al menos, eso intentaba convencerme a mí mismo.

Pero en ese momento, mientras ella se inclinaba más cerca de mí, una idea oscura pasó por mi mente, una idea que había intentado apartar. Sabía que Clover había estado sola durante mucho tiempo antes de conocernos. Sabía que había hecho cosas para sobrevivir, cosas de las que tal vez no quería hablar. No me importaba su pasado, no de la manera en que afectara lo que sentía por ella. Pero quería entenderla, quería saber por lo que había pasado, no para juzgarla, sino para comprender más de lo que había vivido.

Ella me miraba, esperando, y parecía notar que algo pasaba por mi mente.

—¿Tanto te estoy molestando? —preguntó, su tono medio burlón, pero con una chispa de preocupación.

Sabía que tenía que ser honesto, pero ahora no era el momento. Esto no era sobre su pasado ni mis inseguridades. Era sobre nosotros, aquí y ahora.

Me giré bruscamente con ella, haciéndola chillar un poco, atrapada por la sorpresa. Ahora era yo quien tenía el control, y le devolví los besos, esta vez sin jugar, sin contenerme.

—Claro que me torturas, mujer —le dije sin pena, mis palabras saliendo rápidas y directas—. Así que no hagas ningún movimiento si no quieres que te tome ahora mismo.

Vi cómo su rostro se enrojecía ante mis palabras, pero también había algo más en sus ojos: deseo puro. La atraje más cerca de mí, sentándome con ella sobre mí, nuestras respiraciones aceleradas.

—No voy a mentirte, Clover. Te amo. Pero también... te deseo, más de lo que puedo expresar.

Ella me miraba, casi sin parpadear, mientras mis manos la sostenían con fuerza.

—No sé cómo hacer las cosas de forma "correcta" —admití, con una mezcla de frustración y honestidad—. Por mí, no saldríamos de esta cama en días. Quiero oír mi nombre en tus labios mientras te hago mía. No sé si podré ser suave o delicado contigo, porque lo que siento por ti no es algo suave. Es fuerte, es salvaje, es algo que me consume.

Su mirada cambió, pero no era sorpresa. Clover se inclinó hacia mí, pero esta vez con una ternura que no había mostrado antes. Me abrazó con suavidad, sus manos recorriendo mi pecho mientras se acurrucaba contra mí, su respiración descontrolada empezando a calmarse.

La sostuve con fuerza, y le tomé el mentón suavemente, inclinando su rostro hacia mí.

—¿Fui muy rudo con mis palabras? —le pregunté, preocupado por si la intensidad de lo que sentía había sido demasiado.

Ella negó con la cabeza y sonrió levemente.

—No, es lo que yo también siento —murmuró—. Pero... —hizo una pausa, como si las palabras que seguían le pesaran más de lo que quería admitir—. A diferencia de ti, yo no sé si... —dejó la frase en suspenso, sus ojos bajando por un momento, insegura.

Inmediatamente sentí una necesidad de calmarla, de hacerle saber que estaba bien. Bajé mi cabeza hasta su cuello, buscando su piel con mi nariz, tomando un tono más juguetón para intentar aliviar la tensión que parecía haberse instalado entre nosotros. Mi cuerpo, que antes ardía de deseo, se iba calmando poco a poco, permitiéndome disfrutar de este momento de cercanía.

Ella suspiró profundamente y soltó, casi como si las palabras le quemaran:

—¿Y si no te hago feliz? —dijo, su voz apenas un susurro—. ¿Y si no sé qué hacer? —Continuó, sus manos todavía aferrándose a mí—. Soy muy yo, no soy... —vaciló un poco—. No soy muy femenina, ni nada de eso. Vamos, que si no tuviera el pelo largo, cualquiera me confundiría con un muchacho.

Me detuve por un segundo. No me esperaba eso de ella. Clover siempre había sido tan segura de sí misma, tan directa. Pero ahora, al escuchar esas inseguridades, sentí un nudo en el estómago. Yo mismo había sido el idiota que al principio la confundió con un muchacho.

Solté una risa suave, no para burlarme, sino porque era irónico que ella se sintiera así después de todo lo que habíamos pasado.

—Eres perfecta para mí, Clover —le dije, con toda la sinceridad posible—. Solo tenerte así, aquí conmigo, me hace feliz. No necesitas ser nada más que tú. Y cuando llegue el momento... llegará.

Ella me miró, sus ojos buscando alguna señal de duda en los míos. No la encontró. Sabía que mis palabras eran reales.

—¿Te sentirías incómoda si empezamos a compartir habitación de ahora en adelante? —le pregunté, queriendo asegurarme de que, si esto iba a ser algo más permanente, ella estuviera completamente de acuerdo.

Clover negó rápidamente y, con una sonrisa más relajada, besó mi nariz suavemente, lo que me hizo sonreír como un tonto.

—Ni un poco. —dijo—. Me gusta estar tan cerca de ti.

La abracé con más fuerza y susurré:

—A mí también.

Habíamos pasado casi una semana en esta nueva etapa de nuestra relación, y los cambios entre nosotros eran tan sutiles como profundos. Clover, ahora vestida con faldas y más relajada siendo ella misma, atendía en la tienda con la misma eficacia de siempre. Pero había algo nuevo en la dinámica, algo que no podía controlar del todo.

Cada vez que escuchaba la voz de algún hombre en la tienda, por alguna razón que no entendía del todo—y no era por celos, o al menos no lo admitía como tal—, salía a hacer algún comentario sobre la pieza que ella ofrecía. Me aseguraba de rodearla con el brazo, mi mano firmemente en su cintura, lanzando una mirada que claramente decía "ni la mires o te mato".

Al principio pensé que ella se molestaría conmigo por este comportamiento, por ser tan protector o posesivo, pero Clover se reía. Siempre, sin falta, se reía después de ver la cara de los pobres hombres que se quedaban congelados ante mi advertencia silenciosa. Esta mujer era perfecta.

A pesar de los cambios, nuestra rutina era casi la misma. Las noches, sin embargo se habían vuelto más tranquilas. Mis dulces habían sido reemplazados por sus besos. Y, honestamente, no podía quejarme.

En esos días, habíamos hablado con más facilidad, conversando mientras comíamos o cuando trabajábamos en el taller. Un día, en una de esas conversaciones, le pregunté sobre lo que había sido su vida después de la muerte de su padre. Sabía que había cosas que no me estaba contando del todo, pero una parte de mí me decía que ella no lo veía importante, y confiaba en que, si hubiera algo que me preocupara, me lo diría.

Aun así, había detalles que me sorprendieron. Pensé que su padre había muerto hace poco, tal vez un año antes de que nos conociéramos, pero no. Clover tenía solo 15 años cuando lo perdió, me contó cómo había pasado esos cinco años escondiéndose, sobreviviendo, haciendo lo que podía para mantenerse a flote. Trabajaba en lo que fuera, solo por un poco de comida, evitando llamar la atención.

Cuando me dijo que había trabajado en un burdel, sentí un nudo en el estómago. No porque fuera a juzgarla o rechazarla por eso, sino porque me dolía imaginar lo dura que había sido su vida para llevarla a ese punto. Pero luego me contó más. Me habló de una chica que había conocido allí, quien la ayudó, quien le dio la ropa de hombre para pasar desapercibida y trabajar en la limpieza tranquila.

—Nunca he estado con nadie, en ninguna forma —me dijo, directa como siempre, mirándome con esa franqueza que siempre me desarmaba—. Tú estás siendo el primero en todo. Mi primer amor, mi primer beso... mi primer gruñón... mi...

La besé antes de que pudiera terminar. No podía soportar escuchar más sin hacer algo. Y después del beso, susurré:

—Seré el único.

Pero mientras decía esas palabras, me sentí como un completo imbécil. Yo ya había estado con otras mujeres, nada serio, simplemente necesidades físicas o, en algunos casos, para obtener información en alguna misión. Y aunque ella no había hecho nada de eso, su vida había sido una lucha.

Parecía que Clover podía leerme como un libro abierto. Me miró a los ojos, sonriendo suavemente, y sin darle demasiada importancia, dijo:

—Entiendo. No me molesta lo que pasó en tu pasado. Pero dime... —y aquí su tono se volvió más serio—, ¿amaste a alguna de ellas?

La miré y negué, sinceramente.

—Bien. Eso es lo único que cuenta para mí —respondió.

Después de eso, empecé a contarle más de mi pasado. Le hablé del incendio que mató a mi madre y mi hermano. Cómo mi padre siempre decía que había sido provocado. Después, huimos del pueblo, pero cuando tenía nueve años, mi padre fue asesinado, y un hombre llamado Conrad, un antiguo soldado del rey Dario, me recogió y me enseñó a sobrevivir, a luchar, a crear artefactos básicos. A los 16 años, también lo perdí, y fue entonces cuando me uní a unos soldados para apoyar a los descendientes del rey Dario en su lucha por recuperar el trono.

Le conté cómo, después de años un amigo me dijo que mi habilidad para comprender las runas me sería más útil que un simple cuchillo. Y así fue como, hace un par de años, me instalé aquí y abrí el taller.

Clover, en una ocasión posterior, me habló de cómo, después de la batalla de Mermes, la vida de su padre cambió por completo. Antes, la gente solo quería joyas simples, pero después de la batalla, todos querían artefactos. Cosas más elaboradas. Fue difícil para su padre mantenerse al día, y, como no encontraba ningún artesano que lo ayudara, tuvo que pedir prestado para poder cumplir con un trabajo especial. Pero al final, perdieron todo.

En ese momento, nos miramos en silencio, entendiendo mejor el peso de nuestras historias. Ambos habíamos perdido mucho, pero de alguna forma, estábamos juntos, reconstruyendo nuestras vidas.

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Liliana Barros
Clover es la pareja perfecta para Ezran. Y más vale que el Rey no se olvide de su amigo o Clover va a hacer que lo lamente 😱😂😂😂
IdyHistorias: Siiii Clover es de temer… incluso Ezran le teme …
total 1 replies
Liliana Barros
Así que sus vidas estuvieron cruzándose desde el inicio. Y Clover en lugar de ser Reina, eligió a Ezra 😂😂😂😂😂
Liliana Barros
Amé la personalidad de Cloe y como trató al Rey, que se merece el mote de imbécil jajaja. Y el pobre Ezra viendo como se peleaban los dos por él 😂😂😂😂😂
Liliana Barros
Me encanta la historia. Aquí esperando más capítulos 😍😍😍
Liliana Barros
Me gustó que se decidieran a hablar y aclarar su relación. Son perfectos el uno para el otro
Liliana Barros
Creo que Rowen es mujer, por la descripción de delicadeza. Quizás por eso la quieren los prestamistas
Liliana Barros
Ezran acaba de cambiar su destino. Aunque todavía no lo sabe. Será un chico o una chica, el testigo? 🤔
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