Aksel Klutzberg no es el típico alfa de cuento. Es delgado, su forma de lobo es más pequeña que la de cualquier otro líder, y su vida está lejos del lujo o la admiración. Se convirtió en alfa siendo apenas un adolescente, cuando sus padres lo abandonaron para ir en busca de sus mates, dejándole solo una nota y una manada al borde del colapso.
Hoy, Aksel vive en la casa principal de la manada, pero prefiere usar los pocos recursos que le quedan para reparar los hogares de los demás, pagar estudios, cubrir gastos médicos y mantener unida a su gente antes que comprarse un par de pantalones nuevos. Trabaja en la única ferretería que lograron salvar, sobrevive a base de esfuerzo y sarcasmo, y no ha tenido tiempo —ni espacio— para enamorarse.
Lo último que espera es encontrar a su mate. No está listo para el amor, ni para compartir una vida que a duras penas sostiene.
Pero el destino no espera a que estés preparado.
Y Aksel está a punto de enredarse más de lo que nunca imaginó.
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Un enredo entre comida y películas
Me siento como si flotara en una nube. Acabo de vivir la mejor cita de mi vida con Zafiro. Mi Zafiro. Me ha dicho que me ama y quiere estar conmigo. Y yo… yo le he confesado lo mismo, aunque todavía no entiendo cómo no se me trabó la lengua de los nervios. No puedo creer que, después de tanta espera, ahora seamos algo más que amigos.
River está tan feliz como yo, dando vueltas en mi cabeza como un cachorro con su primer hueso.
—¡Nuestra mate nos quiere! ¡Nos quiere! ¡Dijo que nos quiere! —grita una y otra vez, eufórico.
Solo espero que no nos rechace cuando se entere de lo que realmente somos: un hombre lobo.
Al llegar a la casa principal de la manada, me reciben Liam, Dilan y Marlon, apostados en el salón como si fueran jueces esperando el veredicto de un juicio crucial.
—¿Qué pasó? —preguntan los tres al unísono, con ojos brillando de expectativa.
Debo poner una cara tan boba que Marlon se echa a reír y empieza a gritar como si le hubieran dicho que ganó la lotería.
—¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ¡Por fin se lo dijiste! —exclama desde el sofá, señalándome como si yo fuera el premio.
—¡Felicidades, hermano! ¡Estamos muy orgullosos de ti! —dice Dilan, abrazándome con fuerza.
—¡Bien hecho, Aksel! ¡Has conquistado a tu mate! —añade Liam, chocando su mano con la mía.
Los miro con fingida molestia.
—Parecen niñas escandalosas en una pijamada —murmuro.
Los tres me miran ofendidos… y luego siguen celebrando igual. Liam se acerca con una sonrisa y me pregunta, casi en tono solemne:
—Entonces… ¿ya tenemos Luna?
Suspiro y niego con la cabeza.
—Aún no. Tengo una novia, y eso ya es mucho para mí. Solo espero que, cuando se entere de lo que soy, quiera quedarse... y tal vez, algún día, aceptar ser nuestra Luna.
—Seguro que sí —dice Marlon sin dudar—. Esa chica es genial. Tiene una vibra que no se ve todos los días.
Asiento, aunque en mi pecho sigue latiendo ese miedo. ¿Y si se aleja? ¿Y si me mira como si fuera un monstruo?
Al día siguiente, Liam y yo volvemos a la casa de los hermanos para seguir con las reparaciones. Al llegar, encontramos a Zafiro discutiendo con Josh, y la tensión es evidente.
—Josh, por favor, no vayas. No vale la pena que te arriesgues así. Sabes lo que pasó la última vez con los accionistas —le dice Zafiro, preocupada.
—Zafi, no seas dramática. Estoy bien, no me va a pasar nada. Es solo un día, tengo que resolver unos asuntos importantes. No puedo dejar la empresa en manos de cualquiera —responde Josh, con impaciencia contenida.
—Pero no necesitas esa empresa. Tienes suficiente para vivir tranquilo. ¿Por qué no la vendes y te quedas aquí conmigo? Aquí eres feliz, estás en paz —insiste ella.
—Zafiro, esa empresa es nuestro legado. Es lo que nos dejaron nuestros padres. No puedo abandonarla así como así —dice Josh, con la voz cargada de algo más que terquedad. Nostalgia, tal vez.
—Nuestros padres nos dejaron su amor, no su dinero. Lo que necesitas no está allá, Josh. Está aquí. Con la gente que te quiere —concluye Zafiro, con firmeza.
Nos acercamos justo cuando Zafiro, sin pensarlo dos veces, toma a Liam del brazo.
—Liam, ¿puedes ir con Josh a la ciudad? No quiero que se canse demasiado —le pide con tono firme.
Liam me lanza una mirada rápida, como preguntando ¿esto es en serio?. Por el enlace mental le digo que acepte.
Josh cruza los brazos y frunce el ceño, molesto.
—¿Y tú qué? ¿Te vas a quedar aquí sola?
—Tranquilo, Josh. Me quedo con ella durante el día para seguir trabajando en las reparaciones. Por la noche podemos llamar a Rosa, que venga a hacerle compañía —le digo, tratando de sonar lógico.
Josh pone los ojos en blanco.
—¿Rosa? Vamos, Aksel, ya son novios. No tienes que andar con tanto protocolo. No tiene nada de malo que se queden solos… —dice y luego añade— …aunque igual quédate en el sofá, ¿sí? Todavía no quiero ser tío, gracias.
Zafiro se sonroja al instante.
—¡Josh!
—¿Qué? Solo digo. —Se encoge de hombros, sin una pizca de culpa, y luego me señala— Y tú, cuídate. No vaya a ser que Zafiro te salte encima. Tiene esa mirada peligrosa, ¿viste?
—¡Josh! ¡Ya basta! —Zafiro le lanza su casaca, que él esquiva con una risa.
—No te pongas intensa, hermanita. No lo espantes, que me cae bien como cuñado.
Yo me río por dentro. River también.
Zafiro suspira y se vuelve hacia Liam con una expresión más seria… aunque sus ojos brillan con picardía.
—Y tú, por favor, no dejes que este terco trabaje sin parar ni se obsesione con la empresa. Cuídalo, ¿sí? —dice, en un tono tan maternal y solemne que parece estar entregando a su hermano al altar.
Liam y Josh se miran, incómodos, y se sonrojan a la vez.
—¿Entendido, Liam? —insiste Zafiro con una sonrisa divertida.
—Sí, sí… entendido —responde él, mirando el suelo como si se le hubieran borrado todos los planes del día.
Finalmente, Josh abre la puerta del auto y sube. Liam lo sigue, pero antes de entrar me lanza una mirada que lo dice todo: ¿Qué voy a hacer con el chico que me gusta por todo un día...?
Yo solo me encojo de hombros. Buena suerte, hermano.
Terminamos unas reparaciones pequeñas y, con el estómago rugiendo, decidimos preparar algo. Spoiler: los dos cocinamos pésimo. Terminamos viendo un tutorial mientras reímos como adolescentes. La tortilla fue un desastre, pero al menos hicimos una ensalada decente y unos sándwiches salvadores.
—No puedo creer que hayamos quemado la tortilla —digo, aguantando la risa.
—Ni yo. Pero hey, sobrevivimos. Y no explotamos la cocina. Eso ya es ganancia.
Por la noche, nos acomodamos en el sofá con una manta. Primero vimos una peli de acción (ella eligió, claro) y luego una serie nueva. Zafiro se recuesta en mi pecho y yo la rodeo con los brazos. Es un momento tan simple... pero tan perfecto.
—Qué bonita eres, Zafiro. Me encanta estar contigo —le susurro.
—Yo también, Aksel. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida —responde ella, con un bostezo.
—Te quiero —le digo, besándole la frente.
—Yo también te quiero, Aksel —responde, ya casi dormida.
La cargo en brazos y la llevo a su cuarto. La arropo con cuidado y salgo sin hacer ruido. No quiero apurar nada. La amo demasiado como para presionarla.
—Qué dulce es cuando duerme nuestra mate —dice River, enternecido.
—Parece un ángel —respondo, mirándola por última vez antes de cerrar la puerta.
De vuelta en la sala, recojo un poco. Pero una sensación extraña me atraviesa. Como si alguien me estuviera observando. Salgo al patio, alerta. Mis sentidos en guardia. No veo ni huelo nada anormal, pero el presentimiento sigue ahí.
Regreso, cierro con llave y me acomodo en el sofá. Trato de dormir. Lo intento, de verdad. Pero el cosquilleo en la nuca no se va. Algo se avecina.
me encantó la personalidad de este alfa