NOVELA INCOMPLETA POR DISCREPANCIA....
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SE CAMBIA UNA FECHA IMPORTANTE
Esa tarde fue un total caos; el anciano Maxwell sabía muy bien que con el tacaño de ese niño mimado por ahí, era casi imposible reunir a los hombres para hacer negocios. Era capaz de mandar a alguien para embellecer su reunión solo para jorobar toda la reunión.
Lo conocía mejor que nadie. Además de poder enterarse de quienes estaban en la reunión, sabría muy bienes eran los que tenían buenas intensiones y los que irían con malas para pedir favores y con grandes regalos, y después sabría de donde sacar cosas cuando las necesitara.
Ese niño, nuca cambiaria, era igual que su nieto, un par de caras duras, solo que uno era un genio inigualable y otro un perdido en la vida. Le dolía tanto el corazón por los dos, pero no podía hacer nada.
Al menos uno de ellos había logrado: ya están en el palacio del poder, con solo 25 años de edad…
Mientras él solo sabía meterse en problemas con casi 18 años, no sabía qué haría con Claire. Era su único pariente directo vivo, el hijo de su adorado hijo y su nuera, esa bondadosa mujer, que no tenía nada que ver en los problemas de la familia Maxwell.
Ya le habían informado de la pelea que había tenido para retener a una chica en su pandilla, y que la hija de la familia Templeton los había apaleado. Además, esa criatura era la que tenía la máxima calificación en toda la escuela. Si su nieto fuera así, no le importaría que fuera un rebelde. Esa niña quizá sea una rebelde y pelee y esas cosas, pero es la mejor en la escuela. No tienen por qué ser peleadas las cosas unas con las otras.
Está el ejemplo claro de Buker St Clair; es un astuto zorro, le gusta pelear y vaya que sí lo hace bien, sabe muy bien manejar un ejército militar, maneja de maravilla sus empresas y es todo un muy buen magnate en la bolsa de valores. No por nada le encomiendan los trabajos secretos más importantes de la nación solo a él.
Pero con ese carácter engreído y tan sarnoso que tenía, era complicado hacer amigos; más que una mujer se acerque a él era cortejar a la muerte… Se va a morir solo.
Y en cambio, Claire estaba lleno de flores sociales, que solo lo buscaban por su dinero, mujeres que no valían la pena, con mucha belleza, pero nada de cerebro; estos mocosos me van a matar.
—Declara que se suspende la reunión de este sábado y que no envíen nada de regalos; a cualquiera que lo haya, se le devolverá; no quiero tener problemas con el General que está pululando por estos lares. Es mejor protegernos de cualquier inconveniente.
El hombre que recibió la orden de inmediato fue a enviar los mensajes a todos los hombres que tenían que presentarse el sábado en la casa Maxwell; solo se les avisó escuetamente. *No presentarse\, no enviar regalos; se cancela su invitación.* Era un mensaje que se resistía a muchas interpretaciones y los de la familia Templeton lo tomaron a libre entendimiento.
—Debemos investigar de inmediato, ¡qué es lo que ha pasado, porque ya no quieren que vayamos este fin de semana a la reunión! El viejo Mateo estaba muy nervioso.
—Seguro es un mal entendido —dijo Stephan.
—Tenemos que saber con exactitud lo que está pasando; esto no es una simple reunión, nos estamos jugando millones, si no podemos conseguir un buen trato en esa reunión. Mateo sentía que su corazón se detendría.
—Suegro tiene que calmarse o terminará en el hospital y esto será una peor. —Emma trató de que se tranquilizara.
—¿Qué comprendes tú sobre tranquilizarse, si solo sabes causar problemas? Mira qué pasó si con el regalo que se le tenía que dar —Nina no perdió el tiempo para meter el dedo en la llaga.
—Pero qué importa ahora, si no quieren ni un regalo, dicen que no recibirán regalos, tampoco.
Mila estaba ya en casa, y Astrid no había llegado a casa, pero no se habían dado cuenta de eso. Por estar discutiendo sobre el problema, ya habían pasado al menos tres horas del tiempo que debería de estar en casa y no lo habían hecho en falta.
Por lo cual Mila aprovechó para hablar mal de ella.
—Yo creo que es por culpa de Astrid; ella le causó problemas a Claire, el nieto del Sr. Wallas; se pelearon en el callejón de enfrente de la escuela.
—Lo sabía, desde que llegó a estaca esa como cosa, que solo traería desgracias a esta familia; nunca deberían de haberla sacado de ese orfanato; es solo una tonta que no sabe hablar, no sabe responder cuando se le habla, no sirve para nada. Nina no para de decir groserías como si fuera un cargador de la caja del mercado de abastos, quejándose por la carga que tenía que subir al camión.
—¿Por qué no lo dijiste antes? Stephan conocía al nieto de Wallas. Era un chico alto de cuerpo fibroso, y sabía que de una sola patada podría haberle todas varias costillas a Astrid… ¿Cómo estaría su hija, donde estaría tirada su pobre hija?
—¡Cómo pudiste guardar silencio con algo como esto, Mila! Emma estaba desesperada al pensar que Astrid estaría malherida en algún callejón oscuro y que Mila lo sabía y se quedó en silencio a propósito para que su hija sufriera en soledad.
—No pensé que fuera algo importante antes. El abuelo de Mila, Mateo Templeton, sabía del egoísmo de esta nieta suya; era igual que su esposa, pero no imaginó que fuera tan mala como para dejar que su otra nieta fuera golpeada por un chico e incluso estuviera tirada en la calle sola. Era igual de psicópata que su padre, por eso dejar la empresa en manos de su segundo hijo sería la ruina.
—Seguro que lo que le pase a ese mocoso lo tiene bien merecido, así que lo que encuentren no debería de sorprenderles —gritó Nina.
Los padres de Astrid salieron con el alma en vilo, pensando y temiendo lo peor por su pobre hija. Ella era una niña tan débil, que apenas se comunicaba con los demás; ¿cómo podría enfrentar a un chico tan agresivo y despiadado como era el nieto de Maxwell? Ese niño no tenía paciencia con nadie, ni con adultos ni con jóvenes; ya antes había golpeado a una chica y la mandó al hospital con las costillas rotas y una pierna destrozada. La indemnizaron, pero eso no curó sus heridas emocionales.
Que le pase a su Astrid, que es como un ángel, tan ingenua y pura de corazón, no podrá superar un ataque salvaje de este bárbaro.
—Estaban apunto de salir por el camino de la entrada a la recepción cuando vieron que venía Astrid, con su mochila, arrastrando por la calle rumbo a la entrada de la casa…
Se apearon a toda prisa del coche y la comenzaron a revisar.
—Astrid, estás bien, no te pasa nada, no te duele el cuerpo, ¿no estás herida en alguna parte?
—Astrid, Estaba un poco confundida por la forma en la cual la estaban tratando; no estaba segura de porque la estaban revisando como si un camión hubiera pasado por encima de ella. A decir verdad, así la revisaban en el orfanato, cuando se caía de los columpios también. Pero ella no se subió a ningún columpio.
—Yo estoy bien, solamente estoy cansada. El profesor de matemáticas me hizo realizar muchos ejercicios y tardé 3 horas haciéndolos y por eso cuando salí ya no estaba el chofer. Mila me dejó, se vino a casa y no sabía cómo regresar, así que seguí el camino que sigue el automóvil caminando.
Los padres de Astrid estaban ahora furiosos por lo que había hecho Mila; no solo los preocupó, sino que dejó que su hija regresara caminando sola ya tarde desde el colegio, solo por los celos que le tenía por ser más inteligente que ella.
—No te preocupes, ya no iras con Mila; tendrás un auto solo para ti. Le comunicó su padre.
*********
Después del incidente de esa noche, los días se tornaron muy extraños en la casa de los Templeton.
Ya no se le prestaba tanta atención a las palabras de Mila sobre lo que dijera de Astrid; la única que seguía escuchando todo que dijera era su abuela. Por supuesto; porque la vieja anciana era una de sus adeptas a escuchar lo que sus oídos querían comprar.
Mila seguía asistiendo a las clases de Física para poder asistir a la olimpiada de Física, pero llena de recelo por ver que Astrid y Denzel eran compañeros del mismo salón, por lo cual no había trato de que no regresara a contarle a su abuela que Astrid estaba haciendo todo lo posible por robarle a su prometido. Que era muy importante que obligara a sus padres a regresar de su viaje del extranjero; al final solo estaba paseando y gastando el dinero de la familia…
La abuela decidió que era necesario que su adorado hijo regresara; ya lo extrañaba y su nuera era la única que podría hacer algo para que su nieta Mila brillara en sociedad, obligando tanto a Astrid que no pudiera salir nunca de entre la oscuridad.
Así que decidí esa noche en la cena sacar el tema para que su esposo forzara a su hijo y nuera a regresar a casa.
Y así fue. Además, el señor Mateo ya había visto la cuenta desorbitante de gastos de su hijo y de su mujer, y tenía que ajustar cuentas con ellos. No producían nada y gastaban mucho. El que realmente trabajaba en la empresa era su hija Stephan y él nunca le había pedido nada, ni unas vacaciones, pero la pareja de su segundo hijo y su esposa no hacían nada más que divertirse y darse la gran vida.
Pronto pasó un mes y medio desde el incidente de la pelea entre la pandilla de los pitirrojos con Astrid. Todos cuando la veían le decían jefe y ella solo asentía sin decir nada más. Eso le parecía un poco raro, pero no les quitaría su pasión por sentir que tenían un jefe al cual seguir. Ahora ya no vestían estrafalariamente, ni tenían el pelo rojo. Ya llevaban el pelo cada uno como quería, eso sí, menos llamativo, pero como Astrid nunca logró recordar el nombre de ninguno de ellos, solo les decía número uno, número dos y así.
Menos a Claire, que a ese que sí lo recordaba bien porque se negaba a quitarse el rojo vivo de su pelo.
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