Mi Maestro No Solo Es Mi Maestro

Después de su encuentro con Emma, Sebastián se dirigió a su oficina, sintiéndose cada vez más abrumado por la situación. Sabía que había hecho lo correcto al tomar la decisión de reasignar a Mateo, pero no podía evitar sentir que le había fallado a su estudiante.

Al llegar a su oficina, Sebastián se dejó caer en su silla, hundiendo el rostro entre sus manos. Recordaba la mirada dolida en los ojos de Mateo cuando le había comunicado la noticia, y eso lo atormentaba.

"¿Qué más puedo hacer?" se preguntó Sebastián en voz baja, sintiéndose impotente. Sabía que, como profesor, tenía una responsabilidad que iba más allá de sus propias preferencias personales, pero eso no hacía que la situación fuera menos dolorosa.

Mientras trataba de ordenar sus pensamientos, Sebastián escuchó que llamaban a la puerta. Con un suspiro, se recompuso y se dispuso a atender a quien fuera que lo buscaba.

Para su sorpresa, se encontró con el director, quien lo miraba con una expresión serena.

"Profesor Castillo, ¿tiene un momento?" preguntó el director, con tono cordial.

Sebastián asintió, haciéndolo pasar. "Por supuesto, señor. ¿Qué puedo hacer por usted?"

El director tomó asiento frente a él, observándolo con detenimiento. "Vengo a hablar con usted sobre la situación del señor Fernández."

Sebastián sintió cómo su corazón se aceleraba. "¿Ha ocurrido algo, señor?"

El director levantó una mano, tranquilizándolo. "No, no se preocupe. El señor Fernández se está adaptando bien a su nuevo profesor. De hecho, eso es lo que quería discutir con usted."

Sebastián lo miró con confusión. "¿A qué se refiere, señor?"

El director lo observó con una pequeña sonrisa. "Profesor Castillo, debo decirle que me impresiona su dedicación y su preocupación por el bienestar de nuestros estudiantes. Sé que no ha sido una decisión fácil para usted."

Sebastián asintió, sintiéndose ligeramente más relajado. "Así es, señor. Pero como le dije, creo que es lo mejor para el señor Fernández."

El director asintió a su vez. "Entiendo su posición, y valoro su profesionalismo. Sin embargo, me gustaría proponerle una alternativa que podría beneficiar a todos."

Sebastián lo miró con curiosidad. "¿De qué se trata, señor?"

El director se inclinó hacia adelante, con una expresión más seria. "Dada la evidente conexión que ha surgido entre usted y el señor Fernández, y la preocupación que tiene por su desarrollo, me preguntaba si estaría dispuesto a mantener un papel de mentor informal para él."

Sebastián se quedó sin palabras por unos instantes, sorprendido por la propuesta. "¿Un mentor informal? ¿Está seguro de que eso sería apropiado, señor?"

El director asintió con firmeza. "Absolutamente. Creo que, siempre y cuando mantengan una relación estrictamente profesional, esto podría ser beneficioso tanto para el señor Fernández como para usted."

Sebastián lo miró con escepticismo. "Pero, ¿y si esto vuelve a poner en riesgo la educación del señor Fernández?"

El director lo tranquilizó con un gesto. "Confío en su criterio, profesor Castillo. Sé que usted sabrá mantener los límites apropiados y enfocarse en guiar al señor Fernández de manera académica."

Sebastián meditó sobre la propuesta, sintiéndose tentado por la posibilidad de seguir siendo un apoyo para Mateo. "Señor, entiendo su perspectiva. Pero debo asegurarme de que esto no cause ningún conflicto o problema en el futuro."

El director le dedicó una mirada comprensiva. "Le garantizo que tomaremos todas las precauciones necesarias. Lo único que les pido es que mantengan una relación puramente profesional y que se centren en el desarrollo académico del señor Fernández."

Sebastián asintió lentamente, sintiendo cómo una nueva esperanza nacía en su interior. "Muy bien, señor. Si usted cree que esto puede ser beneficioso, estoy dispuesto a intentarlo."

El director le dedicó una sonrisa satisfecha. "Me alegro de escuchar eso, profesor Castillo. Sé que esta situación no ha sido fácil, pero confío en que esta solución les permitirá a ambos seguir trabajando juntos de una manera saludable y apropiada."

Sebastián se sintió aliviado y agradecido por la comprensión del director. "Muchas gracias, señor. Haré todo lo posible por asegurarme de que esto funcione de la mejor manera."

El director se puso de pie, dándole una palmada amistosa en el hombro. "Sé que lo hará, profesor Castillo. Ahora, vaya y hable con el señor Fernández. Estoy seguro de que se alegrará de saber que podrá contar con su guía."

Sebastián asintió, sintiendo cómo un peso se quitaba de sus hombros. "Lo haré, señor. Muchas gracias por esta oportunidad."

Después de que el director se marchara, Sebastián se quedó solo en su oficina, sintiéndose más esperanzado de lo que se había sentido en días. Sabía que aún habría desafíos por delante, pero la posibilidad de seguir siendo un mentor para Mateo le daba un nuevo aliento.

Sin perder más tiempo, Sebastián se dirigió a buscar a Mateo, decidido a explicarle la nueva situación y a ofrecerle su apoyo incondicional. Mientras caminaba por los pasillos, su corazón latía con una mezcla de emoción y determinación.

Cuando finalmente encontró a Mateo en el patio, Sebastián se acercó a él con una expresión serena, pero llena de esperanza.

"Mateo, ¿tienes un momento?" preguntó Sebastián, con tono suave.

Mateo lo miró con una mezcla de sorpresa y cautela. "Sí, claro, profesor Castillo. ¿Qué sucede?"

Sebastián se detuvo frente a él, buscando las palabras adecuadas. "Quería hablarte sobre la decisión que tomé con respecto a tu reasignación de profesor."

Mateo asintió, visiblemente tenso. "¿Qué hay con eso, profesor?"

Sebastián lo miró con una pequeña sonrisa. "Bien, después de hablar con el director, hemos decidido que sería apropiado que yo mantuviera un papel de mentor informal para ti."

Mateo lo miró con asombro. "¿Qué? ¿Quiere decir que podrá seguir guiándome?"

Sebastián asintió. "Así es, Mateo. Claro, siempre y cuando mantengamos una relación estrictamente profesional. Pero me gustaría poder seguir apoyándote en tu desarrollo académico."

Mateo se quedó sin palabras por unos instantes, procesando la información. Finalmente, una sonrisa de alivio y gratitud se dibujó en su rostro.