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Caoba

Caoba

Status: Terminada
Genre:Completas / Malentendidos / Reencuentro / Matrimonio arreglado / Juego del gato y el ratón / Amor-odio / Viaje a un mundo de fantasía
Popularitas:169.9k
Nilai: 4.9
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Cuarto libro de la saga colores.

Edward debe decidirse entre su libertad o su título de duque, mientras Daila enfrentará un destino impuesto por sus padres. Ambos se odian por un accidente del pasado, pero el destino los unirá de una manera inesperada ¿Podrán aceptar sus diferencias y asumir sus nuevos roles? Descúbrelo en esta apasionante saga.

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LA GUERRA DE LA SEDUCCIÓN

...EDWARD:...

El abogado se tomó su tiempo leyendo el documento, mi acta de matrimonio, como si mi reputación fuera lo suficientemente cuestionable para falsificar un acta de matrimonio y choqué mis dedos sobre la superficie del escritorio, una y otra vez, con impaciencia.

— ¿Sucede algo malo? — Detuve el tamborileo de mis dedos.

Por fin despegó sus ojos del papel.

— Ah, no, para nada.

— ¿Entonces? ¿Ya soy digno heredero?

Dejó el documento a un lado.

— Sí, ha cumplido con la última voluntad de su hermano, así que ya es un duque.

No me sentí contento con esa afirmación, en el fondo esperaba que hubiera otra petición pasada por alto y así dejar toda la responsabilidad a otro, pero ¿Qué sentido tendría haber utilizado todas esas artimañas y obligado a la Señorita Daila a casarse conmigo? Mi propósito era tomar el título para no dejárselo a mi odioso primo, continuar con el linaje de los Delacroix, aún sabiendo que eso no era lo que yo deseaba, era mi deber como hermano y también como hijo, tal vez mi padre estuviese revolcándose en la tumba por esto, porque el hijo que tanto lo decepcionó había tomado lo que siempre le habría gritado a la cara que no tendría, que jamás tomaría en serio nada y aunque no estuviese vivo para verlo, quería tener éxito siendo un duque, pero no para quedar bien, sino para demostrar que no era un fracasado y que mi padre se había equivocado en cada una de sus acusaciones.

Deseé que estuviera vivo, deseé verlo palidecer y enojarse por esto, porque mi hermano perfecto había fallado en algo, en dejar herederos antes de que enfermedad empeorara y solo por ese error había terminado en mis manos, en el hijo pródigo.

— ¿Sabe si mi hermano dejó otra cosa sin resolver antes de morir? — Me crucé de brazos, estaba sentado en la silla que una vez ocupó mi padre y también mi hermano, una silla rígida, con el peso de un título que obligaba a tener una vida llena de obligaciones y buenas apariencias, dos cosas que no concordaban conmigo.

Demasiado incómoda para mí.

— No, nada que no me hubiera solicitado, ha dejado todo en orden, incluso su registro contable, usted solo deberá seguir con las cuentas y también con los negocios, visitar los arrendados...

— Estoy al tanto de lo que implica esto — Lo interrumpí, un poco estresado, por el viaje, por la frustración de no poder aliviar mi deseo, con el abogado por creerme incapaz de poder tomar la batuta, seguramente mi hermano le contó todo sobre mí, mis tropiezos, mi baja moral, por eso me veía como si estuviera dejando en manos de un pirata las labores de un aristócrata.

Yo podría ser un mujeriego vicioso, pero no era un derrochador y sabía de negocios.

— No quise insinuar que no lo supiera.

— Descuide, supongo que le sorprende que hubiera llegado tan lejos.

— Admito que no pensé que llegara tan lejos, Señor Edward — No sintió vergüenza en decirlo — Casarse en un mes es casi imposible.

— Ya ve que no.

No quería hablar de tonterías, estaba demasiado agotado y me estaba creciendo la barba.

— ¿Cómo lo hizo?

— ¿Está buscando algún chanchullo?

— No quise decir eso — Se tensó.

— ¿Mi hermano le debe sus honorarios?

— Su hermano dejó sus deudas saldadas, puede mantenerme como su abogado si quiere, aunque no nos conocemos, soy un hombre confiable y su hermano me tenía mucha estima — Se abrochó la chaqueta, para prepararse para marcharme.

— No quiero perder tiempo buscando otro abogado, seguirá sirviendo — Dije, levantándome para finalizar la conversación — Estoy agotado por el viaje, cualquier cosa que haya quedado inconclusa la trataremos después.

— No se preocupe, felicidades por su nuevo título y también por su matrimonio — Elevó su mano y la tomé, dándole un apretón.

— Gracias, que tenga buen viaje.

— Despidame de su esposa — Sonrió y le solté la mano, un poco irritado por sus atenciones hacia lo que era mío.

Daila era mía, aunque ella se negara a lo que le ocurría.

— Claro — Gruñí, acompañando al hombre hacia la salida.

Le dí una última mirada al estudio y tomé una postura erguida.

De ahora en adelante ese espacio se convertiría en parte de mi rutina.

El peso era evidente, pero tenía una meta en claro, estaba harto de ser considerado un irresponsable.

"¡Eres una decepción, no eres mi hijo, no te considero sangre de mi sangre, solo eres un irresponsable, manchas con tus acciones, desgracias nuestro legado, jamás te veré con orgullo, me avergüenzas, no mereces mi aprecio y no quiero verte nunca más, desde hoy estás muerto para mí!"

Sacudí las palabras que siempre hacían eco en mi mente, las que me habían marcado para siempre desde aquel fatídico día y que disparaban chispas de irritación y dolor como cuando las oí salir de la boca de mi padre.

...****************...

Necesitaba un baño, necesitaba descansar y tratar de borrar los recuerdos pasados que me traían estar de vuelta en aquella casa donde viví tantos años.

Entré en mi habitación, después de dar una mirada a la puerta de la habitación de mi esposa.

Mi hermano tenía mal gusto para la decoración, con colores demasiado vivos para mi gusto, yo prefería los colores tierra y oscuros, pero después tendría tiempo para preocuparme por la decoración.

Busqué la ropa que me colocaría en el armario.

Descansaría un poco, hasta la hora de la cena, donde podría volver a lidiar con mi digna esposa.

Me gustaba sus luchas, su orgullo casi a punto de quiebre ante mí.

Ya estaba loca por mí y ni ella misma se daba cuenta.

Yo estaba loco por ella, loco por hundirme en su ser, por mezclar mi placer con el suyo y estallar.

Detuve los pensamientos, con ella a una pared de distancia no podría contenerme. Entraría como hombres de las cavernas a su habitación y tomaría todo aún si se resistiera a dármelo.

No es la forzaría, a pesar de su negativa sabría que terminaría dejándose llevar, porque yo la había marcado con mi caricia, abrí las puertas de las sensaciones carnales y solo yo podría quitarle esa necesidad.

Sacudí mi cabeza.

No había otra cosa en la que pudiera pensar y eso me tenía distraído, incluso en el estudio, los pensamientos de mi esposa estaban nadando.

Después de escoger mi ropa, me precipité al baño, agradecido de que ya estuviera listo.

Empecé a desvestirme con rapidez y agilidad, me dolían los huesos y mi hombro estaba tenso por el poco buen trato que le había dado.

Necesitaba un buen masaje.

Por suerte el agua perfumada y llena de esencia calmó mis músculos tensos.

Me hundí profundamente en el agua, frotando mis brazos y pasando las manos por mi cabeza húmedo.

Reposé por unos minutos, con la cabeza apoyada en el borde y la mirada perdida en el techo.

"¡Lo único que te molesta padre, es que no sea como tú, que no tenga tu mismo pensamiento y que no me comporte como Guillermo, pues te informo que jamás quise ser como tú, que estoy aliviado de ser un defecto en tu vida...

Callé mis pensamientos cuando las sombras de los azulejos del baño se movieron.

Bajé mi mirada al suelo, hacia la luz que se reflejaba de la ventana y las cortinas abiertas.

Noté una silueta, una mano sosteniendo la cortina y una cabeza con hilos sobre su cabeza, cabellos.

Me quedé quieto, frunciendo el ceño.

Había alguien tras la cortina. ¿Una sirvienta deseosa? Cuando vivía allí y era un hombre saliendo de la adolescencia, las sirvientas experimentadas acudían a mi habitación sin que yo las llamara y fue así como empecé a tener mi fama de amante.

Lo que me había llevado a otro pensamiento sobre mi padre y su enorme decepción hacia mí, porque más de una vez me descubrió metido en las faldas del personal.

Despidió a todas las mujeres con las que había estado y me humilló en la cena, frente a sus invitados.

Fué la última vez que me metí con el personal de mi casa, había decidido dejar esos hábitos gracias al horrible momento que mi padre había orquestado.

Giré mi vista hacia el espejo clavado en la pared, sobre el lavabo.

Estreché mis ojos cuando la pequeña figura reflejó cabellos sueltos bañados en miel y mi miembro se despertó, asomándose por la superficie del agua.

¿Qué hacía esa traviesa detrás de la cortina? ¿A caso quería jugar? ¿Qué otra explicación podría tener que se hubiese metido a hurtadillas hasta mi baño? ¿Cambió de opinión?

Era demasiado impredecible para ser verdad. Casi había jurado que no cedería, que ella no iba a suplicar, pero ya veía su falta de convicción y su verdadera naturaleza.

Muy parecida a mí, en una versión más inocente, pero similar.

Yo empecé con la curiosidad cuando era adolescente.

Elevé una comisura con diversión y volví a recostarme sobre mi espalda.

Fingiría no haberla visto y le daría algo que ver, un espectáculo.

Ella no podía ver mi rostro, pero si mi cuerpo sumergido en el agua.

Un caballero no haría lo que yo estaba a punto de cometer. Mis años de juerga habían borrado todo tipo de pudor y decencia.

No estaba orgulloso de haberme sobrepaso en algunos momentos, pero sabía que todo eso ya no volvería, era otro hombre ahora, solo tenía una obsesión, una fantasía que cumplir, un objeto en mis deseos.

Y era esa señorita.

Daila.

La orgullosa y gruñona.

Pero estaba claro que la señorita quería algo, no había otra explicación para que estuviese espiando mi cuerpo desnudo y mojado en la bañera.

Era una traviesa.

Pensaba que iba aburrirme al casarme con una señorita, pero con Daila estaba sucediendo todo lo contrario.

Tomé mi masculinidad, conciente de su mirada por detrás de la cortina y empecé a acariciarme.

Mi respiración se tornó pesada, mis gemidos subieron por mi garganta, roncos.

Hubo un movimiento detrás de la cortina y me detuve, sonriendo.

Levantándome de la bañera con gracia, mostrando todos mis atributos físicos, pasando mi mano por mi cabello mojado, disipando las gotas.

Me giré hacia la ventana y la señorita intentó esconderse tras la cortina.

— Salga, traviesa — Dije, con mi voz ronca por la excitación.

No hizo caso, se quedó quieta, pero podía ver su silueta petrificada.

Me acerqué y descorrí la cortina.

La Señorita Daila tenía los ojos cubiertos por sus manos.

— ¿De qué sirve cubrirse los ojos? Ya lo vió todo.

Bajó las manos, tan sonrojada y nerviosa que mantuvo su rostro en el mío.

— Es un sucio, un desvergonzado, sabía que estaba tras la cortina e hizo esa cochinada — Gruñó, abochornada, apretando sus puños, llevaba un soso camisón que en ella lograba verse como la prenda más indecorosa, era su decoro lo que provocaba morbo en mí.

— Curioso que lo diga cuando usted se metió aquí para espiar como me baño — Posé las manos en mis caderas, exhibiendo mi firmeza ante ella.

No observó hacia abajo, en cambio dejó salir una costosa respiración.

— Yo no estaba espiando — La luz de la ventana la hacía lucir como el dibujo que había hecho, con una corona de oro y unas alas de motas que se suspendían por la luz.

— ¿Ah, no? — Arqueé las cejas — ¿Y qué se supone que estaba haciendo? Tengo entendido que las cortinas se usan para no dejar entrar la luz, ni el frío, no para esconderse y observar descaradamente como la gente se baña.

— Me estaba escondiendo, era lo único que estaba haciendo.

— ¿Por qué razón entró aquí a esconderse? Fui usted que pidió dormir en habitaciones separadas.

— Yo... Yo...

No supo que decir e intentó huir, pero la acorralé contra la ventana.

Se pegó al cristal.

— Tiene muy poca convicción, debería pensar mejor cuando suelta sus argumentos — Incliné mi cabeza y las gotas se deslizaron por mi nariz.

Frunció el ceño.

— Si tengo convicción y mantengo muy bien lo que dije en el pasillo.

— ¿Entonces por qué está aquí?

— Escuché un ruido y vine a ver.

Me reí — Los ruidos son normales en las habitaciones y más las ocupadas.

— No había nadie cuando entré — Dijo, su pecho subía y bajaba rápidamente.

— Entraré a su habitación cuando quiere.

— ¡No! ¿Qué se cree? — Se alteró.

— Su esposo — Lo dije lento, acentuando en la última palabra — Y así como usted entró aquí sin permiso, yo también lo haré.

— No creí que necesitara su permiso para entrar. Soy la señora...

— Escuche lo que dice, no es justo ¿Usted si puede hacer y yo no?

— Entré por pura curiosidad y cuando lo oí entrar no pude volver a mi habitación, así que me escondí aquí, pero tranquilo, no lo volveré a hacer — Bajó su mirada por mi pecho, por mis vellos húmedos y las gotas esparcidas.

No entendía ¿O estaba mintiendo, era una descarada o decía la verdad por muy incoherente que sonara?

¿Por simple curiosidad? ¿Sin nada sucio detrás?

— ¿Curiosidad de qué?

Se encogió de hombros.

— De ver si era tan fabulosa como todo el palacio.

Sus palabras tomaron otro sentido para mí, hablaba de la habitación, pero yo no pude imaginar otro contexto y más con su mirada brillante viajando hasta mi abdomen.

Volvió a subir su mirada.

— Ya que está todo aclarado, yo me marcho.

Me rodeó para caminar hacia la salida, pero la tomé del brazo.

Giró su cabeza y sus ojos se desviaron hacia mi masculinidad.

Eso hizo crecer mi dureza y ella abrió sus párpados.

— ¿Le gusta?

Hubo un atisbo de miedo al notar el tamaño.

— Eso está muy grande — Elevó su mirada hacia mí, inquieta y nerviosa, un poco cohibida por el tamaño.

— Le aseguro que eso es un atributo y no un defecto.

— No lo creo, debe doler, si antes estaba decidida a no tener contacto con usted, ahora estoy segura.

— No tenga miedo — Me acerqué, con voz cuidadosa — Su humedad lo hará indoloro.

— Eso lo sé, pero no deja de aterrarme.

— Tranquila — Rompí la distancia — Usted lo va a disfrutar, por algo soy un buen amante.

Bajó su mirada de nuevo y me sentí pesado por la liberación atorada.

Se acercó e hizo algo que me dejó desconcertado, tan impactado que no lo ví venir.

Lo tomó, sin desviar sus ojos de los míos.

Lo tocó, recorriendo sus dedos desde la base hasta la punta, donde pasó su pulgar.

Solté un gruñido y el látigo de placer me dejó sensible.

Empezó a moverlo, copiando mis movimientos, lento, pero con tanta habilidad.

Gemí.

— Vaya, pero que manos.

Se detuvo de golpe.

— Supongo que no tendrá problema en finalizarlo solo.

Se alejó y salió por la puerta.

Dejándome más loco y deseoso que antes.

Increíble diosa.

1
Eleonor Baker
¡Esoooo bien ahí! El ser rudo no quita que reconozca, esos son hombres
Eleonor Baker
Y la blusa que color era?
Gloria San Martin
pero si es la mamá de Edward y el viejo Delacroix la amaba,por qué al hijo lo odiaba? seguramente la esposa lo descubrió y tuvo que echarla y culpó al bebé.Cosas que a uno se le ocurren!!!
Gloria San Martin
que metáfora más linda !
laura valentina segura rueda
Excelente historia autora gracias
sandra martin
Autora no te olvides de la historia de los hijos por favor /Pray//Pray//Pray//Pray//Pray//Pray/
Dyjhons
jajajjajajajajajjajajaja muero
Stella Santabaya
Me encantó, me encantó,me encantó 😊💕🇦🇷
Noemi Alvarez
realmente la felicito autora, cada historia de la saga estuvieron maravillosas
Marleny Rodriguez
Normal
Marleny Rodriguez
Malo
SARITA carrasco ramos
tus cuatros historias lo máximo me mantuvo prendida /Kiss/
Blue 👻
Sinceramente ame todos los libros de esta saga, felicidades por tus historias✨❤️...sería genial ver una historia de los hijos de ellos djdjjdjd😂❤️✨
Blue 👻
buuu pensé que buscaba prometida para sus bebés sujddnjdd
Blue 👻
hshdhshdh yo sabía que iba a pedir una prometida para su hijo sbsbhzhsjzhshz
Blue 👻
De las 4 historias está es la única en donde secuestran al esposo y no a la esposa sjdjsbdhbsjd.......Daila ve a salvar a tu princesa 👸👸👸
Blue 👻
es enserio? y la desconfianza, la duda, el hecho de que la humilló....no hará nada?
Yusleidy Aguilar
no será nada malo la continuación de esta a ver por fin que gana Dorian 🤭o si lean y edwuar se vuelven consuegros😜
Yusleidy Aguilar
wuao😱me quedé sin palabras está novela me estuvo súper entretenida con todos sus personajes me encantó como se fue desarrollando la trama y más porque los protagonistas no tenían pelos en la lengua para decir todo lo que pensaban fue muy buena sobretodo los nuevos amigos felicidades gracias por realizar una obra tan buena
Blue 👻
yo hace rato me vengo planteando que la vieja de Lidia era amante del viejo duque....y que se descargaba con Edward por ser el 2 hijo y por qué el viejo no le daba su lugar....lo usaba para sacar su frustración.....
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