Roisin

Nuestras miradas vuelven a encontrarse, mi cuerpo entero exige acercarse más y lo hago sin darme cuenta. Mi mano se apoya en el pecho de Peter y levanto la cara para ver sus ojos, su boca y lucho con todas mis fuerzas para no ceder. Estamos cerca, muy cerca y él se agacha un poco para llegar a mis labios, lo necesito, quiero besarlo y cerrar los ojos cuando hagamos contacto pero...

—Si yo fuera tú, no haría. Aléjate a de mi hija si no quieres que te apuñale con esta cuchara.

Se separa un poco pero no del todo y me susurra al oído.

—Te lo dije, es un maldito espectro... Solo espero que luego continuemos donde lo estamos dejando.

Asiento y después me hago la tonta, ya que la mirada molesta que nos está mostrando Declan comienza a incomodarme.

Declan está parado en el umbral de la puerta de mi habitación con un pote de helado de chocolate con chispas y tres cucharas. Eso me dice que sabía muy bien que encontraría a Peter aquí. Le quito el pote y me vuelvo a la cama.

—Qué bueno que me trajiste el helado pa... —Me corrijo. — Declan.

El me quita el helado y lo destapa cargando en la cuchara una cantidad exagerada, se me hace agua la boca y Aiden dentro de mi vientre protesta por el pote de helado que ya no está en mis manos.

Se traga otra cucharada y le tiende una de las cucharas a Peter, ahora el pote está en su poder y la mirada cómplice entre ambos comienza a sacarme de quicio.

—¿Por qué tenemos invitados? ¿Acaso William Russo le tiene fobia a los hoteles?

Peter sonríe y me entrega el pote con una gran sonrisa, como premiándome por hacer la pregunta. Él está interesado, más que yo en saber de qué trataba la reunión. Yo ya sé que quería la familia Russo, solo espero que Declan no me desilusione como lo han hecho todos hasta ahora.

Me llevo a la boca una cucharada igual de colmada como las que se comió Declan y los demonios que se habían escapado del averno volvieron a ingresar mágicamente, sin discutir y sin chistar. Aiden se mueve feliz dentro de mi pancita y yo aprovecho para mirar a Declan que se hace el loco y no dice nada.

—¿Vas a responder a seguirás con cara de idiota? Porque en cualquier momento la que te va a enterrar la cuchara voy a ser yo, papi.

Declan me sonríe.

—Me encanta como suena esa palabra viniendo de ti, hija. Y hoy la has usado mucho, ya no me llamas por mi nombre tan seguido como antes. Pero bueno, hoy después de que me hayas tomado por sorpresa con eso de "Papi, padre, papá." También lo has hecho con eso de "Tal vez él no te mate, pero yo sí." Y puedo seguir un rato más enumerando las veces que me dejaste con la boca abierta, pero lo que más me sorprendió en toda la noche, es el CASI beso que CASI te das con mi CASI, sucesor. ¿Algo que decir? — Nos mira a ambos y yo finjo que no me siento incomoda.

—Lo único que tengo para decir, es que si no hubieras interrumpido ese "Casi" beso, lo hubiéramos concretado. —Me encojo de hombros y Peter sonríe de oreja a oreja. — Eres muy inoportuno, y ridículo al amenazar a alguien con una cuchara. Ahora dime, ¿cuánto te ofrecieron por mí?

Peter cambia de expresión automáticamente, como si al presionar un interruptor cambiara de postura inmediatamente.

—Veo que vas entendiendo como funciona esto. ¿O fuiste tú, demonio? — Peter niega con la cabeza y Declan sonríe. — Bien, William se quedara unos días porque compro una propiedad aquí cerca. Se establecerá aquí por un tiempo ya que la Interpol lo está buscando y aquí no lo encontraran. Además, expreso su interés por ti y te acepta con tu hijo. Hasta se ofrece a hacerse responsable de él, dándole el apellido Russo. —Peter suelta una especie de gruñido, como si le dijeran el peor de los insultos. — Si aceptas unirte en matrimonio para una alianza entre las dos familias más poderosas, uniendo Gran Bretaña e Irlanda, seremos imparables. No negaré que es un buen negocio.

—Bien. ¿Y qué les dijiste a los Russo?

Le paso el pote de helado y Peter deja el asiento abandonado para pararse junto a mi cama y cruzándose de brazos. Mirándolo así, es terriblemente intimidante. Solo que a mi padre no lo intimida ni dios, ni el diablo.

—Les dije que mi hija no es un objeto, si William te quiere, que te conquiste como un hombre —Le sonríe a Peter, quien se ve furioso por las palabras que acaba de decir mi padre. — Los terrenos ya se negociaron y serán entregados mañana temprano, por lo que se ira de aquí más tardar al medio día. Que no sueñe en quedarse bajo mi techo dos semanas como esperaba para andar de abejorro contigo. —ahora se fija en Peter. — ¿Sabes cómo son las reglas no?

Peter asiente y suelta una de esas sonrisas que asustan, oscura, siniestra... El conoce las reglas pero yo no.

—Yo no conozco las reglas de lo que sea que están hablando asique sean claros y díganme que pasa, porque no les entiendo un carajo a ninguno de los dos. — le pongo mala cara a Peter y después voy al rostro de mi padre, que tiene la misma sonrisa diabólica. — Tú, tienes una actitud totalmente opuesta a la que tenías hace unos minutos, como si disfrutaras lo que esta por venir y tú, tienes cara de haber ganado una apuesta. Hay algo detrás y espero que me lo digan.

Declan se sirve más helado y me mira mal cuando le quito su cuchara y me la llevo a la boca.

—Habla... —Digo con la boca llena.

—Pídemelo bonito y tal vez te lo diga. 

El pote vuelve a mí y me acomodo mejor al sentir las pataditas de Aiden. Sonrió y pongo mi mano libre sobre mi vientre. Se mueve... mucho.

—Si no me dices que demonios se traen, volveré a Londres y hare que mi hijo sea inglés. ¿Te gusta así o quieres que sea más bonito, papi?

Los ojos de Declan se abren de par en par y niega con la cabeza.

—Eres una Prescott en todo el sentido de la palabra. Sabes dónde apuñalar para que sufra dolorosamente antes de morir. Bien, de ninguna manera dejare que mi nieto nazca en Londres. Antes te encierro en esta enorme fortaleza que dejarte ir. —Frunce el ceño fingiendo enojo. — De todas formas te lo iba a decir, pequeña flor. William no se quedara en esta casa, pero puede venir cuando quiera a verte si tú se lo permites y Peter esta en todo su derecho de hacer lo mismo porque ambos lucharan entre ellos por ti.

¿Es una maldita broma? ¿Puedo negarme?

—Puedo negarme ahora mismo. No tengo intenciones de que William me pretenda, además de ser una idea ridícula, es una costumbre asquerosa en la que me estarían cosificando. No soy un jarrón en subasta que se ira con el mejor postor.

Peter se pasea por la habitación mientras me termino el helado derretido que quedo en el pote.

—Cariño, si tú lo rechazas, William puede desafiar a Peter y no podrá hacer nada para evitar una pelea a muerte, aquí no existen reglas ni tampoco está mal visto que juegue sucio. Tienes quince días para conocer a William y rechazarlo de la mejor manera posible en día dieciséis, dándole la misma oportunidad a Peter, ya que también está interesado en ti, y tiene más derecho, porque él te reclamó primero.