En una sociedad donde los alfas dominan en todos los aspectos, dos poderosas familias están en una lucha constante por el control económico y político de la nación. Sus herederos, Leonhard y Viktor, son ambos alfas reconocidos, cada uno con su propio imperio y legado, decididos a mantener sus territorios y el honor de su linaje intacto. Sin embargo, un repentino acuerdo entre ambas familias los obliga a un matrimonio de conveniencia, poniendo a prueba sus límites, ambiciones y emociones.
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Capítulo 8: Un Paso Más Allá
Viktor se encontraba en su despacho, revisando los últimos avances en el proyecto. La presentación oficial de su prototipo estaba cada vez más cerca, y aunque se sentía confiado, no podía ignorar las miradas expectantes de su equipo. Todos querían saber si lograría vencer a Leonhard, y esa presión constante lo impulsaba tanto como lo inquietaba.
En los días posteriores a su encuentro en la oficina de Leonhard, había sentido que la competencia ya no era solo profesional. Algo se había quebrado, o quizás despertado, en ambos. Esa sensación de adrenalina no era común para él, y no podía dejar de preguntarse qué vendría después.
Una tarde, cuando menos lo esperaba, recibió una llamada de un número desconocido. Contestó, esperando que fuera algún cliente o colaborador, pero se sorprendió al escuchar la voz de Leonhard al otro lado de la línea.
—Viktor, espero no estar interrumpiendo nada importante —dijo Leonhard, con ese tono calmado y seguro que parecía imposible de alterar.
Viktor esbozó una sonrisa. —No me interrumpes, Leonhard. A decir verdad, me alegra que llames. ¿A qué debo el placer?
Hubo una ligera pausa antes de que Leonhard respondiera. —Pensé que, ya que estamos tan cerca de la presentación, sería interesante que discutamos ciertos detalles en un entorno… menos formal.
La propuesta de Leonhard tomó a Viktor por sorpresa. ¿Acaso estaba sugiriendo una reunión personal, fuera del contexto de negocios? La idea le intrigaba, aunque era consciente de que, con Leonhard, nada era realmente casual.
—¿Menos formal? —repitió Viktor, disfrutando la idea—. ¿Te refieres a algo como… una cena?
—Exactamente. Pero no una cena convencional —aclaró Leonhard—. Me refiero a un encuentro donde podamos ser completamente honestos sobre nuestras intenciones.
Viktor comprendió que Leonhard estaba proponiendo algo más que una simple conversación. Se trataba de un nuevo nivel de competencia, uno en el que ambos podrían ser directos, sin máscaras ni pretensiones. La idea era demasiado tentadora como para rechazarla.
—¿Cuándo y dónde? —preguntó Viktor, sin dudar.
Leonhard le dio una dirección en el centro de la ciudad y la hora acordada para encontrarse esa noche. Antes de colgar, su voz se tornó más baja, casi provocadora.
—Espero que esta vez no decidas sorprenderme en mi propio territorio, Viktor. Quiero verte completamente preparado para lo que esta noche nos depara.
Viktor sonrió, aceptando el desafío implícito. —No suelo decepcionar, Leonhard. Nos vemos esta noche.
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Esa noche, Viktor llegó al lugar acordado. Era un restaurante exclusivo, discreto, donde los hombres de negocios más poderosos de la ciudad cerraban acuerdos lejos de las miradas curiosas. Al entrar, un mesero lo condujo hasta un salón privado al fondo, donde encontró a Leonhard, esperándolo con una copa de vino en la mano y una expresión de control absoluto.
—Puntual como siempre, Viktor —comentó Leonhard, alzando su copa en un gesto de bienvenida.
—Me enseñaron que la puntualidad es clave —respondió Viktor, tomando asiento frente a él.
Ambos intercambiaron miradas que hablaban más que sus palabras. La atmósfera en esa sala privada era tan cargada que hasta el aire parecía vibrar. Viktor sintió que aquella cena sería más que una simple conversación de negocios; era una confrontación, una declaración de intenciones.
Leonhard dejó su copa sobre la mesa y lo miró fijamente. —Dime, Viktor, ¿qué es lo que realmente esperas conseguir de todo esto?
Viktor sonrió, disfrutando de la pregunta. —Lo mismo que tú, supongo. La victoria y la satisfacción de haber vencido a alguien que creía imposible de derrotar.
—Interesante respuesta. Aunque me pregunto si eso es todo —replicó Leonhard, inclinándose hacia él con una expresión intensa—. En este juego, ambos sabemos que lo que buscamos va más allá de un simple triunfo profesional.
—¿Entonces qué sugieres? —preguntó Viktor, manteniendo la mirada de Leonhard sin retroceder.
Leonhard apoyó un codo sobre la mesa, observándolo como si intentara descifrar cada uno de sus secretos. —Sugiero que dejemos de lado las sutilezas y que aceptemos lo que realmente está ocurriendo entre nosotros. Esta atracción… esta tensión. Podemos ignorarla o enfrentarla, Viktor, pero sabes tan bien como yo que está ahí.
La declaración de Leonhard lo tomó por sorpresa, aunque Viktor ya lo había sentido desde hacía tiempo. Era cierto que esa atracción existía, y aunque había intentado ignorarla, ahora, enfrentado a la mirada de Leonhard, se daba cuenta de que no podía seguir negándola.
—¿Y qué sugieres que hagamos con eso? —preguntó Viktor, su voz apenas un susurro.
Leonhard sonrió, una sonrisa que contenía tanto desafío como deseo. —Sugiero que sigamos con esta competencia, pero que la elevemos a otro nivel. Que lo profesional y lo personal dejen de ser mutuamente excluyentes.
Viktor sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Era consciente de que aceptar esa propuesta significaba entrar en un terreno donde los límites no estaban claros. Sin embargo, su naturaleza competitiva y su deseo por descubrir hasta dónde podía llegar con Leonhard lo impulsaban a aceptar.
—Acepto —respondió, inclinándose ligeramente hacia Leonhard—. Pero ten en cuenta que yo también pondré mis propias reglas.
—Perfecto. No esperaba menos de ti, Viktor —replicó Leonhard, y sus ojos brillaron con una intensidad que prometía tanto desafío como placer.
La cena continuó, pero la conversación dejó de girar en torno a negocios. Hablaron de sus pasados, de sus experiencias personales, y poco a poco, se fueron despojando de las barreras que ambos solían usar como escudos. Cada palabra, cada gesto, los acercaba un poco más, desnudando no solo sus ambiciones sino también sus vulnerabilidades.
Al final de la noche, cuando se despidieron en la entrada del restaurante, Leonhard se acercó a Viktor con un gesto inesperado. Atrapando su mano en un apretón firme, susurró:
—Nos veremos en la presentación, Viktor. Prepárate para ser sorprendido.
Viktor asintió, con una sonrisa desafiante. —Te aseguro que te esperaré con ansias.
Mientras se alejaba, Viktor sintió que algo había cambiado entre ellos. La competencia se había vuelto personal, pero también había dejado de ser solo un juego de poder. Leonhard le había mostrado una faceta de él que nadie más había visto, y aunque aún no estaba seguro de a dónde lo llevaría esa atracción, estaba dispuesto a averiguarlo.
Ambos estaban conscientes de que no se trataba únicamente de una competencia profesional. Lo que estaban construyendo era algo complejo, una mezcla de rivalidad y deseo que prometía hacerlos desafiar cada una de sus propias reglas.
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