Ella, una pobre chica burlada y abandonada con un hijo. Él, un amargado hacendado a quien nadie quiere y todos le temen y respetan. Sus mundos se cruzarán gracias a una treta del destino. ¿Qué pasará? Descúbrelo aquí.
NovelToon tiene autorización de AraMosBa para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Ayuda
Alejandro.
Sabía que Sebastián aceptaría ir, lo conocía demasiado bien.
— Oye, acabo de reconsiderarlo, me iré a Estados Unidos para ayudar a Lorena.
— Y tu reconsideración seguramente tiene nombre y apellido, tus papás.
Mi amigo era predecible a veces, así que ya sabía que lo haría.
— Mira, este es tu pasaje, ya que el avión no está disponible por ahora, tendrás que irte de esta manera. Reserve la primera clase para ti.
— Te lo dije, deberías ser un brujo. Sabías que aceptaría.
— Digamos que te conozco lo suficiente, y sé que tus papás no van a aflojar tan fácilmente, y antes de que aparezcan por aquí, mejor pones tierra de por medio.
La noche para mí fue larga y agotadora, pero puse mi mejor ánimo para llevar a mi amigo al aeropuerto.
— Gracias, Sebastián. Aprecio mucho que estés dispuesto a ayudar a Lorena en este momento. Sé que no es fácil para ti, pero estoy seguro de que harás un gran trabajo. Y respecto a lo que dijiste sobre llevar más sol, mi haré, comeré bien y cuidare más de mi, así que no te preocupes. Creo que tienes razón, debo enfrentarme a mis propios demonios y buscar la forma de ser más feliz.
Sebastián me miró con seriedad y me tomó del hombro.
— Alejandro, siempre estaré aquí para apoyarte en todo lo que necesites. Eres mi hermano de corazón y haré todo lo posible por verte feliz. No estás solo, ¿de acuerdo?
Asentí con gratitud, sabiendo que tenía a Sebastián a mi lado. Ahora que él estaría fuera, podría ocuparme de la lucha contra los Mendiola y en mi búsqueda de un poco de felicidad. Sé que Sebastián haría todo lo posible por proteger a Lorena y a Dylan, y por enfrentar a aquellos que intentaban hacerles daño.
Con eso en mente, lo vi partir rumbo a Estados Unidos para encontrarse con Lorena y Dylan, mientras que yo iba a comenzar una nueva etapa en mi vida. Estaba tranquilo, ya no me preocupaba nada de lo que el futuro me deparaba. Tenía la oportunidad de dejar atrás el pasado oscuro que me había atormentado durante tanto tiempo. Pero eso sería luego de ajustar un par de cosas.
— Gonzalo, soy yo. Seré breve, así que escucha con atención, quiero que destituyas inmediatamente al hombre en la comandancia de este lugar, y asegúrate de poner en su lugar a alguien que no tenga parcialidad con nadie aquí. ¿Entendiste?
Una vez tuve su respuesta colgué, y fui a mi siguiente llamada.
— Álvaro, ven a la hacienda a la menor brevedad posible por favor.
Siguiente llamada.
— Aurelio, hazme tiempo, pasaré por tu consultorio ahora mismo.
Lorena.
Sentir a Felipe tan cerca, me causo demasiadas emociones, no sé por qué me buscaba, tal vez quería quitarme a Dylan, y eso me aterraba demasiado, por eso sin pensarlo dos veces, acepte irme así, solo necesitaba estar lejos, que no me encontrarán esas personas.
De solo pensar en las cosas que viví en esa hacienda, hacen que quiera irme mi más lejos posible, y jamás volver a ver a ninguno de ellos, eso incluyendo a mi propia familia.
— Mami, me duele la cabeza.
A mi pequeño Dylan el viaje le sentó muy mal, vomitaba sin parar y lucia muy enfermo. Mi problema aquí era que todos hablaban inglés, yo no podía comunicarme. ¿Por qué no había ninguna persona que hablara español? Pero que cosas estaba diciendo, era yo quien tenía que aprender el idioma, pues estaba en un país ajeno, ¿Qué podía esperar?
A pesar de mi incapacidad de comunicarme con palabras, por medio de señas, las personas allí le ayudaron, y así mi pequeño y yo pudimos pasar una buena noche, ya al día siguiente me pondría juiciosa a aprender todo lo que pudiera. Pero me lleve una gran sorpresa, porque no sé cuándo dormí, pero cuando me levante, me encontré con el señor Sebastián en el comedor.
— ¿Señor Sebastián? ¿Qué hace aquí?
— ¿No te alegra verme? Me voy a sentir muy triste.
— Por supuesto que me alegra mucho verlo, usted no tiene idea de cuánto.
Por instinto lo abracé, es que me había sentido tan perdida en ese lugar, que ver a alguien que hablara mi idioma y más aún que conocía aunque fuera un poco, me devolvió el alma al cuerpo.
— Discúlpeme, es que me emocioné mucho.
— No te preocupes, yo entiendo, débil ser duro para ti no poder comunicarte y más aún estar en medio de extraños, así que a eso vine, a ayudarte con la adaptación. Ya sabes que Alejandro siempre piensa en todo y me mandó aquí especialmente a eso.
— ¿De verdad? Que bueno es el señor Alejandro, no tendré como pagarle todo lo que ha hecho por mi niño y por mí.
— Quien sabe, siempre hay una manera, pero eso no importa ahora.
Él dijo eso y me quedé pensativa, ¿Cómo que siempre hay una manera? ¿Irían ellos a cobrarme de alguna manera todos estos favores? ¿Y si me estaba metiendo en algo mucho peor? El miedo me invadió tanto, que me quedé estática.
— ¿Qué pasó? ¿Dije algo que te puso nerviosa? Ah, eso, no mal intérpretes lo que dije, me refería a que la manera como tú puedes pagarle a mi amigo todo lo que hace, es aprovechando la oportunidad, estudia, aprende todo lo que puedas, de manera que un día puedas desenvolverte en la vida sin la ayuda de nadie, eso es lo que nosotros esperamos. Porqué solo de esa manera te harás fuerte y nunca más nadie volverá a abusar de ti.
Me sentí apenada por haberme puesto en evidencia, pero agradecí profundamente la explicación del señor Sebastián.
— Gracias señor Sebastián, le prometí que trabajaré muchísimo en todo lo que me acaba de decir, aprovecharé está oportunidad, se lo prometo.
— Me alegra mucho escuchar eso, Lorena. Sé que eres una mujer fuerte y valiente, y con esa actitud seguramente lograrás grandes cosas. Estoy aquí para ayudarte en lo que necesites, así que no dudes en pedirme cualquier cosa. Y recuerda, siempre mantén la cabeza en alto y nunca permitas que nadie te haga sentir menos.
Sus palabras me llenaron de esperanza y motivación, sabía que tenía a una persona en quien confiar y que me guiaría en este nuevo camino. Juntos, Sebastián y yo nos sentamos a planear cómo enfrentar los desafíos que se nos presentaban, y poco a poco fui recuperando la confianza en mí misma.
En ese momento, supe que no estaba sola, que tenía a un amigo verdadero a mi lado, y que junto a mi hijo, podríamos superar cualquier obstáculo que se nos presentara. Agradecí infinitamente al señor Alejandro por enviar al señor Sebastián a mi lado, y prometí no defraudar a ninguno de los dos.
Así, con un nuevo comienzo y la compañía de alguien que realmente se preocupaba por mí, me dispuse a aprovechar al máximo esta oportunidad que se me presentaba. Estaba decidida a aprender, a crecer y a salir adelante por mí misma y por mi hijo. Y con la ayuda de Sebastián, sabía que podía lograrlo.
Felipe.
Lo que Alejandro me dijo me dejó muy mal, me sentía estúpido, como un verdadero idiota. Tenía muchas ganas de reclamarle a mi padre, de encararlo y hacerle saber que no lo perdonaría, pero en vez de eso, se me ocurrió algo mejor.
Mi padre era un hombre ambicioso, no le importaba matar ni pasar por encima de quien fuera para lograr su objetivo, yo lo sabía muy bien, porque de niño lo vi con mis propios ojos matar a mi tío, a su propio hermano, todo por dinero.
Cuando mi abuelo murió yo tenía 8 años, dejó un testamento, donde mi papá y mi tío eran los herederos a partes iguales, pero papá quería el conglomerado, y ese le correspondía a mi tío. Así que intento convencerlo de muchas maneras para que se lo cediera, pero mi tío se negó, no quiso dinero ni nada a cambio. Por lo cual mi papá lleno de frustración y rabia lo asesinó.
Ese fue mi miedo toda la vida, saber que era capaz de matar, que no eran solo amenazas. Cuando le amenazó con matar a Lorena y a mi hijo, le creí, si había levantado su mano en contra de su propio hermano, ¿Qué no haría con ellos?.
— Señor Felipe, ¿Le puedo colaborar en algo?
— Si, me puedes colaborar en mucho, quiero que me entregues todos los archivos relacionados con el conglomerado, y, ni una sola palabra de esto a mi padre.
— Puedo preguntar señor ¿Para qué los quiere? Si necesita algo, con gusto le puedo colaborar.
— Exactamente, necesito que me entregues los archivos, es todo.
Me retiré y fui a mi oficina, tenía que pensar muy bien que hacer, además, necesitaba hablar con Lorena, solo ella me podía contar con detalles que sucedió con mi familia en la hacienda. Una vez la escuchara, y confirmara la situación, no se lo que podría hacer, mientras me prepararía.