La muerte de los padres de Sol cambian su vida, convirtiéndola en una vida de terror, de sufrimiento y miedo.
Pero ese mismo miedo y sufrimiento, lo tendrán lo demás de la peor manera, en una ilusión que los pondrá en la peor situación posible, tanto que sacarán de sus vidas, la maldad que hacen a los demás.
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Capitulo 16
La sorpresa en las chicas seguía, las palabras casi no podían salir.
—¿Vez lo que yo estoy viendo?— Se dirigió Perla a Elba.
—Sí, sí, por Dios, no tengo nada, no tengo nada.— chillaba eufórica Elba, empezaron a pegar grito a los chicos, pedro y Zoila, ayudaban a felipe y Elvis, al salir quedaron aún más sorprendidos, sintieron como gran peso salía de sus cuerpos, al verse, estaban completamente sanos, solo sucios y con picaduras de mosquitos, algo verdaderamente sorprendente para todos.
—¡Por Dios, que es esto, estoy loco!_
Felipe se tocaba.
—No tengo dolor, no tengo heridas.— Felipe, cayendo de rodillas, gritando estupideces llenas de alegría.
—Denme un golpe, estoy soñando.— Hablo Elvis a un tono de voz muy bajo, moviendo su pierna, Elba golpeó a Elvis e hizo que se quejara.
—Estamos bien, estamos sanos.— Exclamó Zoila llorando.
—Vamos ya, salgamos de aquí.— Sugirió perla, Feliz y con deseo de salir de ese lugar que erizaba su piel del miedo.
—Ahora todo tiene sentido, Ángelo hablo de una ilusión.— Comentó Pedro, era increíble como todos sintieron dolor, vieron escenas que jamás olvidarían y todo se trataba de una ilusión.
—Sol, ¿donde está Sol?— Zoila recordó a protagonista de toda esa locura, después de calmarse un poco, Todos buscaban a su alrededor, no la veían por ningún lado.
—¿Se la comió Ángelo?— Pregunto Perla asustada.
—No, él se despidió, está sola, iré por ella.—Hablo Zoila preocupada y Pedro la detuvo.
—No la dejaré sola, ¡TIENE MIEDO, MIEDO QUE LA CULPEMOS!— Les grito.
—¿Acaso no merecíamos todo ese dolor y miedo?, Así fuera solo una ilusión tan real, también sé que no sufrí tanto como ustedes, pero no sean cobardes, no sigan siendo los mismos idiotas que hace cuatro días.—
Amenazó Zoila, dejo a todos ahí, sin decir nada más, solo fue seguida por pedro.
—Yo voy.— hablo Elvis, quién fue seguido por todos, pegaban gritos, llamando a Sol, caminaron uno 100 metros y estaba la cabaña.
—La cabaña.— Hablo Zoila sorprendida.
—El Río está cerca de aquí.— Le dijo pedro, caminando con ella.
—Todo siempre estuvo en estos 300 metros, no era un bosque inmenso, solo nos cegó el miedo, dolor, egoismo.— Por fin entendió Felipe, llegando junto a Zoila y Pedro.
Caminaron unos 50 metros y ahí estaba el río y también Sol.
—ERES UN IMBÉCIL, ÁNGELO, ME HICISTE SUFRIR MÁS QUE ELLOS, ME ENAMORASTE Y ME DEJASTE AQUÍ, SOLA, SIN NADIE, PEOR QUE ANTES, TE ODIO.— Gritaba Sol a todo pulmón, los demás chicos llegaron juntos, todos lloraban llenos de sentimientos, como Sol le gritaba a Ángelo, metida en el agua.
—Siempre fue una sola Cabaña y un solo río con cascada.— Susurró Elba
—Si saben que esto no lo creerá nadie, ¿verdad?— Comento perla.
—Quien va a creer que fuimos torturados, si estamos sin un rasguño, ni heridas.—Respondió Elvis.
—Esto que quede como un secreto, uno que morirá y solo quedara en nuestra mente, ahora ayudemos a Sol, creo que sufrirá más que nosotros la ausencia de Ángelo.— Les sugirió Zoila, secando sus lágrimas, como pudieron sacaron a Sol del agua, la tranquilizaron, no podían verla así o los culparía a ellos, en ellos habia crecido un sentimiento muy grande.
Sol entendió y camino, desde ese día su vida cambiaría para siempre, ya no volvería a recibir bullying, no tendría fuerzas para enamorarse otra vez.
Cuando volvieron a salir, ya los esperaba su director.
—Chicos, los veo renovados.— Hablo eufórico el director, emocionado de verlos abrazar a Sol.
—Por supuesto que sí, director, aprendimos amar la vida y nuestros amigos.— Respondió Felipe feliz, ayudando a subir a cada uno de ellos y aún más a Sol, que no tenía ánimos de hablar.
—Me alegra mucho, el director encargado se cansó de bromear conmigo, comentando que ustedes veían lobos, ja, ja, ja, qué hombre tan loco.— Las palabras del director hizo, que los chicos se vieran y como si se leyeran la mente, susurraron al unísono.
—¡El lobo Gris!— entendieron que ese director, no solo era el lobo gris, también era ayudante de Angelo y tal vez un familiar.