Un soldado de un antiguo reino fue sometido a un experimento para transformarlo en un arma de destrucción masiva mediante alteración genética. Algo salió mal y despertó mil años después, en un mundo mágico lleno de bestias de fantasía. Desorientado, encuentra las ruinas de su reino y un nuevo campo de batalla entre civilizaciones desconocidas. Con habilidades sobrehumanas, debe descubrir su propósito en este nuevo y peligroso mundo.
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Capítulo 14: La Maga y el Caballero Dorado
**El regreso al pueblo**
Elara, con las ropas desgarradas y el rostro marcado por el cansancio y la batalla, regresaba al pueblo de Marly junto a los pocos guerreros que habían sobrevivido al ataque en la torre. El camino de vuelta había sido una mezcla de silencio sombrío y miradas llenas de preocupación. Los hombres estaban agotados, sus cuerpos llevaban las cicatrices de la batalla y sus almas cargaban el peso de la pérdida de sus compañeros.
La aldea, al ver la caravana de vuelta, se llenó de una inquietud palpable. Los aldeanos miraban con asombro y temor a los guerreros heridos y a la maga al frente del grupo. Los susurros sobre lo ocurrido en la torre se esparcían como el viento, llenando el aire de especulaciones y miedos. Elara, aún con la cabeza en alto, sabía que debía informar al Barón Reiyus, el Caballero Dorado, sobre lo sucedido y las nuevas amenazas que acechaban.
**El informe al Caballero Dorado**
El Barón Reiyus, conocido como el Caballero Dorado por su brillante armadura dorada y su reputación intachable, estaba esperando en el gran salón del castillo. Era un hombre de estatura imponente, con un rostro marcado por la batalla y unos ojos que reflejaban una mezcla de sabiduría y dureza. Su presencia, a pesar de la calma que solía proyectar, imponía respeto y autoridad.
Elara fue llevada ante él, con los guardias abriendo las grandes puertas de madera que daban acceso al salón. Reiyus se levantó de su asiento al verla entrar, su rostro mostró una leve preocupación al notar el estado de sus soldados y de la maga. Elara se inclinó respetuosamente, intentando ocultar su fatiga.
—Barón Reiyus, debo informarle de la trágica emboscada que sufrimos en la torre. Perdimos a muchos buenos hombres, y los materiales que recolectamos fueron destruidos o quedaron inaccesibles. Además, descubrimos una amenaza aún mayor—dijo Elara, su voz temblaba ligeramente al recordar la brutalidad del ataque.
Reiyus frunció el ceño, su mirada penetrante se clavó en Elara mientras hablaba.
—¿Qué clase de amenaza, Elara?—preguntó, su tono era serio y expectante.
Elara respiró hondo antes de continuar.
—Nos atacó un grupo de orcos y goblins liderados por un gigantesco ogro y un hechicero goblin. Pero lo más preocupante es que apareció una criatura desconocida, una bestia que nunca habíamos visto. Era enorme, con una fuerza descomunal y una habilidad para el combate que superaba cualquier cosa que hayamos enfrentado antes. Creemos que esta criatura fue la responsable de la destrucción de la torre después de nuestra retirada.
El Barón Reiyus se inclinó hacia adelante, su interés era evidente.
—Describa esa criatura—dijo, su voz adquirió un matiz de curiosidad intensa.
—Era una bestia gigante, quizás de más de cuatro metros de altura, con un aspecto reptiliano y una fuerza incomparable. Atacó a los orcos y goblins con una ferocidad que nos dejó perplejos, y después de nuestra retirada, parece que destruyó la torre para evitar que regresáramos—explicó Elara, sus ojos se oscurecieron al recordar la escena.
Reiyus asintió lentamente, sus pensamientos parecían estar en otro lugar.
—¿Y qué motivó a esta criatura a actuar de esa manera?—preguntó, más para sí mismo que para Elara.
—No lo sabemos, mi señor. Pero estoy decidida a descubrirlo. Esta bestia ha dañado nuestro honor y debe ser detenida—dijo Elara, su voz estaba cargada de determinación y furia contenida.
El Caballero Dorado la observó con una expresión pensativa antes de hablar nuevamente.
—¿Cree que esta criatura podría derrotarme en combate?—preguntó Reiyus, su tono era serio y evaluativo.
Elara vaciló un momento antes de responder, consciente de la reputación y habilidades del Barón.
—Mi señor, con todo respeto, no puedo estar segura. La criatura mostró una fuerza y agilidad que superan cualquier cosa que hayamos enfrentado. Aunque confío en sus habilidades, esta bestia es una amenaza formidable—respondió, su voz reflejaba la incertidumbre que sentía.
Reiyus asintió, aparentemente satisfecho con la respuesta. Se recostó en su silla, sus pensamientos giraban en torno a la bestia y a las posibilidades que esta representaba.
**El regreso a la torre**
Con la decisión tomada, Elara se preparó para regresar a la torre, esta vez con la firme intención de encontrar a la criatura y desentrañar sus intenciones. Organizó a un nuevo grupo de guerreros, más numerosos y mejor preparados, y partió al amanecer del día siguiente. La determinación brillaba en sus ojos, impulsada por la necesidad de restaurar su honor y el de sus compañeros caídos.
Al llegar a la torre, Elara y su grupo encontraron solo ruinas. La estructura que alguna vez se erguía majestuosa estaba ahora reducida a un montón de escombros. Elara se movió entre las ruinas con cuidado, su corazón latía con fuerza al pensar en la magnitud de la destrucción que había encontrado. Sabía que la bestia había vuelto a destruir lo que quedaba de la torre, asegurándose de que nada quedara en pie.
—Juro que encontraré a esa criatura y la destruiré—murmuró Elara para sí misma, sus ojos brillaban con una mezcla de furia y determinación. Sentía que su honor había sido mancillado y que debía restaurarlo a toda costa.
Mientras sus hombres inspeccionaban los escombros en busca de cualquier pista o resto de los materiales perdidos, Elara se quedó de pie, observando las ruinas con una mirada fija y llena de promesas de venganza. Sabía que su misión no había terminado y que la búsqueda de la bestia sería su próxima gran tarea.
**El Caballero Dorado**
Mientras Elara juraba venganza en las ruinas de la torre, el Barón Reiyus se encontraba en su despacho, reflexionando sobre la información que había recibido. La descripción de la criatura le resultaba intrigante, y no podía evitar sentirse fascinado por la posibilidad de que existiera algo tan poderoso y desconocido. *Si esta bestia es tan fuerte como dice Elara, podría ser una amenaza o una oportunidad,* pensó, su mente ya planeaba posibles estrategias y formas de aprovechar la situación.
Decidió que debía conocer más sobre esta criatura y sus intenciones. Si era una amenaza, debía ser eliminada. Pero si podía ser controlada o utilizada a su favor, el reino de Marly podría beneficiarse enormemente. Con una mente llena de planes y estrategias, el Barón Reiyus llamó a su caballera más leal, una mujer conocida por su fuerza y determinación: Sirina, apodada "La Inquebrantable".
Sirina, de cabello corto y oscuro, y una mirada decidida, se arrodilló ante el Barón en señal de respeto.
—Sirina, necesito que sigas a Elara y me mantengas informado sobre sus movimientos y la situación con esa bestia—dijo Reiyus, su voz era firme y decisiva. —No creo que Elara sea capaz de derrotar a esa criatura sola, pero su seguimiento podría revelar más sobre sus capacidades y debilidades. También quiero que observes y, si es posible, obtengas más información sobre la criatura. Si encontramos una manera de controlarla o utilizar sus habilidades, podría ser una gran ventaja para nosotros.
Sirina asintió con una expresión de firme determinación en su rostro.
—Entendido, mi señor. No permitiré que esa criatura pase desapercibida. Haré todo lo necesario para obtener la información que usted requiere—respondió, su voz reflejaba una lealtad inquebrantable hacia el Barón y una voluntad de acero para cumplir con su misión.
**El regreso de Zen**
Mientras tanto, Zen se dirigía de vuelta a su base improvisada en la aldea orca. Los últimos eventos en la torre lo habían dejado con muchas preguntas sin respuesta y un sentimiento de urgencia por descubrir la verdad. Sabía que no podía quedarse mucho tiempo en su actual refugio, ya que los humanos seguramente comenzarían a buscarlo para darle caza.
Al llegar a la aldea, Zen comenzó a prepararse para su próximo paso. Sabía que aún le quedaba una tarea pendiente: explorar la cueva que había sido señalada en los mapas de los orcos. Esta cueva, ubicada no muy lejos de la aldea, era lo último que le faltaba investigar en la zona antes de dirigirse a su próximo destino.
Zen recogió sus provisiones y revisó su equipo. Sabía que la cueva podría albergar peligros desconocidos, y debía estar preparado para cualquier eventualidad. Con su mente enfocada en la tarea, se dirigió hacia la cueva, sus pasos resonaban en el tranquilo paisaje mientras avanzaba con determinación.
Al llegar a la entrada de la cueva, Zen se detuvo un momento para evaluar su entorno. La cueva era oscura y parecía extenderse profundamente llena de mo y algunas pequeñas cascadas de agua.