LA VENGANZA DE LAS GEMELAS

...Samantha....

A mí no me engañas Irma. Estoy segura qué sólo estás saliendo con Sebastián para molestar a Danilo.

— Amor en un segundo regreso. Olvidé mi celular en tu oficina.

— Está bien, te espero en el auto.

Caminé al ascensor. Fuí a la oficina de Irma. Toqué la puerta antes de entrar. No quiero me me siga tratando cómo alguien sin educación. Tal vez no soy de una familia rica pero modales si tengo.

— Adelante.

— Hola Irma.

— ¿Tú de nuevo?, ¿que quieres?. ¿Tanto te gusta ver mi rostro?. — Actuó con fastidió.

— Me das pena.

— Qué bueno. Adiós. — Señaló la puerta. No sé qué me molesta más, qué no caiga en mis provocaciones o que me de tan poca importancia.

— ¿Cómo puedes salir con Sebastián?

— Lo que hago o dejó de hacer es mi problema. Métete en tus propios asuntos.

— No sé cómo no te da pena que te vean con alguien tan feo cómo Sebastián.

— Así cómo a Danilo no le da pena que lo vean contigo.

— ¿Qué estás queriendo decir.? — Su comentario me hizo enojar.

— El qué entendió entendió.

Estuve a cinco segundos de perder la calma. Afortunadamente me controlé.

— Me gustaría seguir charlando contigo pero mi prometido me espera.

— Por mi no te detengas. Si de casualidad eres ciega te aviso que la puerta queda a diez pasos de ti. — La señaló.

Es imposible que a Irma haya dejado de importarle Danilo de la noche a la mañana. Seguramente sólo está fingiendo.

...Danilo....

¿Desde cuándo Irma está saliendo con mi mejor amigo?. Tengo que hablar con Sebastián. Me debe una explicación.

Samantha regresó y la lleve a comer. Al volver a la oficina lo primero que hice fue ir donde Sebastián.

— Necesito hablar contigo. — Entré a su oficina sin tocar.

— ¿Sobre qué?. — Preguntó sin dejar de revisar ciertos papeles.

— ¿Desde cuándo sales con Irma?

— Hace poco.

— ¿Estás consiente de qué ella sólo te está usando?

— No es así. Ella me quiere.

— Por favor Sebastián. No seas ingenuo. ¿Creés que una mujer cómo Irma de fijaría en ...? — Me dí cuenta de la estupidez que estaba a punto de decir. Preferí callar.

— Irma me ha demostrado que no le importa mi físico.

— Sólo está jugando contigo. Quiere vernos pelear.

— ¿Porqué peleariamos?, a tí ella no te importa.

El tiene razón. Irma no me importa. ¿Porqué estoy haciendo tanto escándalo?

— Danilo se que ésto es muy repentino. Incluso yo no me lo creó. Pero Irma me dió una oportunidad y la quiero aprovechar. Esperó que me apoyes.

— No tengo otra opción. — Salí de la oficina con un mal sabor de boca.

Los dejaré en paz un tiempo. Si Irma ve que no me importa lo que hace dejará de jugar con el.

...Al día siguiente....

...Maribel....

Entré a mi oficina y vi un hermoso ramo de rosas sobre mi escritorio.

— ¿Te gustan?. — Sentí los brazos de Sebas en mi cintura.

— Son preciosas. Muchas gracias. Nunca me habían regalado flores.

— Mentirosa. Tus fans siempre te regalan.

Pero que tonta soy. Reacciona Maribel. Ahora eres Irma. La modeló y diseñadora famosa, no Maribel la que se la pasa encerrada en una oficina.

— Esas no cuentan. Sólo sé valen las que se reciben del chico que me gusta.

— ¿De verdad soy el primer chico que te regala flores?. — Supongo que Danilo alguna vez le dió flores a Irma. Pero a mí ni una hierva de los prados me han dado.

— Si.

Nos dimos un abrazo.