Juana Garcia es una joven mexicana que huyó de su país a Italia para salvar su vida, pero lo que no sabe es que solo estará realmente protegida en manos del Mafioso, el Don de toda Italia, Filippo Romano...
⚠️Atención: La obra contiene escenas de sexo explícito🔥, violencia, tortura, lenguaje soez y asesinato. Por lo tanto, está indicada para mayores de 18 años. Si eres sensible a este tipo de contenido, no lo leas, ya que contiene desencadenantes. La autora no está de acuerdo de ninguna manera con tales atrocidades. Es solo una historia ficticia.
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Capítulo 16
Se sentaron y María ya estaba llevando las cosas a la mesa.
María: Es casi un milagro que vengas a almorzar a casa, hijo.
Filippo: Tengo un motivo especial. Dice mientras mira a Juana.
Juana se rasca la garganta.
Juana: María, creo que iré a la habitación, puedes llevarme el almuerzo allí.
Se levanta.
Filippo: ¡Siéntate!
Juana: Ya te dije que no me mandes.
Filippo: ¡Te dije que te sientes!
Juana se asusta con su voz alterada.
Juana: Maldición, ¿por qué insiste en decirme lo que puedo o no hacer? No eres mi dueño.
Juana sube sin prestarle atención a Filippo. Él se levanta para seguirla, pero María lo detiene.
María: Déjala, hijo...
Filippo: ¿Por qué no me obedece? ¿Por qué tiene que ser así?
María: Ten paciencia, hijo. No estás acostumbrado a que las personas te desobedezcan, pero si quieres conquistarla tendrás que cambiar un poco.
Filippo: ¿De qué estás hablando, María?
María: No te hagas el tonto, sé que te gusta ella y si quieres que ella también te guste, no será de esta manera. Eso solo hará que ella te odie aún más.
Filippo respira profundamente y vuelve a sentarse.
Filippo: Tienes razón, María. Las cosas comenzaron mal, no sé qué hacer.
María: Ten paciencia, hijo.
Filippo come y María lleva el almuerzo de Juana.
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Juana:
Estoy furiosa. Filippo actúa de manera bipolar, una vez está tranquilo y al siguiente es grosero y rudo. No sé qué pasa por su cabeza, pero él no me mandará, no le tengo miedo.
María trajo mi comida, comí muy poco, no tenía apetito. Me quedé en mi habitación sin ánimo para nada y terminé llorando cuando escuché a alguien golpeando la puerta.
Juana: Estoy bien, María, no te preocupes.
Filippo: ¿Puedo entrar?
Juana se asusta por la voz brusca de Filippo.
Juana: No necesitas fingir educación, la casa es tuya, haz lo que quieras.
Filippo entra y se sienta en la cama, intentando tomar su mano, pero Juana la retira.
Filippo: Perdóname por gritarte.
Juana: Eres muy bipolar, ¿sabes? Un momento gritas y al siguiente vienes a disculparte. No me gusta este vaivén, será mejor que desde hoy finjas que no existo, así evitarás cualquier conflicto o que te desobedezca y grites.
Filippo: No quería hacer eso, pero eres muy terca. Solo quería tu compañía para el almuerzo, vine del trabajo solo para almorzar contigo...
Juana: No sé por qué hiciste eso.
Filippo: Juana...
Filippo habla y se acerca para besarla, pero Juana se levanta.
Juana: Será mejor que te vayas, ya debe ser hora de que regreses.
Filippo se levanta y se recompone.
Filippo: Hasta luego, Juana.
¿Iba a besarme? No puedo enamorarme de él, de ninguna manera. Es demasiado grosero y yo tampoco tenía la intención de estar con nadie, mucho menos en estas circunstancias en las que todo ocurrió.
