Eh muerto, pero, abri mis ojos, y me eh convertido en una princesa.
Eh reencarnado en Meredith Hockey, la hija maldita de el duque, a la cual NUNCA le prestó atención. Cuando por fin, en la novela, parecía todo ir por el lado correcto, Meredith muere, no solo una vez, también en los 27 especiales que contiene la novela.
Quiero sobrevivir, pero no quiero desperdiciar mi corto lapso de vida en un plan que salve mi pellejo, si moriré, al menos, está vez, disfrutaré mi vida para irme sin arrepentimientos, ¡Esta Vez No Temo A La Muerte!
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Capítulo 14
El joven Duque de Bailey fue llamado por el Duque Hockey a su oficina.
Pero él había estado tan distraído y ocupado en otros asuntos que ni siquiera había recordado que le habían llamado a tal lugar.
¿Qué tipo de ocupaciónes tendría un niño de 12 años?
Por dos días completos desde que había pisado el Ducado había ignorado la petición del Duque pero no podría posponerla más, según había escuchado por rumores al amanecer gracias a Adeus y Robert. La princesa da había despertado y se encontraba en perfecto estado.
Tal como él lo había dicho. La princesa había despertado después de haber recuperado toda la energía que había usado. Pero en ese momento no podría ir a visitarla, tendría que ir a visitar al Duque.
Quien ahora se encargaba de su entrenamiento como caballero.
Su padre no había podido con tal tarea, entonces lo había tirado como un perro a la casa de otro hombre. Lo había abandonado.
Pero era una situación que tuvo que asimilar incluso antes de llegar a ese lugar ¿Cuál era la diferencia entre su casa y esta?
No había ninguna, simplemente allí todos parecían ser más amables con el, sin importar su sangre noble y el poder abismal que habitaba en el.
Era solo un aprendiz más y ya.
Sintiendo pesadez en sus pasos al llegar a la casa principal, Aryed se dejó guiar a la oficina por el viejo y canoso mayordomo.
— Es bueno tenerlo por fin su alteza.
Hablo cómodamente el Maryordomo, con un rostro muy amable y agradable a parecer de Aryed. Parecía una buena persona a simple vista.
— Si.
Contestó secamente el menor, sin saber qué contestar a su corta bienvenida, era común tales bienvenidas por parte de la aristocracia a Rangos superiores o iguales al de sus amos.
— Joven Duque, sé que es corta su llegada a este lugar pero le aconsejo que se aleje de la pequeña niña que habita cerca de su lugar.
— ¿..?
— Podría sonar grosero y me disculpo sinceramente, pero no será recomendable para un Joven talentoso el ser consumido por una niña insatisfecha.
— Ja ¿Qué insinúas con eso viejo?
— …
El mayordomo guardó silencio, y observó la sonrisa burlona que se había forjado en los labios relajados del joven Duque. Pero allí lo que parecíais sacarlo de sus casillas fue la insolencia que se transparentaba en la cuenca de su ojo.
— La joven Princesa Meredith es un núcleo de mana que eventualmente roba la vitalidad de la Princesa Melody, no creo que sea bueno que el Joven Duque permanezca con la Joven Princesa. Debe tener cuidado.
— ¿Cómo estás tan seguro que es ella quien es un núcleo de Mana?
— …
— ¿Crees en las palabras sin fundamentos de un loco con una piedra?
— Señor, la palabra de Dios no se equivoca, el sumo sacerdote no puede haberse equivocado.
Aryed observó fijamente la oscuridad que se apoderaba de los ojos arrugados y ocultos detrás del vidrio de los anteojos del hombre, que lo observaba desde arriba y su mirada a través del rabillo de su ojo parecía juzgar su respuesta. ¿Qué le sucedía a esa escoria?
— Tendré cuidado, viejo.
— Gracias, Joven Duque.
Primero debía conocer la situación para desenmascarar al impostor. Aryed debía descubrir que había sucedido allí hace cinco años e incluso seis, la palabra de Dios no se equivoca.
Pero los humanos si.
Pero las personas si.
Pero los sacerdotes si.
Pero las personas egoístas y envidiosas también.
Ellos eran el claro ejemplo de algo más que solo equivocaciones.
Pero él debía descubrir que había sucedido antes de, debía encontrar pruebas, debía encontrar testigos, debía escabullirse como una rata y encontrar las suficientes pruebas y hundir a esas escorias que cavaban la tumba de la verdaderaa santa.
Pero debía ser sigiloso, hacerlo solo, quería saber porque y como, quería saber todo lo relacionado a eso y el porque a una niña del cual su espíritu es notable y su mana es invisible.
Incapaz de defenderse por sí sola.
......................
— Joven Duque.
— Un saludo a su majestad la espada del imperio el Duque de Hockey.
— Relájate Aryed, no tenses los hombros.
Para Aryed era raro el trato tan distinguido que le daba el Duque a un desconocido. Aunque referirse a sí mismo con ese título era una falta de respeto para el Duque, quien siempre lo había tratado con amabilidad y lo conocía desde que tenía memoria.
Era un buen hombre, pero no un buen padre, según podía ver.
O quizás solo era de esa forma con Meredith, quien permanecía en un palacio sin la interacción de sus padres y hermanos.
Pero, ¿Por qué pensaba en esa niña?
Era increíble que incluso en momentos serios como esos la imagen de esa pequeña de cinco años y su aura rosada permaneciera en su piel y mente como si se hubieran tatuado como un hermoso recuerdo en su cabeza.
Era confuso pero era agradable.
— Es increíble que tu Mana se vea incluso estando tan pacífico, ¿Te sientes realmente bien Aryed?
— …
— Es normal el sentirse presionado con semejante cantidad de Mana, es increíble incluso para mí. Ninguno de mis hijos posee tal cantidad, será difícil el controlarla.
— ¿Esta completamente seguro que ninguno posee esta Mana tan exorbitante?
— …
El Duque observó silenciosamente el rostro afilado del joven menor y le fue inevitable no reírse ante su madurez.
— Lo estoy, Aryed, ni Ethan ni Riverent poseen la bendición que está encadenada a ti.
— ¿Y su hija menor?
— Melody aún no ha manifestado su Mana, no creo que lo haga pronto, pero tiene la bendición de Dios, estoy seguro que tendrá una cantidad menor a la tuya.
— …
— No te afanes, muéstrame un poco la bendición que te regaló el Díablo, Aryed.
Silencio.
Aryed observó silenciosamente al Duque y su Mana se manifestó, la habitación en donde se encontraba se llenó de la pesadez y la atadura de su Mana, que se deslizaba fuera de su cuerpo e invadía todo a su alrededor, absorviendolo en la profunda destruccion que era su Mana liberado.
El duque observó maravillado el como todo a su alrededor se llenó de una clase de Mana que no era capaz de describir, era destruccion pero no lucía como tal, era un infierno sin necesidad de que todo a su alrededor ardieran en llamas.
La Mana negra y blanca se mezclaba a la perfección entre sí causando una perfecta sinfonía entre sí.
El perfecto equilibrio de la naturaleza balanceado en una sola persona.
Capaz de causar la destruccion a todo aquello que tocase si no era capaz de controlar el desorden de poder que habitaba en su ser.
Era hermoso, y más que hermoso era una maravilla que no se vería dos veces en la historia del imperio.
El Mana fluía libremente y su armonía era hermosa, el equilibrio era perfecto y a pesar de la pesadez de la habitación se podía respirar un flujo frío y doloroso de poder, pero se sentía maravillosamente limpio.
Era encantador el poder en ese muchacho.
Y se maravilló aún más al ver que el joven frente a él no se imitaba y parecía acostumbrado a esa sensación paralizante del poder recorriendo sus venas.
— Luces tranquilo Aryed.
— Lo estoy, Duque. El mana fluye, solo debo dejarlo fluir.
— No deberías Aryed, ¿No temes que se descontrole?
— Solo es un equilibrio duque, existe un equilibrio entre el bien y el mal, entre la moral y la ética, y entre el respeto y la educación. Solo sepa mantenerlo.
— Es bueno ver eso en ti. No creo que necesites mi ayuda, dejaré todo en manos del Comandante, recuerda tener cuidado, si sucede algo puedes venir aquí.
— Agradezco su compresión señor.
Finalmente, su visita inesperada y que causaba un dolor en su trasero había concluido y se iría de ese lugar, pero cuando se dignaba a huir de ese lugar que le robaba el aire escuchó una voz que estremeció su cuerpo y puso sus pelos de punta.
— ¡Oh! ¿Quién eres?
Una vocecita muy suave susurró a su lado, Aryed no quería voltearse a mirar quién era la portadora de esa voz, porque ya sabía a quién pertenecía.
Pero al verla, se estremeció aún más fuerte, su Mana había aumentado desde la última vez que la había visto.
— Nadie que le interese princesa.
— ¿Serás amigo de Melody?
— No soy amigo de ladrones, princesa.
Oh, ¿No era eso muy maleducado? Si, pero le daba igual.
Aryed caminó sin rumbo olvidando el camino, pero buscando escapar del encierro que sentía en el pecho y que había aumentado al presenciar a la princesa favorecida.
Algo en ella le provocaba repulsión.
Pero no le prestaría mucha atención.
O no en ese momento.
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Editado
**Atte : **Amelie Ross.