Alana Alvarado Blanco solía sentarse en un rincón de su pequeño cuarto en el orfanato y contar los huecos visibles en la pared, cada uno representando un día más sin la compañía de sus padres. En su mente infantil, imaginaba que cada uno de esos agujeros era un recuerdo de los buenos momentos que había compartido con ellos. Recordaba con cariño aquellos cinco años en los que su vida había sido casi perfecta, entre risas y promesas. La melodía de la risa de Ana Blanco, su madre, resonaba en su corazón, y la voz firme de Vicente Alvarado, su padre, aún ecoaba en su mente: “Volveremos por ti en cuanto tengamos el dinero, pequeña”. Sin embargo, ese consuelo se había transformado en una amarga mentira, la última vez que le repetían esas palabras había sido poco antes de que la pesada puerta de madera del Hogar de San Judas se cerrara tras ella, sellando a la fuerza su destino y dejando su vida marcada por la ausencia. En ese instante, la esperanza que una vez brilló en sus ojos comenzó a de
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capítulo 15
El plan de Zúñiga fue quirúrgico:
La Inmunidad Legal (Blindaje): "Lo primero es su seguridad. Hoy mismo, les presentaremos una solicitud de protección ante el fiscal del distrito, alegando amenaza y manipulación por parte de Fernando Fuente. Alana, con su relato, y Catalina, con su conocimiento legal. Una vez bajo protección, la Tía Helena no se atreverá a tocarlas." El Divorcio de Alto Impacto: "Olvídate de las cláusulas de divorcio que firmaste, Alana. Son inválidas bajo coacción. Presentaremos una demanda de divorcio que exige una división del cincuenta por ciento de los activos conyugales (incluyendo el valor de la mansión), más una pensión compensatoria significativa. Usaremos estos documentos como palanca." La Bomba de Relojería (El Golpe a Fernando): "No atacaremos a la Corporación Fuente, todavía. Eso sería una guerra larga. Atacaremos a Fernando. Exigiremos que se desvincule completamente de la Corporación a cambio de no presentar la evidencia de la malversación y la conspiración a la Comisión de Valores. Él tiene que irse, o irá a la cárcel."
Zúñiga miró a Ricardo. "Ricardo, tu testimonio sobre el compartimento del Bentley y los archivos de cuentas es vital. Necesitamos una declaración jurada."
"Lo haré, Profesor," dijo Ricardo, firme.
Alana sintió que el miedo se desvanecía, reemplazado por una frialdad estratégica.
"¿Y si Fernando se niega?" preguntó Alana.
"No se negará," respondió Zúñiga. "Le enviaremos una muestra de lo que tenemos: la prueba de que utilizó fondos corporativos para pagar la cuenta de una de sus amantes. No la denuncia completa, solo la pequeña humillación personal. Él doblará la rodilla para evitar que su padre se entere del resto."
Un Mensaje Final
La reunión terminó con las hermanas bajo la protección temporal del bufete de Zúñiga, con sus abogados designados. Alana no podía ir a la mansión de los Fuente, pero necesitaba un cierre.
Antes de salir de la oficina, Alana le pidió el teléfono a Catalina. Abrió la aplicación de mensajería y escribió un texto que sabía que lo haría enloquecer.
Dirigido a Fernando Fuente, pero usando el número de teléfono de su hermana, Catalina.
De: Catalina Alvarado
Asunto: Cláusulas Anexo A.
Fernando. No te preocupes por el divorcio de Alana. Lo haremos a mi manera. Y por cierto, la próxima vez que intentes engañar a tu familia con gastos falsos, cambia la floristería. Mi madre solía usar 'Flores de Lys' para pagar sus deudas. Yo también lo haré.
PD: La agenda que tomaste es la falsa.
Alana había encontrado en la agenda de malversación una referencia a "Flores de Lys" como un proveedor ficticio para desviar dinero. Al usar la referencia de su propia madre, le recordaba que sus padres también eran unos estafadores, y que ella, su hija, había aprendido sus trucos.
"Ahora sí," dijo Alana, devolviéndole el teléfono a Catalina. "Que comience el juego."
Fernando Fuente estaba en su oficina, tratando de convencer a su abogada interna de que la denuncia de la Comisión de Valores era una farsa, cuando su teléfono vibró con el mensaje.
Al principio, solo vio el remitente: Catalina Alvarado. Un escalofrío de rabia lo recorrió. La pequeña perra estaba jugando.
Luego leyó el contenido.
Fernando. No te preocupes por el divorcio de Alana. Lo haremos a mi manera. Y por cierto, la próxima vez que intentes engañar a tu familia con gastos falsos, cambia la floristería. Mi madre solía usar 'Flores de Lys' para pagar sus deudas. Yo también lo haré.
PD: La agenda que tomaste es la falsa.
Fernando sintió que el aire se le escapaba. La mano que sostenía el teléfono temblaba incontrolablemente. No fue la mención del divorcio; fue la floristería. 'Flores de Lys' era la clave que usaba para ocultar sus desvíos de fondos corporativos, un secreto que solo él y su padre (que usaba la misma treta) conocían. La amenaza era precisa y demoledora.
Y la postdata: La agenda que tomaste es la falsa.
Fernando miró la agenda de cuero que había recuperado de la mansión. La hojeó. De repente, las entradas que parecían comprometerlo parecían convenientemente vagas. Alana había planeado que él recuperara la versión "suave".
El pánico se convirtió en una furia ciega. Gritó, lanzando la agenda contra la pared de su oficina. El sonido metálico y hueco resonó en el silencio. Se puso de pie, su mente corriendo: Alana tenía la verdadera agenda, tenía la evidencia del fraude, y tenía a su hermana, una abogada con un conocimiento incisivo. Estaba acabado.
La Confrontación con Helena y el Padre
Quince minutos después, Fernando estaba sentado en la sala de juntas principal, con su padre, el patriarca, en la cabecera, y la Tía Helena sentada a su lado, con una expresión de hielo puro.
El Sr. Fuente Padre no gritaba; eso habría sido vulgar. Su desaprobación era un silencio pesado, roto solo por la voz monocorde de Helena.
"Fernando, esta mañana, la abogada que designamos para investigar la denuncia de la Comisión de Valores recibió una notificación anónima. Una muestra. Es una referencia a la malversación de fondos a través de 'proveedores ficticios'," dijo Helena.
"Y, para colmo, tu esposa te ha enviado una nota usando el mismo código que tu madre y yo usábamos para nuestros 'gastos especiales'," continuó el padre, su voz apenas audible. "Demuestra que la chica no solo tiene la agenda, sino que ha entendido el sistema interno de la familia."
Fernando se desplomó en su silla. "Fue una trampa. Me robó una agenda. Yo me equivoqué, pero puedo recuperarla. La encontraré y la silenciaré."
"¡Cállate!" siseó Helena, golpeando la mesa. "Ya has hecho suficiente. Ella está con su hermana, una abogada, y ahora están bajo la protección de un bufete legal. Acaban de recibir una notificación legal formal de parte del Profesor Zúñiga. Él las está representando. Zúñiga."
El nombre resonó como una condena a muerte. El profesor Zúñiga era el peor enemigo legal de la Corporación Fuente.
"¿Qué quiere Zúñiga?" preguntó Fernando, sintiéndose enfermo.
"No quiere demandar a la Corporación," respondió el padre, con un tono de fatalismo. "Solo te quiere a ti, Fernando. Exige que firmes un divorcio inmediato sin litigios, que entregues la mitad de tus activos conyugales, y que renuncies a todos tus cargos ejecutivos y directivos en la Corporación Fuente. Si te niegas, enviarán la agenda real y las pruebas de malversación a la Comisión de Valores y a todos los medios."
Fernando se quedó sin aliento. No era solo el dinero; era su nombre, su posición.
"No puedo renunciar. Soy un Fuente," suplicó.
La Tía Helena lo miró con un desprecio absoluto. "Ahora mismo, Fernando, eres un riesgo inaceptable para el negocio. Si la Corporación se va a salvar, tendrá que ser sin ti. Has violado las reglas fundamentales. Te casaste por el voto y luego pusiste en peligro ese mismo voto con tu codicia y tus juegos de mujerzuela."
El padre se puso de pie, su figura imponente proyectando una sombra sobre Fernando.
"Tienes veinte y cuatro horas. Arregla esto. Firma. O no solo pierdes tus puestos, pierdes tu apellido."
Fernando sabía que no podía ganar. Las hermanas, trabajando con Zúñiga, lo habían acorralado. La pieza de ajedrez que había despreciado se había convertido en la reina, y él estaba en jaque mate.