- ¿Victoria, que piensas hacer?
Una pregunta que le hacen últimamente, y la respuesta no la sabe, ya que tiene un deber como asistente del fiscal y llevar al hombre que ama ante la justicia o decide salvar el amor de su vida y padre de su hermoso hijo.
Su deber será más fuerte que su amor, o dejará todo por amor y se volverá al lado oscuro.
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Capítulo 15
Entonces si tiene algún complejo, sería interesante saber cuál es.
Una de las manos de Rolando tomo el rostro de Victoria por el mentón apretándolo con tanta fuerza que ella se quejó.
- Si quieres vivir, te recomiendo mantener esa boquita cerrada.
Antes de soltarla le dio un beso el cual ella se limpio de inmediato, le daba asco, hasta tenerlo tan cerca.
Al llegar al último piso la puertas se abrieron y hay sentado en una hermosa oficina, con unos ventanales gigantes desde los cuales se veía la ciudad.
- Gusto en tenerla por fin acá.
- Vamos al grano creo que no tengo mucho tiempo, quiero irme a casa.
Un Mijaíl muy enojado se levantó y se acercó a ella propinándole una cachetada, que la dejo en el piso, aturdida, pero no por eso bajo la guardia, se levantó como si nada y se plantó enfrente de él.
- Te gusta que te golpeen.
- A mi me da igual, pero parece que eso a usted si le gusta.
Una y otra vez, Mijaíl la golpeo y mientras él lo hacía Ronald solo observaba la escena. Ya cuando se cansó la dejo en el piso vuelta una nada, con la cara roja llena de sangre.
Labio reventado, pómulos también y las cejas no se quedaron atrás, Victoria ya no reaccionaba, pero aún estaba viva.
- Llévala a la casa, sacala por el sótano, no quiero que nadie la vea.
- Si señor.
Mientras él la llevaba en brazos le susurro al oído "te lo dije". Eso no la molesto para nada estaba feliz de haber conseguido entrar en terrenos peligrosos, pero de los cuales podía conseguir algo.
Las horas pasaron y ella por fin reaccionó, después de que Ronald la subiera al auto ella se desmayó por completo. Victoria no podía abrir bien sus ojos, ya que por los golpes estaban bastante hinchados.
- Ahora sí vas a dejar hablar, o quieres otro castigo.
- Sí.
Sus palabras eran susurros, no podía abrir bien la boca.
- Quiero saber quién más tiene la información de la USB.
- Na... Nadie.
- Me estoy tratando de contener Victoria, sé que hiciste una copia tengo el vídeo.
Desde un escritorio él toma un mando y prende el televisor, mostrando el momento exacto donde ella hace la copia de los archivos, ese pequeño detalle lo había olvidado ella, no se acordaba de las cámaras.
- Nadie más los tiene. - lo dice lentamente para evitar sentir solo en su rostro, los borré.
- No se los diste a Antón.
- No.
Un golpe más llegó a la cara de Victoria, y eso la dejo inconsciente de inmediato, solo con una señal un hombre la tomo en sus brazos y la llevo a otra habitación.
Mientras ella se recuperaba no podía salir de la casa, tenía un guardaespaldas que la seguía en todo momento, hasta para ir al baño.
Los empleados de la casa, en su mayoría eran mujeres, las cuales presentaban signos de violencia, tenían moretones en los brazos, sin mencionar las marcas en sus cuellos.
Todas me miraban con tristeza, como dándome a entender que eso mismo me pasaría muy pronto a mí. Durante ese tiempo no puede investigar mucho, cuando trataba de entrar en alguna habitación, le informaban a el y la golpisa era segura.
Quería salir corriendo, pero no podía, su tristeza se estaba volviendo evidente y el maldito de Mijail estaba contento con eso, eso era lo que el quería, destruirla emocionalmente para luego obtener lo que quería.
- Mañana vamos a salir, te traje esto.
Mijaíl bota una caja que al parecer contiene un vestido, al sacarlo Victoria abre mucho los ojos, es un vestido rojo, pero transparente.
- No me voy a poner eso.
- O es eso o que te golpee otra vez.
No había término medio o era blanco o era negro, y para mí era negro, tenía que utilizar un vestido que no me gustaba, acompañar aún hombre que era una porquería, a un evento que no sabía de qué sé trataba, y quién sabe que personalidades fueran a ir.
La noche se le hizo larga a Victoria, pensaba en su pequeño y en su tía, no sabía si habían podido escapar.
Un mes antes.
- Tía si no llego está noche, tómale bolso que está en mi cama, y sal de esta casa.
- Otra vez tenemos que escondernos.
- Si solo se van ustedes dos, estarán a salvo, salgan por la puerta de atrás, y vayan directo al aeropuerto en el bolso están los pasaportes y una carta firmada para que Alexey pueda salir.
- Hija, esto es una despedida.
- Puede que si tía, puede que sea la última vez que nos veamos. Dentro del bolso también encontrarás tarjetas de crédito ustedes no se tendrán que preocuparte por nada, ya todo está listo, si quieres trabajar lo puedes hacer, pero no será necesario.
- Me rompe el corazón verte así, pero sé que vas a salir de esta, no me meto en tus decisiones porque se que vas a hacer lo que quieras.
- Ya lo sabes, así de terca soy yo, algo tenía que sacarle a mis padres.
- Te quiero mucho y haremos todo lo posible por seguir sus instrucciones, vamos a salir de esta.
Presente
Esa fue la última vez que hable con mi tía y vi a mi principito, en estos momentos un abrazo de ese pequeño alegraría mi día, un beso, una caricia eso era suficiente para mí.
Pero ahora se encontraba sola, en una habitación que a pesar de estar caliente, se sentía fría lejos de la comodidad de mi casa, de mi cama, de mi vida.
Está era su prisión, una en la que llevaba un mes viviendo, maltratos, golpes insultos, todo acompañado de una gran desilusión. Durante todo este tiempo el único extraño que iba a la casa era Ronald, quién se regodeaba de sí éxito, sí es que tenía alguno, sus casos eran vagos y tenía la ayuda de los policías, los del FBI y hasta el fiscal.
- Lista.
Victoria hubiera preferido que la noche durará más y no solo un suspiro, eso fue para ella, un suspiro, el día siguiente había llegado por fin y con el el hecho de que tenía que ir a un evento.