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Louise, El Último Omega

Louise, El Último Omega

Status: En proceso
Genre:Yaoi / Vampiro / Omegaverse / Síndrome de Estocolmo / Secuestro y encarcelamiento / Villano
Popularitas:4.3k
Nilai: 5
nombre de autor: joshu nunez

En un mundo dominado por vampiros, Louise, el último omega humano, es capturado por el despiadado rey vampiro, Dorian Vespera. Lo que comienza como un juego de manipulación se convierte en una relación compleja y peligrosa, desafiando las reglas de un imperio donde los humanos son solo alimento. Mientras Louise lucha por encontrar a su hermana y ganar su lugar en la corte, su vínculo con Dorian pone en juego el equilibrio del reino, arrastrándolos a ambos hacia un destino oscuro y profundo, donde la lealtad y el deseo chocan.

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Decisiones

Desde hacía semanas, Dorian notaba la intranquilidad en Louise. Era consciente de que el joven estaba poniendo todo su esfuerzo en proteger el imperio, pero también sabía que esta dedicación lo estaba llevando a asumir riesgos que podrían costarle la vida. Louise, con su valentía y su aguda mente estratégica, había asumido el papel de cebo en un plan conjunto. Sin embargo, el detalle que Dorian desconocía era que Louise había ejecutado una parte de la estrategia a espaldas de él, actuando por cuenta propia, lo cual había encendido una chispa de preocupación en el rey.

Dorian, viendo cómo Magnus ganaba cada vez más poder en el imperio, comenzó a sospechar que su aliado estaba tramando algo más profundo. Como líder calculador, Dorian sabía que debía observar a sus enemigos de cerca, y Magnus, aunque formaba parte de su círculo de confianza, no era una excepción. A raíz de las tensiones crecientes, había decidido usar a Louise como señuelo, aprovechando su cercanía y su habilidad para provocar una respuesta de Magnus que lo traicionara frente a los ojos del imperio. Pero lo que Dorian no esperaba era que Louise también actuara a espaldas de él, forzando la situación y atrayendo a Magnus hacia sí de manera más directa.

La confrontación en los pasillos había sido la prueba irrefutable de que Magnus veía a Louise como una amenaza real y que haría cualquier cosa por destruirlo. Aunque Louise había intentado no alarmarlo, Dorian sabía que algo terrible había sucedido. En ese momento, mientras observaba a Louise recuperándose de la confrontación, Dorian penso en llevar su plan un paso más allá.

Dorian pasó la noche en vela, ideando una estrategia para enfrentar la traición que estaba en marcha. Sabía que no podía actuar impulsivamente, y mucho menos mostrar signos de debilidad frente a su enemigo, pues eso solo le daría a Magnus el tiempo y las herramientas para atacarlo de manera más brutal.

Al amanecer, convocó a Louise en su estudio privado. La tensión en el aire era palpable mientras el joven omega ingresaba en la sala, su rostro aún marcado por la reciente confrontación con Magnus.

—Louise, creo que ha llegado el momento de que seamos completamente honestos el uno con el otro —comenzó Dorian, su voz baja pero firme—. Me has demostrado ser valiente y audaz, pero necesito entender qué tanto estás dispuesto a arriesgar por esto.

Louise se mantuvo en silencio, bajando la mirada. Sabía que Dorian lo había puesto en una posición peligrosa al usarlo como cebo, pero también había sido su decisión ejecutar una parte del plan de forma autónoma. Con un leve suspiro, alzó la vista y miró al rey a los ojos.

—Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para asegurar que Magnus no destruya el imperio —respondió con seriedad—. Pero tú, Dorian, también tienes que asumir lo que significa tu decisión de exponerme así. No me arrepiento de actuar por mi cuenta, pero te pido que me permitas ser parte de esto de manera plena.

Dorian lo miró con una mezcla de admiración y rabia. Sabía que Louise era un aliado invaluable, pero también sentía la presión de querer protegerlo de una forma casi posesiva, algo que, para él, era confuso e inusual. Su posición de rey exigía que tomara decisiones duras y calculadoras, pero su cercanía a Louise lo llevaba a dudar de sus propios métodos.

Finalmente, asintió, reconociendo que no podía evitar que Louise actuara como mejor considerara, y que era su derecho defender al imperio con las armas que él mismo había elegido.

El siguiente paso en la estrategia consistía en organizar una reunión de alto riesgo en una de las fortalezas periféricas del imperio, conocida como Arvalon. Dorian decidió que allí pondrían en marcha el plan final para exponer a Magnus, utilizando a Louise como un señuelo aún más evidente y atrayendo a Magnus con la promesa de información valiosa sobre los movimientos estratégicos de Dorian en la guerra.

Sin embargo, había un nuevo elemento en juego. Dorian sabía que Magnus tenía aliados dentro del consejo imperial, pero no sabía quiénes eran. Para asegurarse de que su estrategia funcionara, Dorian introdujo a dos de sus espías de confianza, Armand y Eliara, dos agentes leales al imperio que tenían conocimientos profundos sobre las redes de información y traición que podían haber infiltrado el consejo.

Armand y Eliara, sin embargo, no estaban del todo seguros de que su plan tuviera éxito. Sabían que Magnus era astuto y que probablemente sospecharía de cualquier movimiento evidente. Pero Dorian confiaba en que si alguien podía desenmascararlo, sería Louise, cuya inteligencia y habilidad para anticipar los pasos de sus enemigos había resultado impresionante hasta ahora.

El plan siguió avanzando, y Armand y Eliara comenzaron a filtrar información que llevaría a Magnus a creer que Louise tenía una conexión directa con los planes de Dorian en Arvalon. La intención era clara: hacer que Magnus atacara a Louise de manera abierta, exponiendo su traición. Sin embargo, esto implicaba un riesgo elevado para el joven estratega, y Dorian no podía dejar de preocuparse por la posibilidad de que algo saliera mal.

—No me gusta la idea de que te expongas así —dijo Dorian, su voz cargada de tensión, mientras observaba a Louise con una mirada intensa—. Magnus es peligroso, y sabemos que no dudará en atacarte.

Louise sonrió levemente, mostrando una valentía que Dorian aún no comprendía del todo. Para el joven omega, esta era una oportunidad para demostrar su valor, y también para confirmar que sus esfuerzos por proteger el imperio no eran en vano.

—Dorian, si queremos ganar esta guerra, debemos tomar riesgos. Tú mismo lo sabes —respondió, su tono firme y decidido—. No puedes protegerme de todo, y yo estoy dispuesto a luchar por lo que creo.

Las palabras de Louise resonaron en la mente de Dorian y por primera vez, se dio cuenta de que había subestimado la fortaleza de aquel ser que, hasta entonces, había considerado como alguien vulnerable y delicado. Su atracción por Louise era innegable, pero comenzaba a ver que su afecto iba más allá de lo físico; era un lazo que lo llevaba a cuestionar su propia posición de poder y sus estrategias, como si Louise fuera la única persona capaz de hacerlo sentir vulnerable.

La reunión en Arvalon se llevó a cabo como estaba planeado. Louise llegó al lugar acompañado de Armand y Eliara, quienes actuaron como sus guardaespaldas y consejeros en el proceso. La información filtrada a Magnus sugería que Dorian había delegado en Louise la responsabilidad de defender la fortaleza, lo cual elevó las sospechas del traidor y lo llevó a actuar.

Magnus, convencido de que Louise representaba una amenaza directa a sus planes, llegó a Arvalon con un grupo de soldados leales a él. La confrontación fue tensa desde el principio. Louise, manteniéndose firme y calculador, enfrentó a Magnus sin revelar sus verdaderas intenciones. Sin embargo, la presencia de los espías de Dorian comenzó a despertar las sospechas de Magnus.

Fue en medio de la tensión creciente que Magnus, finalmente, dejó entrever su traición al imperio. Habló de sus alianzas secretas y de cómo planeaba tomar el control del imperio, revelando una parte crucial de sus planes sin darse cuenta de que estaba siendo observado por los agentes de Dorian.

La escena se desarrolló rápidamente, y cuando Dorian apareció, Magnus se encontró en una posición comprometida, rodeado de espías y guardias leales al rey. Sin embargo, en lugar de aceptar su derrota, el traidor sonrió con desprecio, mostrando su desdén hacia el rey y revelando su alianza con otros territorios.

—Crees que has ganado, Dorian, pero esto es solo el principio —dijo Magnus con una sonrisa malévola—. Mis aliados están más cerca de lo que piensas, y pronto este imperio será mío.

Dorian, aunque había logrado exponer a Magnus, sabía que la amenaza seguía ahí, latente. La revelación de la alianza con otros territorios confirmaba sus peores sospechas: la traición no solo venía desde dentro, sino que ahora contaba con el apoyo de un enemigo externo.

Tras la confrontación en Arvalon, cuando las palabras de Magnus todavía resonaban en su mente, Dorian llevó a Louise a una pequeña sala privada en la fortaleza. La luz de las antorchas iluminaban sus rostros con tonos cálidos y oscuros, reflejando la gravedad de lo que acababa de suceder. Dorian aún podía sentir la tensión en el aire, el eco de las amenazas de Magnus y el peso de las traiciones que ahora se cernían sobre su reino.

Louise se encontraba de pie frente a él, con los ojos fijos en los suyos, más desafiante que nunca. Durante la confrontación, había mostrado una valentía y una inteligencia que Dorian no había visto en nadie más. Su disposición a exponerse y a enfrentar a Magnus sin vacilar había despertado en el rey admiración y temor por lo que podría llegar a perder. Esa determinación de Louise, de arriesgarse sin dudar, lo hacía replantearse su propia estrategia, preguntándose si su plan para usarlo como cebo era realmente lo correcto.

Dorian dio un paso hacia él, consciente de que aquella noche había sido una línea cruzada, un punto de no retorno.

—Louise —susurró, su voz baja y cargada de una emoción que apenas podía contener—. Todo esto... lo hiciste por el imperio, por mí, y aún sabiendo los riesgos. Fuiste increíblemente valiente, pero te necesito aquí, a salvo.

Louise, sin desviar la mirada, se permitió sonreír con suavidad. Sin embargo, su respuesta fue firme.

—Dorian, nunca he esperado que me protejas. Este imperio ahora es tan mío como tuyo, y haré lo que haga falta para asegurarme de que Magnus no lo destruya. Pero tú también debes protegerlo con las decisiones correctas. Eso es lo que significa ser el rey de un gran imperio.

Las palabras de Louise lo golpearon. Sabía que había sido calculador al ponerlo en riesgo, pero algo en su pecho le decía que había llevado las cosas demasiado lejos. Su lado racional, como rey, le decía que debía seguir adelante involucrando más a Louise en esos planes peligrosos; pero su lado más humano, el que comenzaba a aflorar gracias a ese vínculo con él, lo incitaba a cuidarlo, a no permitir que volviera a ponerse en peligro.

Dorian levantó una mano, acariciando la mejilla de Louise, y sintió su piel cálida contra la suya. El omega lo observó con una mezcla de sorpresa y algo más que Dorian no alcanzaba a descifrar.

—Te lo prometo —dijo Dorian con una voz suave pero decidida—. Mientras yo esté al mando, no permitiré que Magnus ni otros territorios te toquen. Si te arriesgas, será bajo mis términos y haré todo lo que esté en mis manos para que estés a salvo.

Louise lo miró fijamente, sus ojos reflejando una mezcla de escepticismo y algo que parecía querer rendirse ante las palabras del rey. No confiaba del todo en aquella promesa, sabiendo lo impredecible que era Dorian en su papel de monarca. Pero el momento, la intensidad de esa promesa, logró hacer tambalear sus dudas.

Dorian sintió que las palabras no eran suficientes. Había en él una necesidad creciente de transmitirle a Louise esa seguridad, ese compromiso de protegerlo, incluso si aquello ponía en riesgo su propia credibilidad como rey. Sabía que para los demás, mostrar apego por alguien como Louise podría ser visto como una debilidad, especialmente ahora que Magnus y los territorios enemigos acechaban como buitres.

Pero en ese instante, no le importaban las apariencias. Se acercó a él y con un movimiento decidido, tomó su rostro entre las manos, sus dedos deslizándose hasta el borde de su cuello, donde el pulso de Louise latía acelerado. Su corazón también golpeaba con fuerza, su respiración se volvió más lenta, como si cada segundo a su lado fuera un momento robado.

—¿Por qué haces esto, Dorian? —murmuró Louise, apenas un susurro, como si no quisiera romper la tensión que los envolvía—. Sabes que solo soy un peón en este juego para ti.

Dorian sintió un nudo en la garganta ante esas palabras. Durante tanto tiempo había creído que Louise era, efectivamente, un recurso, una herramienta útil en su estrategia. Pero en aquel momento, esa concepción se sentía errónea, casi dolorosa. Lo que había en su interior iba mucho más allá de la utilidad; había una conexión que, aunque no quería admitirlo, trascendía la racionalidad.

—Eres mucho más que eso, Louise —respondió con sinceridad, su voz cargada de una intensidad que no esperaba—. Mucho más de lo que creí al principio. Y por eso, nadie te pondrá en peligro.

Louise pareció dudar, pero su expresión se suavizó al notar la sinceridad en la voz del rey. Algo en él cedió, y sin apartarse, dejó que Dorian lo acercara aún más. El roce de sus alientos se entremezcló en el aire, y, por primera vez, ambos sintieron que los muros entre ellos se desmoronaban, revelando los verdaderos sentimientos que hasta entonces, habían negado.

Finalmente, Dorian inclinó el rostro, y en un movimiento lento, sus labios encontraron los de Louise. Fue un beso lleno de tensión, miedo, dulzura y pasión, un beso en el que ambos depositaron la esperanza de un futuro incierto, pero que parecía inevitable. En aquel momento, el rey y el omega, rodeados de de la traición y la guerra, sellaron una promesa silenciosa, una que estaba destinada a cambiar sus vidas para siempre.

Al separarse, Dorian sintió que había cruzado un límite que ya no podía deshacer. Su corazón latía frenético y sus pensamientos giraban en torno a la figura de Louise, quien lo miraba con sorpresa y afecto.

—Louise, te lo repito. No permitiré que nadie te toque. Ni Magnus, ni otro reino… ni siquiera yo —murmuró, apretando suavemente los hombros de Louise.

Louise asintió, aún un poco desconcertado por la intensidad del momento. Sabía que sus palabras eran sinceras, pero también que Dorian enfrentaría una lucha interna entre su papel como rey y los sentimientos que comenzaban a germinar en su interior. En el fondo, algo en Louise deseaba creer en aquella promesa, en que Dorian realmente haría todo por mantenerlo a salvo.

Sin embargo, ambos sabían que su situación no les permitía bajar la guardia. Las alianzas externas, las traiciones y las amenazas de Magnus habían dejado claro que la traición acechaba en todos los rincones del imperio, y ahora más que nunca, debían estar preparados para lo que vendría.

Entonces, mientras Louise descansaba esa noche en sus aposentos, Dorian se quedó vigilante, sus pensamientos ocupados en idear un plan que protegiera a Louise pero al mismo tiempo, mantuviera el equilibrio del imperio. En su mente, las palabras de Magnus se repetían una y otra vez, como una melodía que lo impulsaba a actuar con una crueldad que ya no era solamente racional. Magnus y sus aliados le habían declarado la guerra, y él respondería de la única manera que sabía: con una fuerza implacable.

Aunque al recordar el rostro de Louise y la suavidad de su piel bajo sus dedos, Dorian sintió un conflicto que nunca había experimentado antes. Sus sentimientos por Louise lo hacían vulnerable pero al mismo tiempo, le daban una razón para luchar con más ferocidad que nunca. La lógica le decía que debía mantenerse distante a sus sentimientos por el omega, pero su corazón y su lado humano, lo impulsaba a luchar para protegerlo a cualquier costo.

Los días siguientes fueron un torbellino de reuniones y decisiones que pusieron a prueba la habilidad de Dorian como rey, gobernante, estratega y su capacidad para proteger aquello que más le importaba. Las investigaciones de sus espías confirmaron que Magnus estaba forjando alianzas con otros territorios y que su influencia se extendía más de lo que el rey había anticipado. Sus aliados en el consejo imperial parecían haber caído en una maraña de intrigas de la que sería difícil sacarlos sin exponerlos a los ojos del imperio.

Dorian sabía que debía atacar con cautela y fuerza. No podía permitir que sus enemigos lo superaran en astucia, mucho menos que sus aliados comenzaran a dudar de su liderazgo. Sobre todo, no podía permitir que Louise quedara atrapado en medio de aquel conflicto.

La promesa que le había hecho aquella noche era clara: protegería a Louise, incluso si eso significaba sacrificar parte de su imperio.

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Animus
Que excelente inicio!!! Ya quiero leer el siguiente
María José Pereira
Me encantó el capítulo! sin duda será una excelente novela
Carmen Hilario
Excelente
Carmen Hilario
Me gusta mucho la historia gracias
Maribel Martinez echame
Muy malo
Maribel Martinez echame
Malo
Teresa Reyes
el primer capítulo y esto me gusta mucho
Misaki Nakahara
Me encanta como escribes, necesito saber qué pasa después. 😍
Mecca
Cuándo sale la continuación ♪(・ω・)ノ?
joshu nunez: hoy subiré algo 😚
total 1 replies
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