Luca, un omega que ha ocultado su identidad en las sombras del crimen de Verona, es descubierto por Alessandro Moretti, el implacable capo de la mafia. Mientras Luca es arrastrado a un mundo lleno de peligro, traiciones y poder, la atracción entre ambos crece, desatando un juego mortal donde el deseo y la protección se entrelazan. En un entorno donde nadie es lo que parece, Luca y Alessandro deberán decidir si su conexión es una fortaleza o una debilidad que los destruirá.
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capitulo 15 : SUSURROS EN LA OSCURIDAD
La villa abandonada crujía bajo el peso de los años, y las sombras parecían más profundas a medida que la noche avanzaba. El aire se sentía pesado, cargado de una tensión que ninguno de los dos podía ignorar. Alessandro seguía junto a Luca, sus ojos escaneando cada rincón de la habitación como si esperara que algo, o alguien, emergiera de las sombras en cualquier momento.
—No podemos quedarnos aquí mucho tiempo —murmuró Alessandro, como si el silencio fuera algo frágil que no se debía romper con demasiada fuerza—. Este lugar no es seguro, no por mucho más.
Luca asintió, pero su mente estaba atrapada en el beso que compartieron. Fue breve, pero cargado de promesas y sentimientos que ni siquiera había comenzado a comprender. Sentía su corazón acelerado, pero también una creciente inquietud en su interior. Algo en el ambiente no estaba bien.
—¿Escuchaste eso? —preguntó Luca de repente, su voz apenas un susurro.
Alessandro se tensó, sus sentidos entrenados captando lo mismo que Luca. Un ruido distante, algo parecido a un crujido, como si alguien estuviera moviéndose en la oscuridad. Los guardaespaldas intercambiaron miradas, sacando sus armas de inmediato, pero Alessandro levantó una mano para que se quedaran quietos.
—¿Dónde? —preguntó el capo, sus ojos clavándose en los de Luca.
—Fuera… cerca de las ventanas —respondió Luca, susurrando como si alzar la voz pudiera atraer lo que acechaba afuera.
Alessandro no dudó. Se acercó a la ventana rota y cubierta de polvo, apenas visible a la luz de la luna. A través de los cristales rotos, todo parecía tranquilo. El bosque que rodeaba la villa estaba en silencio, inmóvil. Pero había algo… algo que no encajaba. Las sombras parecían más densas de lo habitual, como si algo se moviera entre los árboles.
—Quédate aquí, no te muevas —ordenó Alessandro, sus ojos oscuros y serios.
Pero Luca no podía quedarse quieto. Había algo que no podía quitarse de la mente, una sensación de estar siendo observado. Dio un paso hacia el alfa, dispuesto a hablar, cuando de repente, un ruido sordo resonó desde el piso de arriba, seguido de un breve pero claro gemido de madera bajo presión.
Alessandro giró rápidamente hacia las escaleras, y los guardaespaldas ya estaban en movimiento, sus armas listas. Luca sintió un frío recorrerle la espalda. La villa estaba desierta, eso era lo que les habían dicho. Pero ahora, en esa inquietante calma, no podían estar seguros de cuántos ojos los estaban observando desde la oscuridad.
—No es posible que nos hayan seguido hasta aquí, ¿verdad? —Luca se esforzaba por mantener la calma, pero la duda era inevitable.
Alessandro no respondió de inmediato. Sus ojos recorrieron la escalera, y entonces, sin previo aviso, el ruido se repitió, más fuerte esta vez. Era como si algo estuviera moviéndose, deslizándose entre las paredes, algo que no debería estar allí.
—Sea lo que sea, no tenemos mucho tiempo —dijo Alessandro finalmente, apretando la mandíbula—. Nos han encontrado.
Luca sintió el suelo desaparecer bajo sus pies. Si los habían seguido hasta allí, entonces no estaban tan seguros como pensaban. Los guardaespaldas comenzaron a subir las escaleras en silencio, sus pisadas apenas audibles sobre el viejo piso de madera. Alessandro seguía evaluando la situación, su cuerpo tenso, preparado para cualquier cosa. Pero Luca no podía soportar quedarse allí sin hacer nada.
—Voy contigo —dijo Luca de repente.
Alessandro lo miró por un segundo, evaluando si discutir con él o no. Pero el momento pasó rápido.
—Mantente cerca de mí —dijo Alessandro con voz firme—. No te separes, pase lo que pase.
Subieron juntos, con el silencio pesado como un velo que se cernía sobre ellos. Cada paso hacia arriba parecía más profundo, más intenso, como si las paredes mismas de la villa observaran su avance. Luca podía escuchar el latido de su corazón en sus oídos, y cada sonido que provenía del piso de arriba lo hacía tensarse aún más. El aire estaba frío, pero no era solo por la noche, sino por la sensación de que algo más acechaba.
Al llegar al segundo piso, lo que vieron les heló la sangre.
Una de las puertas al final del pasillo estaba entreabierta, con una tenue luz parpadeante escapando por las rendijas. Pero eso no era lo que les aterraba. Era el eco de una respiración pesada, irregular, como si alguien o algo estuviera aguardando del otro lado.
—Prepárense —susurró Alessandro a sus hombres, con su arma ya lista.
Luca sintió que su estómago se encogía. No sabía qué era lo que los esperaba, pero la sensación de estar caminando hacia una trampa era abrumadora. Alessandro se acercó lentamente, su postura firme y decidida, aunque Luca podía ver la tensión en su mandíbula. El capo, siempre tan controlado, parecía estar conteniendo algo, una furia que solo se manifestaba en momentos de peligro inminente.
Cuando finalmente llegaron a la puerta, Alessandro empujó con un movimiento rápido y calculado, apuntando su arma hacia el interior.
Pero la habitación estaba vacía.
Solo había un viejo colchón en el suelo, con una vela a medio consumir iluminando el lugar. Y sin embargo, la sensación de que algo estaba fuera de lugar seguía presente. Luca dio un paso adelante, sus ojos recorriendo cada rincón de la habitación, pero lo que encontró lo dejó paralizado.
Escrito en la pared, con una pintura roja que goteaba como sangre, había un mensaje:
"Nos vemos pronto, Alessandro."
Luca retrocedió, su mente luchando por procesar lo que veía. Pero Alessandro no mostró sorpresa. Su rostro se oscureció aún más, sus ojos centelleando con una furia contenida.
—Esto no es una advertencia —murmuró, apretando los puños—. Es una declaración de guerra.
El peligro ya no era solo una posibilidad. Estaban siendo cazados, y sus enemigos no eran simples oportunistas. Sabían exactamente dónde atacar y cómo hacerlo.