Matrimonio Asegurado. Com

NARRA ADONIS:

Por más que mi padre escuche las explicaciones poco convincentes de mi amigo y socio Naguel, fuese muy estricto en su punto final y ese matrimonio debería ser anulado a como dé lugar., mi amigo discrepaba de sus palabras. Yo más que nadie no ponía objeción en ese asunto, quiero mi libertad y cuanto antes mejor.

Pero, mi amigo no pensaba lo mismo. Él tenía la teoría de que este matrimonio podría llegar a beneficiarme. ¿Cómo? Se preguntarán. Pues muy simple. El circulo donde me muevo valora mucho los matrimonios y le dan más credibilidad a una persona casada que a la que no.

Por lo tanto, al estar yo en esa posición pasaría a tener mayor influencia en los clientes, incluso los socios que no me estiman demasiado, cambiarían su opinión y así podría llegar a que mi padre, de una vez por todas, me ceda la presidencia de la empresa.

Mi idea de expansión a él no lo entusiasma y se debe a que ya está viejo y cansado y supongo que quiere estar más en casa que fuera de ella. Mientras yo no demuestre que soy el indicado para ese puesto, él no me lo sedera y la mejor manera de llegar es demostrando que he madurado y que puedo afrontar mis problemas y hacerme responsable de todas las macanas que me mande, en sentido figurado, ya que lo de casarme no fue idea mía.

Aun teniendo una muy buena justificación para seguir casado con esa desconocida, no cedo ante la idea de mi amigo. ¿Quién sabe quién es esa persona? Ni siquiera una foto de la susodicha. No me creo un dios, pero tengo mis límites y por nada del mundo me casaría con un espantapájaros. Como sea, le pedí encarecidamente a mi amigo que se ocupara de la situación.

 Ahora estoy en mi oficina hablando con un posible cliente. Este es un hueso duro de roer, tiene una industria que está en quiebra, pero el sentimiento de apego que tiene con el lugar es tan grande que no logro que lo venda. Pero estará por llegar ese día en que la soga apretara su cuello y ahí, solo en ese momento yo apareceré y podré hacerme de esa industria por unos miseros pesos y luego, como siempre, venderla como si de una torta se tratara. Trozo por trozo.

Termino de hablar con el dueño de la industria sintiéndome un buitre que está rondando su presa, para poder hacerme de su carroña. Complacido me desplazo a lo largo de mi cómoda silla de oficina y coloco mis manos detrás de mi nuca, miro el techo y suspiro.

La puerta de mi oficina se abre y dirijo mi mirada para saber quién es el que interrumpe mi momento de relajación. Naguel ¿Qué raro?

—Dime que conseguiste lo que te pedí —murmuro mirándolo a los ojos.

—Tu mirada no me intimida, recuerda que no soy uno de tus clientes —sonrió ante sus palabras, que bien me conoce.

Me acomodo nuevamente en mi silla, giro y entrento su presencia.