Eloíse, una mujer hermosa de cabello negro, ojos profundos, grises como un día nuboso, corazón noble, pero con una vida miserable, al morir su madre, Eloíse es obligada a casarse a la mayoría de edad por su madrastra Karelin, la cual no soporta tenerla bajo su mismo techo, sus dos hermanastras se casan con el hombre de sus sueños, pero Eloíse debe casarse sin amor y sin recibir un cortejo como toda dama de la alta sociedad debería de recibirlo. Karelin se dedicó a buscar por todos lados al hombre con menos prestigio y malo del reino, sus amistades le aconsejaron cual sería el indicado, el duque Ciro, un hombre descrito como salvaje, malo y de poco prestigio por ser un heredero bastardo, el cual es buena opción para Eloíse, según karelin.
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Capítulo 13 Esto es muy extraño
Eloíse
siempre lo observo de lejos, eso lo hago para que no me vea o más bien, no cruzarme en su camino, dijo que no lo molestara, debo hacer como si no viviera acá, incluso para las cenas no asiste.
Camino por los pasillos, Leo el libro de la princesa y el príncipe Leonel, pero ellos se casan y tienen hijos, pero... ¿Cómo los harán? Si en el libro menciona que se casan y luego tienen hijos, yo me casé con el duque Ciro, eso quiere decir que podemos tener hijos en cualquier momento.
Estoy perdida en mis pensamientos cuando no me fijo Con quien me tropiezo y caigo de trasero.
— Yo... Lo siento tanto duque. Digo poniéndome de pie rápidamente.
Recojo mi libro, no quiero que vea que leo, ya que son cuentos.
— ¿Qué te dije?
— Siempre observo que usted no me vea, siempre trato de no toparme en su camino, esta vez no andaba pensando en usted.
— ¿Ósea que piensas en mí?
— ¡Claro que no!
— Lo acabas de decir.
— Si, pero no como usted cree.
— ¿Qué escondes?
— Nada.
— Déjame ver.
— Son cosas privadas.
— Aja, tienes un diario dónde escribes tu día a día. Se me burla.
Si le enseño se burlaba aún más de mí.
— Es algo de mi madre, algo que me dio antes de morir y por eso aúnque parezca infantil es un recuerdo de ella.
— Comprendo.
Se me queda viendo fijamente, eso solo hace que me ponga aún más nerviosa, pero... Otra vez está haciendo lo mismo, baja su mirada a mis senos, traigo un vestido ajustado el cual hace que resalten más.
— Tenga un buen día y perdoné que me puse en su camino.
Estoy por caminar, cuando doy un brinco del susto al sentir su agarre.
— Cuando yo te pida que te vayas, te vas, lo dice cerca de mi oído.
Respiro con dificultad, eso solo acelera mi ritmo cardíaco.
— Es....está bien.
— Otra cosa, evita usar vestidos tan ajustados.
— Pero...
— Evítalo por tú bien.
No se ha que se refiere, de seguro es por la forma en que sube y baja mi pecho.
— ¡Está bien! Es lo único que logro decir cuando me suelta.
Se marcha y me quedo estática.
Comienzo a sentir algo extraño en mi cuerpo, creo que me ha bajado la regla, pienso, me encaminó rápidamente al baño, pero... Que extraño, no tengo el periodo.
Los días transcurren y en esta cena es extraño, ya que después de casi un mes de que no se ha vuelto a ir, está presente en la mesa.
— Muy buenas noches, digo. Pero no veo a su madre.
No recibo una respuesta de su parte, estoy por sentarme, pero... Recuerdo lo que me dijo.
— Con su permiso, pediré la cena en mi habitación.
— ¿Quién dijo que te podías ir?
— Ah...no está su madre y no quiero incomodarlo.
— Siéntate.
Simplemente obedezco su petición.
Nos comienzan a servir la cena, la cual es un platillo de cordero con ensalada y papas.
Él comienza a comer sin verme, así que hago lo mismo, el silencio se siente tan presente, que es tan extraño.
Los siguientes dos días es lo mismo, desayuno, almuerzo y ceno con él, pero en silencio. Su madre aún no regresa de compras, no me dijo nada, así que debo buscar que hacer.
Termino mi cena y me pongo de pie.
— Con su permiso duque, me retiraré para mi recámara.
— Mi recámara querrás decir.
— Si gusta puedo mudarme a la otra.
— Detesto la cama en la que estoy, esa me es más cómoda.
— Si gusta puede dormir hoy en mi cuarto y...
— ¿A caso me estás diciendo que quieres que duerma contigo?
— No es así, yo podría dormir hoy dónde usted duerme y...
— Dormiré en tu cuarto.
— Muy bien, iré a sacar mi ropa de dormir.
No responde nada solo me encaminó a mi dormitorio, detesto el corsé, tiene muchas cintas y debo quitarlas todas.
Respiro profundo y retiro la última, me coloco mi camisón y luego mi bata, me subo el camisón para retirar la media que se me olvido retirar, cuando abren la puerta.
— ¡Me asusto! Digo basándome rápidamente el camisón.
— ¿Acaso no pones llave?
— Nadie entra sin antes tocar.
— ¿Me estás llamando maleducado? Dice acercándose y debo subir la mirada.
— Yo...no, claro que no.
— ¡Cuida tus palabras conmigo! Dice acercándose y tomándome de la cintura, nuevamente mi respiración se agita.
Con el camisón siento más su tacto, ¿Por qué nuevamente siento que tengo la regla?
— No fue...no fue mi intención decir algo que lo ofendiera.
— Más te vale. Dice recorriendo mi rostro y bajando nuevamente su vista hacia dónde creo que le gusta ver.
Me sostiene más fuerte a él, me aprisiona más y es ahí dónde se elevan mis senos.
Ahh un gemido involuntario sale sin pedir permiso.
— ¿Si cualquier extraño te toma así, no harás nada? Pregunta sacándome de mis pensamientos.
— No duque.
— ¿Entonces, por qué permites que te tome así?
— Por qué en los libros dice que el esposo puede abrazar a su esposa.
— Jaja, se me burla con sarcasmo, yo no soy tu esposo, somos un contrato.
Lo veo mal y lo empujo, pero mi empujón no lo movió para nada.
— Puedes ir a dormirte y evita que te vea con ese tipo de ropa, y no solo yo, cualquiera.
— Usted ingreso sin...
— ¡Que evites te dije!
— Como diga. Salgo furiosa.
Ingreso a la habitación y respiro agitada, no sé por qué cuando estoy cerca de él... Tengo sensaciones nuevas y extrañas.
Me dirijo nuevamente al baño, pero...no tengo la regla y por qué cuando estoy cerca de él siento que sí.
Esto es muy extraño.
A ponerse las pilas porque después viene otro y la conquista