Roxana: La Bastarda

“¿Estás segura qué no quieres qué te cargue hasta que lleguemos a casa?” El archiduque seguía insistiendo con cargarla pero Roxana se negaba, estaba cómoda caminando. Ya había aceptado este lugar como su hogar y no como una novela que en algún momento le gustó, quizás tardó pero estaba orgullosa de sí misma.

“¿Papá, sufriste mucho cuando murió mamá? Me refiero a tu lobo. Antes eras llamado la bestia de la guerra pero hace tiempo que no vas a las subyugaciones”. La pregunta era imprudente pero a su padre no le molestó, Roxana quería saber más sobre él y como la había pasado.

“Mi lobo se durmió. Tu madre y yo somos destinados, en el momento en que ella murió sentí que mi corazón se detuvo, mi lobo no sentía la conexión que había entre nosotros debido a la marca y se volvió loco, cuando la encontré muerte él no lo soportó, murió de tristeza”. Cada palabra era arrastrada, sonaba triste.

“Ahora mi única alegría eres tú, estoy feliz de tenerte a mi lado”. Roxana se preguntó así misma si de verdad era beta o debido a la tristeza de perder a su madre como su padre su loba se había muerto o quizás no alcanzó a desarrollar su lazo espiritual con ella.

“Papá, siempre estaré contigo”. Ambos se abrazaron, Roxana ya sabía que Cassius era su destinado pero necesitaba tiempo para poder decirle a su padre. No quería dejarlo solo en estos momentos.

“Lo sé, Roxana. Eres una buena niña”. La pelinegra le sonrió mientras subían al carruaje, se sentaron al lado y Roxana se arrecostó en su hombro.

Ahora le tocaría enfrentar lo que viniera. Roxana se quedó dormida en el carruaje y el archiduque río, esta vez no la levantaría.

Al bajar se dio cuenta de que estaban la mayoría de los sirvientes esperando a Roxana, sus rostros parecían entre agitados y preocupados.

“¿Cómo se encuentra la señorita?”. El mayordomo intentaba mantener la compostura pero al ver a Roxana entre los brazos del archiduque solo podía indicar malas noticias.

“Se despertó a las horas, solo necesita descansar”. Todos suspiraron aliviados, el archiduque caminó entre ellos hasta llegar al cuarto de Roxana.

“Todos te aman Roxana, tu madre estaría orgullosa de saber que te has convertido en una buena niña”. Besó su frente al dejarla en la cama.

“¿No cree que deberíamos sacar los retratos de la señora, señor?”. El archiduque asintió, Roxana parecía estar lista para volver a ver a su madre. Antes cuando miraba los retratos pasaba horas llorando, debido a esto los quitaron.

Al momento en que despertó Roxana fue rodeada por sus doncellas, preocupadas por el estado de su señorita entraron todas.

“¿Cómo se siente?” Preguntó una.

“Debería quedarse hoy en la cama”. Dijo otra.

“Parece que eso será imposible, acaba de llegar una carta de parte de la dama Arabella y del caballero Etténi, ambos están en camino a verla”. Entró el mayordomo al ver la persecución.

“¿A qué hora estarán aquí?”. Preguntó Roxana mientras se acomodaba.

“La dama en la mañana y el caballero después de medio día”

“Gracias”. El mayordomo se retiró no sin antes decir: “Cualquier cosa no dude en llamarme. Me alegra ver que se encuentra mejor, señorita”

Roxana asintió y las doncellas empezaron a prepararla, su cabello estaba suelto adornado con un lazo azul y llevaba un vestido sencillo del mismo color con un collar que le regaló su padre por su primer día de trabajo.

“Se ve hermosa, señorita”. Las doncellas le sonrieron antes de retirarse. Era la primera vez que Roxana estaba sola en su habitación.

Empezó a explorar como un recién nacido qué no sabe nada del mundo. Debajo de la cama había una caja, donde se guardaban dos cuadernos, uno era especie de diario y otro un álbum, también había una foto enmarcada donde estaba su madre.

“Para mi adorada hija”. La mujer que aparecía en la foto tenía un vientre abultado, parecía feliz. Roxana sonrió al verla y sintió la tristeza de la anterior Roxana al haberla perdido, parecía una buena mujer.

Al momento en abrir el diario había una foto de dos chicos alrededor de Roxana, Cassius y Etténi.

...Querido diario....

Hoy conocí a mi futuro esposo, él al inicio no me habló. Mi mami me explicó que es tímido, es muy lindo se sonrojó cuando tomó mi mano.

Querido diario.

Hoy Cassius me dijo que las rosas no me quedaban bien, que eran mejores los lirios. Tenía razón, pero no lo quería rechazar el regalo a Etténi, es un niño que conocimos hoy.

Querido diario.

Cassius peleó con Etténi y estoy molesta con ambos, son unos tontos.

Querido diario.

Hoy mi papá no vino a verme, estoy triste. Mi mami me explico que es por su madre, mi abuela es muy mala con mami, siempre que la ve le dice cosas feas. No me agrada.

Querido diario.

Hoy estuve con mi abuela a solas y me pegó, corrí lo más lejos que pude de la casa de papá. Me encontré con la mamá de Etténi y pase el día con él, me divertí pero extrañaba a Cassius.

Querido diario...

Algunas páginas parecían arrancadas con enojo, ahora entendía lo que le había dicho la anterior Roxana. Los tres se habían criado juntos.

“Señorita, ya se encuentra aquí la dama Arabella”. Tocó la puerta el mayordomo desde el exterior de la habitación, Roxana colocó la caja rápidamente en su lugar y se arregló su vestido.

“¿Cómo te sientes, Roxana? Estuve preocupada por ti todo el día”. Roxana sonrió al ver a Arabella la estaba inspeccionando, dando vueltas a su alrededor.

No conocía al hombre que estaba a su lado.

“Ya que mi hermana olvidó presentarme me presento yo. Mi nombre es Issac, soy el hermano mayor de Arabella”. Roxana le sonrió, Arabella tenía razón. Ella era hermosa.

“Mucho gusto, soy Roxana”. Arabella hizo motete con sus labios.

“Espero no te moleste, mis padres no querían darme permiso y ahora no voy al palacio”. Roxana negó.

“Por mí no hay problema, pueden acompañarme al jardín”. Ambos fueron detrás de ella.

Con qué ella era el primer amor del príncipe y de Etténi, interesante. Fue lo primero que pensó Issac al ver la espalda de Roxana y su hermana tan emocionada por pasar junto a ella un tiempo, parecía una chica tan brillante qué era cegado, le resultaba fascinante.