Alina se encuentra en una situación desesperada.
No solo perdió a su esposo debido a algún malentendido que incluso si ella lo quiere aclarar solo lo oscurece más, sino que sus amigos y madre le dan la espalda.
Con un niño en brazos y otro en el vientre, Alina debe enfrentar un sinnúmero de situaciones que harán su vida difícil.
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Esto... no es una broma, ¿cierto?
TRES MESES DESPUÉS
Suspiré mientras miraba mi vientre a través del espejo. Había crecido de forma gigantesca en los últimos meses.
Pase mi mano por mi estómago cuando sentí una ligera patada.
— No seas travieso, bebé — dije a modo de regaño — Vas a hacer que mamá no pueda salir del baño si sigues moviéndose como si estuvieras bailando.
Tras decir esto coloqué, salí del baño.
Andresito sonrió en cuanto me vio.
— Mami, mami — balbuceo sonriente.
Me acerqué a él mientras lo tomaba entre mis brazos y revisaba el brazalete en su mano que indicaba sus signos vitales.
Suspiré al notar que todo estaba en orden. Ciertamente, siempre me mantenía ansiosa desde que salimos del hospital.
Después de todo, el estado de Andresito era como una montaña rusa que de un momento a otro podría deteriorarse.
Aún no sé qué enfermedad tiene, aparentemente todo indica que es una enfermedad cardíaca, pero al mismo tiempo presenta cuadros de otras afecciones que hacen que su estado sea una bomba de tiempo.
Por lo que todos los meses debemos acudir a un chequeo rutinario, en dónde a veces se muestra tan sano como un niño de su edad y en otras ocasiones presenta algunas deficiencias.
Lo que me vuelve loca.
Al menos, con el adelanto de las fotografías pude mantenerme a flote en cuestión de medicina y tratamiento.
Debido a mi embarazo ya no pude seguir promoviendo la boutique de Scarlett. Sin embargo, aún iba para ayudar en lo que podía como: limpiar las instalaciones, ayudar con el presupuesto, archivar carpetas, crear algún plan de marketing, entre otras cosas.
Esto lo hacía de manera gratuita, ya que no me sentía cómoda tomando dinero de Scarlett cuando ella había hecho tanto por mí.
Por lo que, mientras esperaba el resultado de la venta de las fotos, busque en línea un trabajo de traductora, que no me dejaba demasiadas ganancias, pero el dinero que ganaba me servía para alimentar y pagar el arriendo del lugar en donde me están quedando.
— Deberíamos ver televisión — le pregunté a mi hijo mientras lo llevaba hasta el sillón — ¿Si quieres ver al pollito pío? — añadí.
Andresito tarareó en respuesta mientras asentía y aplaudía.
Al verlo tan feliz, una calidez se extendió a lo largo de mi corazón.
— Está bien, vamos a cantar muchas canciones de la granja de Zenón — dije mientras encendía la televisión.
Pronto la habitación se llenó del ruido del pequeño televisor junto con los balbuceos de mi hijo.
Lo dejé por un momento solo, mientras iba a la pequeña cocina a buscar algunas frutas para que comiera.
Antes de que pudiera lavar las uvas, recibí una llamada.
Era Dalilah.
Contesté con algo de curiosidad. Después de todo, ella me había dicho que hoy estaría ocupada en la galería, ya que estaría exhibiendo muchas de sus fotografías y cuadros.
Ella me había invitado a que asista, sin embargo, decliné su oferta debido a que no me sentía cómoda yendo a ese tipo de eventos.
— Hola — dije mientras buscaba un par de manzanas.
— Hola, Alina. Te tengo buenas noticias, las fotografías ya se vendieron — comentó de manera rápida.
Fruncí los labios con algo de confusión.
— ¿Eh?
— Pagaron diez millones de dólares por la colección, Alina. Dios, esto es de locos, realmente nunca imaginé que unas fotos podían llegar a valer este tipo de cantidad de dinero, por lo general la máxima cantidad de dinero que han llegado a pagar es de un millón, quizás sea tu suerte.
¡Guao!
Aunque sabía el significado de sus palabras, por un momento se sintieron algo desconocidas para mí.
Ni siquiera sabía qué decir.
Me pellizqué el brazo tratando de ver si esto que estaba viviendo era un sueño, pero debido al dolor punzante supe que esto era real, que no estaba soñando.
— Esto… no es una broma, ¿cierto? — cuestioné con la voz temblorosa.
Rápidamente, busqué un lugar en donde sentarme debido a que la impresión de este tipo de noticia había sido demasiado para mí.
— ¡Mami! ¡Pío, pío! — balbuceaba Andresito mientras miraba la televisión.
— No, esto no es una broma, Alina. Lamento haberte llamado por sorpresa, pero es que no aguante las ganas. En unos días iré a buscarte con un notario, para ir al banco y transferirte el dinero. En serio, muchas gracias, no sabes la satisfacción que siento no por el dinero si no por el aprecio que se le dio a mi trabajo en esta ocasión. Si hubieras visto como tus fotos fueron admiradas por muchas mujeres y hombres pudientes, recibí demasiadas ofertas y todas eran de 1 millón en adelante, incluso algunos caballeros intentaron obtener tu nombre o tu número, claramente, me opuse…
Dejé de escuchar las divagaciones de Dalilah mientras trataba de calmar mi mente. Realmente, no me podía imaginar ese tipo de escenario que describe, Dalilah.
Sin embargo, no pude evitar sentir una calma sin precedente cuando vi a mi hijo sonreír.
— Gracias a ti, Dalilah. No sabes lo que significa para mí esto… yo realmente lamento haberte malinterpretado en el pasado.
— No te preocupes. Ya eso está en el olvido. Bueno, te dejo para que puedas digerir la noticia con calma. Saludos a tu bebé de mi parte.
Me mordí el labio mientras miraba mi celular.
Luego recogí a Andresito que se encontraba a mi lado aun cantando el pollito pío.
— Mami, pío, pío — dijo en un balbuceo haciendo que riera.
— Mi pollito, ahora somos ricos — dije entre risa y sollozó — Ahora podemos tratar tu enfermedad y ya no tendremos que preocuparnos por tus medicamentos y tratamientos.
— ¡Mami! ¡Mami! ¡Pío! ¡Pío! — balbuceo mientras señalaba la televisión.
Parecía que estaba enojado porque lo había interrumpido.
Lo miré con ternura mientras le daba un beso en la cabeza.
— Te quiero tanto mi niño — susurré mientras recordaba todo lo que me había pasado en los últimos meses.
Ganar tanto dinero de la noche a la mañana en mi tipo de situación, para muchos podría significar solo un golpe de suerte. Pero, solo yo sabía todas las penurias que había tenido que pasar hasta llegar a este tipo de situación.
Parecía que el arcoíris había aparecido en mi vida, solo esperaba que el camino por delante este lleno de luz.
Hola, pequeña reina, gracias por leer, no te olvides de dejar un like o comentario, con amor, Erica.
pero cuando eso se rompe ya es imposible confiar.