Hacía tiempo creía que mi vida estaba resuelta, el esposo soñado, la familia amorosa pero nunca imaginé que la traición vendría de esa persona que creía mi único hogar.
Las apariencias engañan y todos verán quien fue el que engaño, miento y destruyó todo a su paso.
Que comience el juego.
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CAPITULO 15
MARIANA
La vida daba vueltas misteriosas y de algún modo encontraba seguir su camino, yo había encontrado el mío después de vivir los primeros años de mi vida en un orfanato de mala muerte donde solo nos atormentaban todos los días. Conocí ahí a mi única familia, Esmeralda, mi hermana, pasamos de todo para sobrevivir, tuvimos que crear un plan para escapar de las garras de nuestros verdugos.
Pero un día vino una señora de visita en el orfanato cuando tenía 6 años preguntando por una niña con una seña particular, el color de ojos que tenía mi hermana, no quería comentarle a Esmeralda que una persona la buscaba con mucha insistencia porque perdería a mi amiga y nos separaría. Hasta que esa mujer joven empezó a trabajar en el orfanato como una encargada de limpieza y hacia todo lo posible porque no se encontraran ellas.
Una noche de tormenta donde el cielo se ilumina con sus relámpagos, escuchaba la lluvia caer por el tejado viejo del orfanato y como la niña asustadiza que era solo quería que alguien me refugiara en sus brazos para calmar mis miedos. Buscaba impacientemente por los pasillos oscuros a mi hermana corriendo hasta su solitaria habitación, pero cuando abrí la puerta estaba vacía, suponía que nuevamente había sido castigada por la encargada.
Decidida fui a la oficina de la dueña del hogar, antes de entrar intempestivamente escuché unas personas hablando sobre un plan:
- Tú dirás que la encontraron en mi casa, que la cuidaba una señora mayor; que seré yo y la crie como si fuera mi hija, no podrían separarnos. Hablaba nuestro verdugo.
- Pero, ¿cómo haremos para que esa mocosa no nos delate o se escape? Preguntaba la señora nueva.
- Tengo mis métodos. Se escuchaba decidida.
- Entonces comenzaremos con el plan mañana, no tenemos más tiempo que perder y seremos ricas. Gritaba con emoción esa señora.
- Cállate, baja la voz, nadie pude escucharnos o se echara a perder el plan. La calmo.
No sabía de qué hablaban, de repente se abrió la puerta y caí al suelo de la oficina, donde las mujeres se miraron espantadas, me tomaron de los cabellos arrastrándome hacia centro haciéndome caer con rudeza al piso y cerrando las puertas con llave:
- Maldita mocosa, ¿Qué no sabías, escuchar conversaciones ajenas te traerían problemas? Dijo esa malvada mujer.
- Mira niñita no sé qué tanto escuchaste, pero si dices una palabra, no volverás a respirar. Me dijo furiosa esa señora.
Sometida por el miedo no había palabras que salieran de mi boca, así que solo pude llorar y mis sollozos se sintieron, la encargada descargado su ira en contra mía, me dejaron desmayada hasta el día siguiente, cuando desperté seguía en la oficina me puse de pie con mucho de dolor y salí hacia la habitación de Esmeralda para decirle todo lo que había escuchado la noche anterior.
Al entrar al cuarto estaba esa señora de limpieza, guardando todas sus cosas, no entendía nada, pero inmediatamente agarre su brazo para que dejara de hacerlo:
- No se llevará a mi hermana, gritaba y jalaba a la señora para que se salga de la habitación.
- No te metas en lo que no te importa, me agarro y me dio una bofetada.
Por los gritos en la casa apareció la encargada y vio todo el desenfreno, se acercó a mi tomo mis piernas y me empezó a arrastrar afuera hacia el patio de la casa:
- Dime, ¿Dónde se esconde esa maldita mocosa rara? Dijo mientras gritaba furibunda.
- No sé de qué habla, repetía mientras seguía con los golpes y yo me encogía para no sentir más dolor.
- ¿Qué haremos ahora? Esa idiota no aparece y ya es hora de irnos. Decía mientras daba vueltas.
- Y si la llevamos a ella, tiene un parecido, solo tendríamos que cambiar el color de ojos. Decía mientras me señalaba.
- Mm… si puede ser, te pareces mucho a ella, solo habría que ponerte algo en los ojos para que te parezcas más a esa niña rara. Agarraba mi barbilla con fuerza y mis lágrimas ya salían cubriendo todo mi rostro.
Se escuchó a lo lejos unas bocinas que venían afuera de la casa, empezaron a recoger todas sus cosas que ya estaban en la entrada y subieron todo a ese coche:
- Tú serás quien nos de todo, ahora estarás bajo mi mando. Tomo mi brazo, donde dejaría más marcas de las que ya tenía y me arrojo al asiento trasero del auto.
No me quería ir, desesperada pedía que me dejaran ir, pero a cambio solo recibí más golpes donde no se podían notar y me arrinconaron a un lugar oscuro. Solo sentí entre el cansancio y el dolor que habíamos parado en un lugar, débil a los lejos escuché unos murmullos y cerré los ojos esperando un fatídico desenlace.
