Sinopsis: "Mi Maestro No Solo Es Mi Maestro" es una apasionada historia de amor entre Mateo, un joven estudiante de 22 años, y su atractivo y misterioso maestro de naturopatía, el Dr. Sebastián Castillo, de 42 años. Mateo se matricula en el curso de naturopatía del Dr. Castillo, esperando simplemente obtener los créditos necesarios para graduarse. Sin embargo, pronto se encuentra cautivado por la sofisticación y el carisma de su maestro. A medida que pasan más tiempo juntos, una poderosa atracción surge entre ellos, desafiando las normas sociales y profesionales. Mientras luchan por mantener su relación en secreto, Mateo y Sebastián se enfrentan a numerosos obstáculos, desde la desaprobación de familiares y amigos hasta las consecuencias de revelar su romance prohibido. A pesar de ello, su conexión parece más fuerte que cualquier barrera.
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Capitulo 15
Sebastián se quedó en silencio por unos momentos, reflexionando sobre las palabras del director.
"Señor, entiendo su preocupación por el desempeño del señor Fernández. Créame que no he tomado esta decisión a la ligera. Pero creo firmemente que es lo mejor, tanto para él como para mí," dijo Sebastián, con tono resuelto.
El director lo miró con una expresión seria. "Profesor Castillo, sé que usted tiene un gran aprecio por el señor Fernández y que su intención es la mejor. Pero me preocupa que este cambio pueda afectar negativamente su desarrollo académico y su motivación."
Sebastián asintió, consciente de que esa era una posibilidad real. "Es una preocupación válida, señor. Pero confío en que el señor Fernández será capaz de adaptarse y seguir destacando, incluso con este cambio de profesor."
El director lo observó detenidamente, buscando indicios de duda en su mirada. "Entiendo. Pero permítame preguntarle, ¿está seguro de que esta decisión no tiene nada que ver con sus propias emociones y preferencias personales?"
Sebastián se mantuvo firme, aunque no pudo evitar que un atisbo de vulnerabilidad se reflejara en su expresión. "Señor, le aseguro que mis motivaciones son puramente profesionales. No puedo permitir que una conexión personal interfiera con el proceso de aprendizaje del señor Fernández."
El director asintió lentamente, sin dejar de observar a Sebastián con atención. "Muy bien, profesor Castillo. Respeto su decisión y confío en su criterio. Pero le pido que esté atento a cualquier cambio en el desempeño del señor Fernández. No queremos que este cambio tenga un impacto negativo en su educación."
Sebastián sintió un nudo en la garganta. "Así lo haré, señor. Le prometo que mantendré un seguimiento cercano de su progreso."
El director le dedicó una mirada comprensiva. "Sé que no ha sido una decisión sencilla, profesor Castillo. Agradezco su honestidad y su preocupación por el bienestar de nuestros estudiantes."
Sebastián asintió, sintiendo cómo el peso de la situación seguía abrumándolo. "Gracias, señor. Haré todo lo posible por asegurarme de que el señor Fernández siga avanzando con éxito."
Después de la reunión, Sebastián se quedó solo en su oficina, luchando contra el torbellino de emociones que lo invadía. Por un lado, sabía que había tomado la decisión correcta, pero por otro, no podía evitar sentir un profundo pesar por haber tenido que alejarse de Mateo.
Recordaba cada momento que habían compartido, cada mirada llena de admiración y respeto que Mateo le había dedicado. Y ahora, todo eso se había esfumado, dejando un vacío en su interior.
Sebastián se recostó en su silla, frotándose las sienes con frustración. Sabía que, como profesor, tenía la responsabilidad de mantener una relación profesional con sus estudiantes, pero en el caso de Mateo, esa tarea se había vuelto cada vez más difícil.
Pensó en la expresión desolada de Mateo cuando le había comunicado la decisión, y sintió cómo su corazón se encogía. Odiaba ser la causa de tanto dolor para alguien a quien apreciaba tanto.
Pero a pesar de todo, Sebastián se mantenía firme en su decisión. Sabía que, a largo plazo, era lo mejor para Mateo y para su propio bienestar emocional. No podía permitir que una conexión personal interfiriera con el desarrollo académico de su estudiante.
Con un suspiro profundo, Sebastián se levantó de su silla y comenzó a recoger sus pertenencias. Tenía una clase que impartir, y debía enfocarse en ser el mejor profesor posible para sus estudiantes, sin importar cuánto le doliera alejarse de Mateo.
Mientras caminaba por los pasillos, Sebastián no pudo evitar desviar la mirada hacia el lugar donde solía encontrarse con Mateo. Recordó la calidez de sus conversaciones, la forma en que los ojos del joven brillaban cuando hablaba de Naturopatía, y sintió cómo una punzada de nostalgia lo atravesaba.
Pero a pesar de todo, Sebastián se mantuvo firme en su resolución. Sabía que, por el bien de Mateo y de su propia integridad, debía mantener la distancia. Aunque le doliera en el alma, era la decisión correcta.
Cuando llegó al aula, Sebastián se tomó unos momentos para respirar profundamente y prepararse mentalmente. Debía mostrarse sereno y profesional, sin dejar que sus emociones personales interfirieran con su desempeño.
Al entrar, se encontró con sus estudiantes, quienes lo recibieron con sus habituales expresiones atentas y respetuosas. Sebastián les dedicó una sonrisa y se dispuso a impartir su lección, centrándose en transmitir todo su conocimiento y experiencia.
Mientras hablaba, Sebastián no pudo evitar pensar en Mateo, preguntándose cómo estaría adaptándose a su nuevo profesor. Esperaba que, con el tiempo, el joven pudiera encontrar la misma motivación y pasión por la Naturopatía que había mostrado bajo su guía.
Cuando la clase terminó, Sebastián se quedó solo en el aula, permitiéndose un momento de reflexión. Sabía que había hecho lo correcto, pero eso no quitaba el dolor que sentía.
Con un suspiro, Sebastián recogió sus cosas y se dirigió a su oficina, dispuesto a continuar con sus tareas. Aunque le costara, debía seguir adelante y enfocarse en sus otros estudiantes, sin permitir que la ausencia de Mateo lo distrajera.
Mientras caminaba, Sebastián se cruzó con Emma, la mejor amiga de Mateo. La joven lo miró con una mezcla de comprensión y cautela.
"Profesor Castillo," dijo Emma, saludándolo con una inclinación de cabeza.
Sebastián le devolvió el saludo, sintiendo cómo un nudo se formaba en su garganta. "Señorita Guerrero. ¿Cómo se encuentra?"
Emma lo observó detenidamente, como si intentara leer a través de su expresión serena. "Mateo me ha contado lo que ha ocurrido. Debo decir que no me sorprende verlo tan afectado."
Sebastián asintió, sin saber muy bien qué responder. "Entiendo que mi decisión haya sido difícil para él. Créame que no ha sido fácil para mí tampoco."
Emma lo miró con una mezcla de empatía y firmeza. "Sé que usted ha hecho lo que cree que es mejor, profesor. Pero eso no quita el hecho de que Mateo lo está pasando muy mal."
Sebastián sintió cómo una punzada de culpabilidad lo atravesaba. "Lo sé, señorita Guerrero. Y me duele profundamente ser la causa de su sufrimiento. Pero espero que, con el tiempo, pueda entender que esto es lo mejor para él."
Emma asintió, aunque su expresión seguía siendo cautelosa. "Eso espero también, profesor Castillo. Mateo lo admira mucho…