ELEGIR AL INDICADO

Maite y Daniel regresan a la Villa, al día siguiente Maite recibe una llamada del hospital, para que vaya a recoger a Leandro. Ella no entiende por qué le llaman a ella. Si dejó el teléfono de la señora Patricia para que la llamaran. Maite revisa los mensajes que le dejo, pero ni siquiera los ha visto.

"Yo no quiero ir de nuevo al hospital." — Piensa con preocupación.

— ¿Señorita, puede venir?

— Si. Claro. En una hora estoy ahí. — Ella cuelga. Daniel se despierta y le pregunta a su mamá quien le habla tan temprano. Ella le responde que era el hospital, y que irán a recoger a su tío.

— Pero te dan miedo los hospitales.

— Si vas conmigo no tendré miedo. ¿Me acompañas?

— Si. Yo voy. — Maite sonríe. Le pide que vaya a bañarse y mientras le prepara su ropa. Se tarda varios minutos. Pero finalmente sale. — Mami ya estoy limpió.

— Muy bien. Cámbiate, yo me daré un baño.

...

Una hora después, los dos ya están enfrente del hospital, Daniel le aprieta la mano a su mamá.

— No tengas miedo. Yo te protegeré.

— Gracias amor. — Los dos entran, ella pasa a firmar los papeles necesarios, luego se va con su hijo a la habitación del señor Leandro. El está con unas muletas. — Buenos días señor.

— ¿Maite?

— Perdone. Es que...

— ¿Patricia sigue trabajando?

— Ella...

— No la justifiques. No tiene caso. — Dice el un poco entristecido.

— Yo lo puedo llevar a casa.

— Te lo agradecería. — Todos salen del hospital, Daniel ve un carrito de helados, le pregunta a su mamá si puede tener uno.

— Mami. Ayer me prometiste un helado grande.

— No me obedeciste.

— Por favor mami. — Daniel le hace una carita tierna. Maite niega con la cabeza y acepta.

— Señor voy a comprarle un helado a mi hijo. ¿Le importa sentarse aquí?

— No te preocupes. Ve. — Ella y Daniel se acercan al carrito.

— Mami. Compra un helado para el tío.

— Hijo.

— Por favor. Míralo, se ve triste. Tu siempre dices que con pan las penas son menos. — Maite observa a Leandro, enserio se ve triste. Ella siente pena por el.

— Está bien. — Maite compra otro helado para el. Regresan a dónde está y Daniel se lo entrega.

— Tío, come algo dulce. Te hará sonreír.

— Gracias Dani. — Leandro lo toma, pero no se puede poner de pie por tener una de sus manos ocupadas. Maite sugiere que coman ahí mientras el termina. Leandro piensa que es lo mejor y se quedan sentados en la banca.

— Sabes tío. A mamá le dan miedo los hospitales.— Cuenta Daniel sin pena alguna, aunque a Maite si le da vergüenza.

— ¿Por qué te dan miedo Maite?

— No es eso. Es que no me gustan. Me sofocan.

— Maité discúlpame. Por no hacerte caso tuviste que estar en un hospital. Y hoy venir a recogerme.

— No se preocupe. — Todos continúan comiendo hasta que terminan.

— Amor. ¿Estás bien? — Patricia llega y abraza a su esposo. — Perdóname, mi celular se quedó sin batería, y hasta ahora vi los mensajes que me dejó Maite. ¿Estás bien?

— Si. No te preocupes. — Ella le da un beso.

— Maite gracias por venir, yo lo llevaré a casa. Si tienes cosas que hacer ve.

— Gracias señora. Daniel, vamos.

— ¿A dónde vamos?

— Tenemos que ir a comprarte un pantalón nuevo de uniforme. ¿No te acuerdas?

— Si mamá. Vamos. Tía cuida mucho a mi tío por favor.

— No te preocupes Dani. Yo lo cuidaré. — Daniel y Maite se van. — ¿Ella se quedó a cuidarte toda la noche? — Pregunta Patricia un poco disgustada.

— ¿Y si así hubiera sido qué? — Responde Leandro enojado.

— Amor no me hables así.

— ¿Y cómo te hablo? Cancelaste nuestro viaje, me corriste de tu oficina, y no conforme con eso llegaste al hospital cuándo ya me habían dado el alta. ¿Debo estar feliz?

— Perdóname. El trabajo de una arquitecta no es tan fácil como crees.

— El trabajo de un abogado tampoco lo es. Tengo muchos casos para revisar y cancele todo por ti. Porque quiero pasar tiempo contigo.

— También hemos cancelado viajes por tu agenda. No me culpes de todo.

— Es cierto, pero han sido menos. Y siempre lo compenso.

— Yo también te voy a compensar. — Patricia le da un beso.

— Vamos. No tengo ganas de seguir con está conversación. — Leandro se pone de pie y busca el auto de su esposa. Patricia se pone un poco molesta con su indiferencia.

...

Daniel y Maite van en el autobús. El le pregunta a su mamá por qué mintió.

— No mentí. Vamos a ir por otro uniforme.

— Pero no me habías dicho nada.

— Te voy a decir la verdad.

— Dime.

— La señora Patricia, y el señor Leandro tenían cosas que hablar. Y no podían hacerlo si nosotros estábamos cerca.

— ¿Ellos se van a pelear?

— No. Ellos van a platicar sobre sus cosas.

— Bueno. Ojalá no pelen, se ven muy lindos juntos.

— ¿Si verdad? son cómo un príncipe y una princesa.

— Mami. ¿Mi papá era un príncipe también? — Maite recuerda cómo fueron las últimas conversaciones sobre ese tipo, su hermana sólo hablaba mal de el. Le da rabia tener que mentirle a Dani.

— Si. Claro que sí.

— ¿Por qué nunca me hablas sobre el?

— Cuando seas grande. Y entiendas mejor las cosas, vamos a hablar sobre el. ¿Si?

— ¿Por qué cuando sea grande? ¿Por qué no me hablas de el ahora?

— Por qué... — Maite no sabe cómo evitar el tema. — Por qué ya llegamos a nuestro destino. — Ella toca el botón del autobús y este se para. — Vamos. — Los dos se bajan, ella le dice que busquen una tienda, así evita el tema, al encontrarla entran y compran dos pantalones para Daniel, a el le ruge el estómago y Maite se ríe. — Perdóname. No recordaba que no desayunamos. ¿Vamos por unas quesadillas?

— Si. Vamos. — Maite paga la ropa y salen de la tienda, al salir se tropieza con Hugo.

— Lo siento. — Dice ella.

— ¿Maite? ¿Qué haces aquí?

— ¿Usted que hace aquí?

— Mami. ¿Quién es el? — Pregunta Dani.

— ¿Mami? ¿El es tu hijo?

— Si.

— Pero esta súper grande. ¿Cuántos años tienes?

— Qué le importa. — Contesta el enojado.

— Amor. — Maite no entiende por qué Daniel le respondió asi. El siempre ha sido tierno con la gente.

— Se ve bastante grande. ¿A qué edad lo tuviste?— Pregunta Hugo, eso pone bastante incómoda a Maite.

— No creó que le interese. Si me disculpa, mi hijo y yo tenemos cosas que hacer. Con permiso.

Hugo no deja de ver al niño. El llama a Norma y le pregunta cuántos años tiene Maite.

— ¿Señor me llamó sólo para eso? — Pregunta ella.

— Por favor responde.

— Tiene 19 según sus datos. Aunque en dos meses cumple 20.

— ¿Diez y nueve? — "Ese niño se veía cómo de cuatro o cinco años, eso significa que lo tuvo a los quince o catorce. Si que es una zorra." — Gracias Norma. Por favor mándame la fecha exacta de su cumpleaños. Te lo agradecería mucho.

— Claro. Adiós. — Ella le cuelga.

Hugo busca entré sus contactos a David y lo llama.

— Si estás en la cárcel no pienso ir a sacarte. — Le dice David apenas contesta.

— ¿Sigues durmiendo?

— Es domingo. ¿Qué quieres?

— No sabes con quién me acabo de encontrar.

— ¿Hay una celebridad en la cárcel?

— No estoy en la cárcel. Salí a correr y me encontré a Maite.

— ¿Maite? — David se levanta corriendo. — ¿Dónde estás?

— Cuánto interés. No sabes de lo que me enteré.

— ¿De que te enteraste?

— Tuvo a su hijo a los quince o tal vez catorce. Es una zorra.

— No hables así de ella.

— Te lo digo como amigo. Esa mujer no le conviene a nadie. No te vayas a clavar con ella.

— Deja de decir tonterías. Mejor dime dónde está.