Daniela es una joven madre soltera que vive con su madre. Una mañana llega a su puerta un hombre joven buscando a su madre. Su nombre es Enrique, un joven militar que ha venido a cumplir la promesa que le hizo a su mentor. En este breve encuentro, Daniela y Enrique sintieron una conexión con tan solo mirarse. ¿Acaso todo lo sucedido ha sido un capricho del destino para que ellos se conocieran y juntos poder sanar sus heridas del pasado?
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Capítulo XV La llamada
Enrique
En este momento no sé que pensar, sinceramente estoy loco, estamos sentados en la mesa conversando sobre lo que significó Luis Felipe para mí y cómo ahora, he podido entender lo que sucedió en mi adolescencia con su familia, en realidad no soy contemporáneo con ninguno de sus hijos todos son mayores, mi amigo es Nathan y es el último debe tener alrededor de 45 años aproximadamente, pero compartimos cosas en común, el amor a los caballos, las motocicletas, buena música, noche de farras, y por supuesto la soltería.
Estoy de lo más a gusto, cuando veo que se acerca Daniela, y se me va el habla, está increíble con una ropa de deporte en licra negro y gris, al momento se sorprende quizás creyó que me había marchado y lo hubiera hecho si Elena no hubiese insistido en preguntar sobre mi vida, lo cierto es que quede mudo cuando la veo, y todos los demás sentidos activísimos, ese atuendo la hace ver diferente, aún más joven de lo que es, y un olor que desprende toda ella cuando pasa a mi lado, con el rostro limpio sin una gota de maquillaje, el cabello como cascada cayendo sobre su espalda, como quisiera tocarlo, y quizás enredarlo en mis manos, no, no estoy delirando, me reprendo, mis pensamientos son interrumpidos por Elena cuando me invita a cenar.
¿- Teniente le gustaría cenar con nosotros? Y completa su esposo - Así prueba el pastel de pescado que lleva ofreciéndolo todo el día, y suelta una carcajada.
- Salgo de mi mudismo y respondo: - Si no es molestia.
- claro que no- dice Elena,- ya eres de la casa.
-y ciertamente me siento como en casa - digo.
Debo reconocer que durante años he desechado ese sentimiento de acogida, desde la adolescencia quizás; veo como Daniela se mueve en la cocina, haciendo un jugo, pude ver que saca las frutas de la nevera y al mismo tiempo lleva una verdura, comenta algo con su padre quien se levantó y se encuentra a su lado.
Así van preparando lo que será la cena más increíble que recuerdo, es un sentimiento extraño, el pastel de pescado como dijo Elena estaba mundial igual que su pastel de coliflor, completa Daniela con unos panes con mantequilla y especies, buenísimo y un jugo, me olvide de la pena, generalmente no conozco esa palabra y pedí otra ración de los dos pasteles; en la mesa charlamos y reímos como amigos, sin embargo, Daniela estaba muy callada, solo comentaba en ciertas ocasiones cuando se le hablaba directamente, pienso que no siempre es así, tal vez es mi presencia, porque a mí me aturde también ella, de vez en cuando la observo, y puedo sentir esos deseos inmensos de tocarla, quisiera saber que se siente tenerla en mis brazos.
Ahora tiene un pequeño verde en su frente producto del golpe que a opinión de su Padre le combina con el color de sus ojos, todos estuvimos de acuerdo en ese comentario y ella solamente se sonrojó y puso los ojos en blanco, sencillamente es adorable, después de cenar me despedí diciendo que esperaba la confirmación del viaje.
Le di la mano a Elena y ella me abrazó y me dio un beso en la mejilla, al igual al despedirme del señor Gilberto me halo y me dio un abrazo y me dijo:
- mañana temprano me marcharé, pero está es su casa y mirándome a los ojos, dijo:- Creo que te veré mucho por estos lares. Y sonrió...
Me despedí de Daniela con un apretón de manos, que duró más de lo permitido, más bien no quería soltarla y moría por ganas de abrazarla y respirar su olor, pero no fue posible. Estoy despidiéndome y sale de la habitación el niño y me pregunta: - ¿Ya te vas? Presuroso respondí - Sí, -me quede dormido.- dice con carita triste:-¿vendrás mañana a llevarnos a la escuela?- pregunta. Y respondo: - si tu mamá lo permite. -Oíste Mami.
- Pase muy bien la pelota, ja, ja, ja Enrique 1 Daniela 0.
Ahora sí. Salí y dije hasta mañana. Mientras caminaba desde la puerta de entrada hasta mi coche tenía una sonrisa de tonto o de ganador, abrí la puerta del auto y levanté la mirada hacia la casa, y allí estaba ella parada en la puerta mirándome partir, hice un ademán con la cabeza y subí al auto, encendí el motor y me marché.
Elena.
Ahora es el momento dice Elena y se dirige a casa de sus Padres quienes viven muy cerca, llevando en sus manos un contenedor con pastel de pescado y coliflor, no es fácil a lo que se enfrentará; durante años sintió el impulso de confesarse con su madre y contarle que conocía su historia, hablarle de como conoció a Luis Felipe, conocer su versión de los hechos, pero la aterraba dañarla y que esa confesión pudiese dañar su relación, asimismo no quería saber la reacción de su padre, Sebastián, era su padre, siempre fue bueno con ella y la trato como una hija más; por esta razón dejo todo en el pasado, tranquilo, sin recuerdos, sin angustia, hoy debía hacerlo, confesar todo, el tiempo transcurrido era para qué se preparará cuando llegara el momento y sencillamente no entendió.
Llegó a su casa, saludó pidió la bendición a su madre y junto a ella caminó hacia la cocina, saco una silla y se sentó en la mesa del comedor, colocó el envase y dijo: - Es un trozo de pastel de pescado y pastel de Coliflor.
- Mamá siéntate por Favor. -su madre presurosa le pregunta:
-¿Sucede algo?.
- Si, algo que debí decirte hace muchos años.- Respondió.
La señora se sienta y mira el rostro de su hija angustiado.
Ella empieza - Mamá no quiero causarte dolor, pero no sé cómo decir esto, toma aire y continúa: Desde hace muchos años yo sé que Sebastián no es mi Padre, y que mi padre biológico se llama Luis Felipe Delmoral Sánchez- Levantó su rostro lleno de angustia y tristeza y su madre la miraba con una sonrisa, le acaricia la cabeza, y dice: - hija por dios, hace años que supe eso, tú eres mi hija, muy inteligente y siempre te dije la verdad, te dije cómo conocí a tu padre Sebastián, porque aunque no es tu padre biológico es tu padre, y solamente tú no podías concordar las fechas, son casi dos años de diferencia mi amor, además en los documentos legales aparecía y tú los leíste, lo único era que no estaba el nombre del padre biológico; al transcurrir del tiempo, no preguntaste quien era, entendí que lo sabías, que ya lo habías averiguado, esperé este momento por años.
Hizo una pausa y continuó -No puedes sentirte mal, solo espero que hayas tenido una buena experiencia con él, porque a pesar de todo lo que sucedió en ese momento y todo lo que sufrí lo perdone, si no lo hacía nunca hubiese sanado esa herida, he sido feliz mi amor, muy feliz.
-Elena se abrazó a su madre y lloró por largo rato, .
-¡Oh mamá! Eres especial.
- ja, ja, ja soy tu madre. -Dijo.
Y levantándole el rostro le pregunto:
-¿por qué a estas alturas vienes a confesar eso?.
Él murió hace dos meses y me nombró en su testamento, además me dejo un cheque con un dinero para mí y las llaves de una caja de seguridad, y debo ir a la lectura del testamento mamá. Dije:
- ¡Uhm!, fue su respuesta.
- ¿Y qué quieres hija?.
- Tu consentimiento para aceptar todo. - le dije.
-hija mía, era tu padre yo no puedo impedirte nada, si fue su voluntad y si Dios ha permitido eso, así será. Respondió
-No te opones a eso? . Pregunté.
— Para nada, solo te pido que ni se te ocurra comprarme algo con ese dinero.
-Sonreí, esa es mi madre pensé.
Debo viajar posiblemente mañana y para el miércoles próximo todo estará listo. Dije,
- te ira bien hija, si él dispuso eso así será, él siempre fue muy organizado.
Me abracé a mi madre y entre sollozos y risas le dije: tú le contarás todo a papá no puedo pasar por esto nuevamente.- la besé y me despedí salí por la puerta de la cocina para no encontrarme con nadie en el camino.
Al llegar a mi casa me esperaba mi esposo, me lancé en sus brazos y lloré, ya no con angustia más bien con tranquilidad de quien se ha quitado un peso de encima, camine abrazada con él hasta la habitación y le conté todo lo sucedido, me limpió las lágrimas y me beso, dijo:
Eso es todo lo que necesitas, prepara tus maletas y llévate a Daniela y al niño contigo,- Lo miré como preguntando.- Será bueno para ellos. Puntualizó.-
Daniela.
Estoy en mi habitación ayudando a Joshua con sus deberes, cuando mi madre entra en mi habitación y dice: pregunta al Teniente si puedes acompañarme al viaje mañana mismo. - Pero mamá- proteste- Hazlo, ya te pasé su número. Fue su respuesta y salió. Tomo mi teléfono y marco el número que tengo en el mensaje, pensando, mi mamá está loca cuándo responden:
-Si, teniente Olivera.
- Buenas noches, teniente. Digo.
¿Daniela? Pregunta.
- Hola. Digo.
-Es para preguntar si puedo acompañar a mi madre en el viaje. Y quedé paralizada. Escuché un ruido extraño y su repuesta
- Por supuesto, no faltaba más. ¿Cuándo podemos irnos?.
Ya te aviso respondí y colgué...