La Sombra De Ashfall

Antes de que Gareth pudiera articular una sola palabra, Cecil volvió a hablar, sus ojos fijos en los de él, una intensidad ardiente en su mirada.

-Cuando estuve al borde de la muerte, Gareth - comenzó, su voz un susurro cargado de emoción -, pude entender que a quien siempre amé eras tú. La venda se me cayó y en esta vida, yo solo deseo que seas feliz, muy feliz. Que no te quedes a mi lado por obligación. Yo... yo te dejaría ser feliz, así no fuera conmigo - se puso de pie, su figura erguida bajo el manto de la noche, y lo miró fijamente. Su voz se alzó con una nueva determinación, una promesa que resonó en el silencio del jardín -. Pero sabes qué, no. No me pienso rendir esta vez y te voy a conquistar. Voy a luchar como tú luchaste por mí. No me importa el tiempo que tarde, pero te juro, Gareth, que voy a enamorarte.

Gareth la miró, el shock de la revelación de su vida pasada aún presente, pero las últimas palabras de Cecil lo hicieron sonreír. Una risa suave, llena de alivio y una alegría desbordante, escapó de sus labios.

- Te creo, Cecil - dijo Gareth, poniéndose de pie para acortar la distancia entre ellos. Tomó sus manos, sus ojos brillando con una luz renovada -. Te creo todo lo que me contaste y la verdad es que... ya estoy enamorado de ti.

- Entonces me asegurare de que sigas enamorado de mí – se acerca a él, y rodea su cuello con sus brazos -. Me asegurare de que cada día, me ames más, se que nuestro compromiso no estuvo de todo bien – Gareth la toma por la cintura y le pegaba a él-, pero nuestra boda nadie la va arruinar, luego tendremos hijos, unos niños hermosos.

- Una niña que tenga ese hermoso color de cabello rosa como el tuyo – ambos sonríen.

- Los veremos crecer, veremos como se enamoran y casan, tienen sus hijos, jugaremos con nuestros nietos, envejeceremos juntos.

- Ya planeaste toda nuestra vida, seremos felices, muy felices juntos. Esta vez, nadie podrá quitarnos eso. Te lo juro, Cecil. Te amo

Justo cuando sus labios estaban a punto de unirse, una voz familiar, llena de entusiasmo, los interrumpió.

- ¡Y nosotras los ayudaremos a cuidarlos!

Eran Thorne y Zylia, las hermanas de Gareth, que habían escuchado lo último de su conversación sobre los hijos y los nietos.

- Así tendrán más momentos a solas - añadió Zylia con una sonrisa pícara.

Falkon, el hermano de Cecil que las seguía de cerca, se asomó al jardín.

- Es cierto, ya los están buscando para regresar a la fiesta.

Cecil y Gareth se separaron con una sonrisa, el rubor en sus mejillas evidente. La promesa de su futuro juntos, de una vida plena y feliz, ya no era solo un sueño, sino una realidad que comenzaba a tejerse, a pesar de las interrupciones.

La noche anterior, Cecil y Gareth regresaron a la fiesta, sus risas y la alegría de su futuro planeado eclipsando la tensión que Lysander y Orlaith habían intentado sembrar. Disfrutaron el resto de la celebración, bailando y conversando, sus miradas cómplices una promesa silenciosa.

A la mañana siguiente, mucho antes de que la familia del Duque Thylas se levantara, ya que se habían hospedado en el Ducado Kaeldron, Cecil se levantó con el corazón ligero. Había una urgencia, un deseo de estar cerca de Gareth antes de que el mundo volviera a reclamarlos. Lo buscó por la casa y, finalmente, lo encontró en las caballerizas.

Allí estaba él, observando al caballo negro que le había regalado, su silueta recortada contra la luz que se filtraba por las aberturas. Cecil no dudó, se acercó a él en silencio y, sin previo aviso, lo abrazó por la espalda, depositando un tierno beso en su mejilla.

- Mi Cecil, ¿Qué haces despierta tan temprano?

- Quería verte, te busque por toda la casa.

- Te noto algo preocupada, ¿Paso algo?

- Tanto se nota…

- No, pero te conozco demasiado - afirmó Gareth, su pulgar acariciando su mejilla.

- Hay algo que no te conté anoche, algo que sé de mi vida anterior y que es crucial. Lysander... él está extrayendo el maná de las personas del reino Ironpeak.

- ¿Extrayendo maná? ¿De las personas? ¿Estás segura?

- Completamente - asintió Cecil con seriedad -. Para hacerlo, había practicado antes con algunas personas de nuestro propio reino, aquí en Ashfall. No sé dónde se encuentran esas personas ahora, ni sé exactamente cómo logra extraerlo, solo sé que usa algún tipo de ritual o magia oscura, pero lo que sí sé es que ya debe estar haciéndolo en Ironpeak.

- Pero, ¿por qué? ¿Con qué propósito?

- El maná es poder - respondió Cecil -. Él quiere más poder, quiere fortalecer el reino, o a sí mismo, a expensas de otros. Si esto se investiga y se descubre, Gareth, y te aseguro que se descubrirá si lo buscan... la guerra que él intentó evitar casándose con Orlaith se desatará de todas maneras, pero esta vez, Ashfall será el agresor, no tendremos el apoyo de otros reinos, lo más seguro es que caigamos ante Ironpeak.

La implicación de sus palabras era grave: una guerra, todo por la ambición de Lysander. Gareth apretó los labios, procesando la magnitud de la información.

- Debemos investigar a fondo, encontrar pruebas irrefutables, con eso hablaremos con los consejeros del reino e incluso iremos al reino de Ironpeak hablar del tema, debemos llegar algún acuerdo.

 - Pero si el rey de Ironpeak no nos quiere escuchar…

- No necesitamos al rey para llegar a un acuerdo, también podemos acudir a la nobleza influyente del lugar, me pondré a investigarlos, para saber en quien podemos confiar. Necesitamos aliados, Cecil, gente que valore la verdad y la estabilidad de sus propios dominios por encima de las intrigas de ambos reyes - Cecil asintió, su mirada llena de determinación.

 - Tienes razón. Si Lysander está extrayendo maná de su propia gente, la nobleza de Ironpeak no lo tolerará.

- Exacto - dijo Gareth -, mientras yo investigo a los nobles de Ironpeak y sus influencias, tú puedes intentar recordar más detalles sobre las personas de nuestro reino a las que Lysander usó para sus experimentos. Si podemos encontrar a alguien que haya sobrevivido a eso, su testimonio sería una prueba vital.

- Es difícil, recuerdo la sensación de temor, la discreción con la que lo hacía, pero sí, intentaré recordar algún nombre, algún lugar, cualquier detalle que pueda ayudarnos a encontrarlos.

- Y también - añadió Gareth -, debemos buscar cualquier indicio aquí en el palacio. Documentos, registros inusuales, movimientos de personal... Lysander no puede haber hecho esto sin dejar rastro, por muy sutil que sea.

- Será peligroso - advirtió Cecil -. Él ya sabe que sé parte de sus planes. Estará alerta, además no hay manera de que nosotros entremos a investigar ahora, ya no somos amigos, ni podemos andar en el palacio con libertad.

- Lo sé - asintió Gareth, su mano buscando la de ella y entrelazando sus dedos -, pero no estamos solos. Contamos con el apoyo de nuestras familias, y ahora, con la verdad. Esta vez, la historia será diferente.

La mañana apenas comenzaba, pero la misión de Cecil y Gareth ya se había puesto en marcha. El futuro de dos reinos y la vida de miles de personas dependían de su éxito en desvelar la verdad de Lysander.