El mal ronda en cualquier lado, tienes que ser cuidadoso y desconfiar, una vez que te atrapa, es difícil que te suelte.
Nuestros protagonistas se verán obligados a enfrentar sus peores miedos y a luchar por sobrevivir y proteger a su pequeña familia ante una presencia sobrenatural que parece estar determinada a destruirlos.
La historia explora temas de miedo, supervivencia y la naturaleza del mal, mientras que Elizabeth y Elías se ven obligados a tomar decisiones difíciles para sobrevivir, ¿Podrán superar está situación?
NovelToon tiene autorización de Lida Marín para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPITULO 14
Elias Monsalve
El día apenas estaba comenzando, Tomás estaba de buen ánimo, incluso no recuerda haberse levantado en la madrugada, pero no lo he visto preocupado y eso me dejó un poco más tranquilo.
Elizabeth no durmió bien, por eso hoy decidí dedicarme a alivianar su carga, dejarla que descanse mientras yo me ocupo de todo, nunca en mi vida me había sentido tan vulnerable, la impotencia que sentí al no poder proteger a mi familia, es realidad me cayó como un baldado de agua fría.
- Iré a botar la basura del desayuno, Tomás ¿me quieres acompañar?-- intenté involucrar más a mi hijo, para que su mente no tenga espacio de pensar en cosas negativas.
- ¡Siii!, ¿también podemos comprar donas? vi una tienda cuando veníamos hacia acá -- me comentó.
- Estoy para cumplir tus deseos pequeño manipulador -- nos reímos, y salimos con la basura, Elizabeth de nuevo se acostó.
Está vez no nos llevamos a Max, el también se acostó a un lado de la cama... íbamos caminando hacia la panadería, después de haber botado la basura, mi hijo comenzó a hablar de diferentes temas de repente me reveló algo.
- Papi-- dijo y yo lo miré -- ¿cuándo vamos a regresar a casa?-- preguntó sin más.
- ¿No te sientes mejor lejos de ella?-- el dudó un momento.
- Yo sé que ustedes pasaron un mal momento, mi amigo solo quería que yo supiera de el, ustedes no debían enterarse de nada, la mamá de el fue muy mala, mi amigo solo quería que yo lo ayudara -- mi niño iba cabizbajo, yo me arrodillé y quedé frente a el, lo tomé de los hombros e hice que me mirara a los ojos.
- Escúchame muy bien, se que eres muy inteligente, y ya eres capaz de comprender muchas cosas, ese niño que tú dices que es tu amigo, murió hace 70 años aproximadamente, ya no es un niño, aunque así se quiera mostrar, el se quedó en este plano, tratando de cumplir una misión que el mismo se impuso, pero para eso, tuvo que hacer muchas cosas malas, el no es bueno, se que quieres ayudarlo, pero eso nos puede poner en peligro -- la mirada de Tomás cambió, se volvió sombría y su brillo desapareció, incluso frunció el ceño mientras le decía esas palabras.
- No hables así de el, mi mamá no le agrada, no hagas que te odie a ti también -- su tono de voz cambió, se escuchaba más gutural.
- Cálmate, no dejaré que algo te pase -- Tomás comenzó a respirar con fuerza, hasta que logró calmarse.
Tragué el nudo que se había formado en mi garganta, llegamos a la tienda y compramos las donas que quería mi hijo, el mismo las eligió, pagué y regresamos al hotel, al llegar, Elizabeth ya se encontraba completamente dormida, así que Tomás y yo nos sentamos en el sofá, pusimos una película mientras comíamos donas.
.
.
.
.
.
Llegó el segundo día en este hotel, y con esto, se llegó la hora de ir donde el padre Ignacio, el se comunicó en la mañana, no dijo a dónde debíamos dirigirnos para realizar el exorcismo, Tomás ya se encontraba bien de ánimo, aunque la conversación de ayer me dejó preocupado, es como si ese fantasma se hubiese adherido a el y solo este ahí calmado, viendo en qué momento nos descuidamos para atacar.
- Amor, ¿ya estás lista?-- Elizabeth negó.
- Te mentiría si te dijera que si, pero es lo que debemos hacer, todo sea por ayudar a nuestro hijo -- respondió, nos dimos un abrazo y salimos.
La señora del hotel fue muy amable, nos sentimos muy bien recibidos y atendidos durante la estancia, después de entregar las llaves, salimos y nos subimos al auto, Max a pesar de ser aún un cachorro, se comportó muy bien, obedeció a todo lo que le pediamos, el se subió atrás junto a Tomás, mi esposa se sentó en el lado del copiloto.
Puse el auto en marcha y nos fuimos, durante el recorrido, Elizabeth puso música en la radio, íbamos cantando y hablando de varios temas, hicimos de todo para desviar nuestra atención del tema que nos estaba perturbando la mente, cuando nos dimos cuenta, entramos a la calle donde estaba el lugar, donde el padre Ignacio nos había citado, Tomás se puso tenso tan pronto entramos al parqueadero, apagué el auto y nos bajamos, pero el no quiso hacerlo, agarré las cosas que me pidió el padre en la llamada.
Fui hacia el extremo del auto y abrí la puerta, le tomé la mano a mi hijo y la acaricié por un rato, por momentos se relajaba, pero luego volvía a tensionarse, comprendí que estaba teniendo una lucha interna, éso quería gobernar la situación, pero Tomás no estaba tan débil, por eso le estaba costando, mi niño estaba luchando.
- Vamos mi amor, ya falta poco para que esto se acabe, tu puedes mi niño, todo va a estar bien, mamá y papá están aquí para ti -- mi esposa se acercó e hizo lo mismo que yo, los tres juntamos nuestras manos, mi hijo levantó su mirada y nos sonrió, supimos que era el por qué sus ojitos brillaban.
Tomas se quitó en cinturón de seguridad y se bajó de un salto, lo tomamos de la mano y caminamos a la entrada de ese lugar, Max venía atrás de nosotros, vimos al padre Ignacio afuera, estaba con dos personas que se encontraban barriendo las hojas secas, nos acercamos a ellas y los saludamos.
- Hijos míos, los estaba esperando -- en ese momento miró al perro-- Lo siento, es mejor que la mascota no esté presente -- dijo-- si quieren, lo pueden dejar con ellos, son de confianza, ellos me ayudan en la iglesia-- nos aseguró.
Sin dudar, le pasamos la correa del perro, uno de ellos la enganchó en el arnés de Max y lo sostuvo mientras nosotros nos íbamos con el padre, caminamos a pasos lentos, mientras lo hacíamos, a cada rato, el padre volteaba a ver a Tomás, luego a nosotros, este acto hizo que mi esposa hablara.
- ¿Está todo bien?-- el sacerdote se acomodó sus gafas y nos miró directamente a los ojos.
- Su niño está luchando contra esa cosa que quiere salir, debemos hacer esto con mucho cuidado, solo tenemos una oportunidad para hacerlo bien, si algo malo pasa, la situación puede escalar y volverse incontrolable-- finalizó.