“En la vida tomamos decisiones todo el tiempo, algunas acertadas y otras no tanto. A veces la circunstancias nos llevan por caminos errados. Esta es la historia de la familia Santoscoy, y de su vida dentro de la mafia. La sed de venganza puede sacar lo peor de nosotros, también la lucha de poder y enfrentamientos entre grupos rivales, siempre logra arrasar con todo a su paso.
Pero dentro de tanto odio, también puede nacer el amor y la pasión desmedida, un amor clandestino, entre dos personas que sus vidas no tienen nada en común. Pero que el destino se ha encargado de unir, a pesar de todos los obstáculos que deben atravesar.”
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Rivalidad
Capítulo 23
Sonia veía a Gerardo dormir, siempre había mantenido una relación sin compromisos con él, pero ahora todo se veía mejor o por lo menos eso ella pensaba, esperaba que esta vez se decidiera por ella, juntos podrían hacer grandes cosas. Ignoraba por completo el plan que él ya había comenzado, su hermana Julieta quería manejar sola el valle imperial, por lo tanto Gerardo lo conseguiría.
—Si me sigues mirando, me perturbas el descanso.—expresó Gerardo que aún no estaba del todo despierto.
—Lo siento es que no puedo creer que ahora estaremos más cerca que antes.—
—Es verdad que ya no volveré a la selva, y que ahora me quedaré en Reynosa. Sin embargo todo seguirá igual.—
—¿Julieta va a seguir independiente de ustedes?—
—Lo dices por tu territorio, el valle imperial. ¿Te está pagando el impuesto no?—
—Si, pero supongo que como ya no está Remigio. Podría ella llevar su distribución por tu territorio, sabes que Valle imperial siempre me ha pertenecido.—
—Valle imperial siempre ha sido de los Santoscoy, no olvides que todo ese territorio le pertenece a Leonela y sus hermanos.—
—Pago mi impuesto, además Leonela es mi mejor amiga. Llegamos a un acuerdo, ella nunca me ha recordado que ese territorio le pertenece.—
—Sin embargo hizo que aceptaras que mi hermana pasara toda su distribución por el Valle. Leonela es excepcional, inteligente y un tiburón, así que ella sabe que Julieta también es un miembro importante de la organización.—
—Eso ya lo sé, pero ahora solo quedan ustedes tres. Deberías llevar a tu hermana para tu territorio.—insistía Sonia, sin embargo pudo ver el descontento en el rostro de él.
—Lo consideraré.—Gerardo se puso de pie para vestirse.
—¿Te enojaste?, no te vayas quédate conmigo podemos seguir divirtiéndonos.—Sonia completamente desnuda abrazó Gerardo para invitarlo a continuar a su lado.
—No me enojé, pero sabes que no duermo con nadie.—
—Lo sé, solo haz dormido con la mujer que amas, ya lo sé. Nunca me haz querido contar esa historia. ¿Que ha sido de ella?—insistía Sonia, él la miraba fijamente.
—Se convirtió en toda una mujer, intimidante, hermosa y sensual, pero solo mía. Yo me encargue de que fuera así, se que mi amor por ella está en cada centímetro de su piel. Me encargaré de Julieta, tú déjamelo a mí.—
Gerardo evadió el beso que se disponía a darle Sonia, después de que se marchó, ella se preguntaba quien sería esa mujer que atormentaba a Gerardo, descubrirlo tal vez le ayudaría a acabar con ella, así conseguir que Gerardo se decidiera a llevar su relación a algo más con Sonia.
Mientras tanto en casa Leonela salía de bañarse, en el espejo observaba todas sus marcas. Pensaba que con el tiempo desaparecerían, pero no. Nada podía borrarlas, estaban ahí para recordarle lo que le habían hecho. Por las noches tenía pesadillas, tocaba con sus dedos la cicatriz de la clavícula, recordaba lo dicho por Ángel, el cual no le había dicho una sola palabra durante los abusos.
“—Pobre de ti, estás agonizando. Por eso tendré piedad de ti, te enviaré directo al infierno para que le hagas compañía al idiota de tu padre.—dijo Angel antes de dispararle.”
En ese momento llamaron a la puerta, sacándola del trance.
—Voy, me estoy vistiendo.—respondió Leonela, se puso su bata de baño para salir.
—No quería asustarte mi niña, pero te traje algo para que cenes.—decía Sagrario
—Gracias, dormí toda la tarde. En dos días tengo que viajar a Tijuana.—
—Lo sé, por eso pensé que no debes dormir con el estómago vacío.—
—¿Dónde está mi mamá y Víctor?—preguntaba Leonela mientras le daba un trago a su té.
—Están viendo una película, ¿quieres que te lleve la cena para que estés con ellos?—
—No Sagrario, terminaré la cena e iré a dormir.—
—Te busco Gerardo, dijo que te verá en Tijuana que sí podrá asistir.—
—Eso espero, nuestra reunión es importante.—
—Te dejo descansar.—Sagrario dejó el plato con el sándwich y el té para llevarse la charola.
Leonela tomó su tablet y buscó a Kerim, como siempre había noticias de él, en España por supuesto. Encontró una foto de él en compañía de su esposa, donde anunciaban la pronta llegada de su hija en una revista de sociales, Leonela se alegraba por él. Tocaba con sus dedos la fotografía de él, al parecer pasarían años antes de olvidarse de Kerim, pero sabía que estaba viviendo una etapa importante y feliz en su vida, eso la reconfortaba.
Tampoco era masoquista así que apagó la tablet, y continuó comiendo su sandwich. Pero con un enorme hueco en su corazón. Días después llegó a Tijuana para la reunión con sus socios, tanto los que estaban dentro de la organización como los independientes.
—Pero miren nada más que bella se ve mi hermana, ¿de rojo?—expresaba Ramón
—Es una reunión importante, solo por hoy no usaré negro, pero tú no te quedas atrás. ¿Cómo está Sol y Marissa?—
—Tu cuñada y tu sobrina están bien, se fueron de viaje con mis suegros. Por cierto, ya hay fecha para el compromiso de tu mellizo.—
—Si, ya me avisó. Quiere que Marissa y tú sean sus padrinos de boda.—
—Pensé que te elegiría a ti.—
—Como crees, yo ni casada estoy.—
—No, lo sé. Pero si tuviste un romance con Kerim Retana. Te conozco, creo que te mereces más que ser la amante de un hombre.—
—Eso ya se terminó, además te recuerdo que es mi vida. Yo decido que es lo que quiero.—
—No te juzgo, pero si quiero lo mejor para ti.—
—Lo mejor, un esposo mafioso claro, porque obviamente no puedo aspirar a nada más.—
—Ahí está Gabellotti, no solo serías su socia. Sería tu esposo, y no te volverías su amante. Dime que no te agrada.—
—Si me agrada, pero es mi amigo.—
—Es la mejor opción, piénsalo. Así como América se decidió por Vidal.—
En ese momento llegó Gerardo, no pudo evitar observar a Leonela. Se veía hermosa como siempre, Ramón protegía a su hermana de su mirada.
—Ramón.—saludaba Gerardo, esta vez Ramón no le dejó la mano extendida.
—Ya no tardan en llegar nuestros socios.—dijo Leonela
—Este lugar es precioso y de buen gusto, felicidades.—
—Cuando gustes, está a tu disposición.—decía Leonela amablemente.
Más tarde la reunión había sido exitosa, los resultados por socio eran totalmente satisfactorios incluidos los de los Montaño. Después de que se retiraron los socios, Gerardo quería negociar con ellos pero Sonia había brillado por su ausencia, sin esperarlo dispararon directamente al enviado de Jasiel. También atacaron a Ramón, pero Gerardo había evitado que lo hirieran tanto a Leonela como a su hermano.
—Corran salgan de aquí, sapo llévate a la jefa.—decía Gerardo mientras organizaba a su gente por la radio.
Ramón también se quedó para repeler el ataque, Leonela sacó su arma, algunos empleados del lugar habían resultado heridos. Con éxito habían detenido el ataque, Gerardo se acercó a uno de los tiradores para interrogarlo.
—¿Quién te envió maldito bastardo?—lo interrogaba Gerardo
—Habla desgraciado.—le ordenaba Leonela
—Fue Sonia, nos ordenó asesinar a Ramón.—antes de que dijera una palabra más, Gerardo lo asesino. Leonela estaba en shock, Sonia era su mejor amiga, no podía creerlo.
—Si me permiten saldré personalmente a buscarla, gracias por salvarme.—decía Ramón a Gerardo
—No agradezcas.—respondió Gerardo, Ramón llamó a toda su gente. No descansaría hasta encontrar a Sonia, oficialmente se había convertido en su enemiga.—¿Estás bien?—le preguntó Gerardo a Leonela
—No, no lo estoy. Sonia es como una hermana para mí, nunca pensé que nos traicionara. Desde cuando se le ocurrió asesinar a mi hermano, pensé que no había rivalidades entre nosotros.—
—Lo lamento, ayudaré a Ramón a encontrarla. Les declaro la guerra, no solo a ustedes, a todos.—decía Gerardo mientras trataba de ayudarla a salir del trance.
Gerardo acababa de obtener su oportunidad de oro, él salvarle la vida a Ramón haría que Leonela confiara más en él. Mientras tanto Sonia estaba privada de la libertad en la casa de los Montaño, sabían que nadie la buscaría ahí. Sin embargo Sapo dudaba de esa versión, él no confiaba para nada en Gerardo.
Tu si puedes desenmascarar a gerardo
Debemos salvar a Sonia
Así de fácil confías en la palabra del tirador
Acabas de decirlo es tu amiga
Por fas piensa leonela