Una profesora de campo muere tras un accidente en su escuela-casa. Reencarna en Arlette, la protagonista de una historia donde la verdadera villana es ella. pero ella no seguirá la trama y creará a su propio villano para protegerla
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capitulo 14: Regalo de compromiso.
Pasaron unos días desde que Everest llegó a esta casa. La atmósfera era diferente, llena de una mezcla de los recuerdos y nostalgia que ligaba a Arlette con su antigua vida.
Everest, por su parte, se mantenía callado la mayor parte del tiempo, observando el mundo a su alrededor con una mirada que parecía absorber cada detalle. Convirtiéndose poco a poco en la compañía, como una sombra, de Arlette, quien se movía con confianza en su entorno.
No era un estorbo; al contrario, su presencia parecía complementar la energía de Arlette, quien se dedicaba a enseñarle cosas básicas. Había un interés genuino en su aprendizaje, una conexión que se forjaba lentamente entre ellos, pero que era segura. La joven dama analizó que Everest quizás no tenga un nivel básico de conocimiento, por ello, se ha propuesto en enseñarle todo lo común de la educación. Donde una vez más, se sentía en casa por volver a su hábito de impartir clases. Everest era muy receptivo, a pesar de no hablar casi nada, sus gestos y acciones demostraba interés por lo que Arlette le ofrecía.
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En esta noche, mientras él crujir de la chimenea y el tintineo de tazas formulaban el ambiente, Alejandra se acomodó en el sofá, mientras que ligaba un poco de whisky con el café, hablaba animadamente con Arlette. Su conversación giraba en torno a un regalo especial que Alejandra había recibido de su prometido; un anillo de compromiso de diamante puro que brillaba con la luz de las velas.
— así es mejor recibir mi anillo de compromiso.— dijo Alejandra con una sonrisa.— no se arrodilló ni me hizo pasar vergüenza pidiéndome matrimonio. No habrá romance en esta relación falsa. Eso te lo aseguro, hermana.
Arlette, con una mirada de admiración, le respondió que el anillo era hermoso, un símbolo de algo que a su hermana no le importaba más que venderlo en un futuro, aunque su relación no fuera del todo real, podría sacarle provecho.
El momento se interrumpió cuando alguien tocó la puerta. Una sirvienta apareció, llevando un pequeño obsequio que entregó a Arlette con una reverencia. Arlette tomó la caja y al abrirla encontró una nota encima. La curiosidad la llevó a leerla en voz alta, descubriendo que el regalo provenía del príncipe. La nota contenía un breve resumen de lo que el regalo significaba.
— este regalo refleja lo que significa mi futura esposa, hermosa, brillante y pura...— repitió Arlette mientras sacaba el accesorio.
Un collar de perlas finas, un presente que el príncipe había decidido enviar a su prometida, como una muestra de afecto y compromiso.
Sin embargo, lejos de sentirse halagada, Arlette dejó la nota a un lado con desdén. Su mirada se posó en el collar, un objeto que, aunque hermoso, no despertaba en ella ninguna emoción positiva. Alejandra, siempre con un ojo para el valor material, asomó su cabeza para observar el collar y comentó que era bonito de una manera rústica.
Everest, por su parte, se limitaba a observar desde lejos. En un rincón de la habitación, se encontraba sentado con un libro básico en sus manos. Era una tarea que Arlette le había dejado, una manera de ayudarle a aprender a leer más. La imagen de Everest, con su atención concentrada en las páginas, contrastaba con la conversación ligera que mantenían las hermanas.
Arlette, con un gesto decidido, expresó su desprecio hacia el obsequio del príncipe.
— no lo quiero.— afirmó, dejando la caja a un lado, como si deshacerse de ella pudiera eliminar cualquier recuerdo de su origen.
Alejandra, con su habitual personalidad, sugirió que tal vez podría venderlo.
— podemos venderlo. Piensa en el dinero que podrías obtener.— confesó con entusiasmo.
Arlette, cansada de las trivialidades de la vida en la alta sociedad, decidió sacar varios periódicos que había acumulado. En ellos, encontró entrevistas y anuncios del príncipe Murphy, un hombre que, según los artículos, era muy mimado, arrogante y se creía rey aunque aún no lo era.
— no quería involucrarme sin conocerlo primero, pero... Con esa información, me confirma todo de él.— explicó Arlette a su hermana, su tono lleno de afirmación.
"Conozco la historia original, y sé que esos periódicos no mienten. Así es ese príncipe, por eso se llevaba bien con la Arlette original".— pesó al mismo tiempo.
Everest, manteniendo su silencio habitual, escuchaba atentamente, mientras analizaba las palabras de Arlette disimulando leer el libro. No sabía que ella se iba a casar, y que estaba disgustada con su prometido.
La campana sonó, resonando en la casa y anunciando que la cena estaba lista. Las hermanas, con la conversación aún fresca en sus mentes, se levantaron para dirigirse al comedor. Antes de salir, Arlette se volvió hacia Everest.
— ¿Vienes con nosotras?— preguntó.
Él, tras un breve momento de reflexión, respondió simplemente que sí. Cuando las dos mujeres se alejaron, Everest se quedó un instante más en el salón, sus ojos fijos en los periódicos. Había algo en una parte específica de lo que había leído que lo dejó con el ceño fruncido, una inquietud que no podía ignorar.
“ Arlette... Si él intenta casarse contigo, le arrancaré el corazón y te lo daré como regalo"
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