Rendra logró ingresar a la facultad de medicina gracias a una beca. En la universidad, era menospreciado por ser pobre y tener un aspecto simple. A menudo, incluso era víctima de acoso.
Pero detrás de todo eso, Rendra era un verdadero genio. Con apenas 22 años, ya había memorizado la anatomía humana y complejos manuales de cirugía. Lo más sorprendente: sabía aplicar con precisión todo lo que había aprendido.
Por su brillantez, alguien le ofreció un trabajo poco común: ser médico en un burdel. Allí, atendía a trabajadoras sexuales, adictos, personas apuñaladas o baleadas, y mucho más.
Pero todo se complica cuando, por accidente, Rendra cruza su camino con un temido jefe mafioso…
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Capítulo 14
Al verse forzado continuamente, Rendra no tuvo más opción que ayudar a Jeni. Le ordenó a Lilly que comprara un equipo de infusión y otros medicamentos en la farmacia más cercana.
Por la seguridad de su amiga, Lilly se apresuró a cumplir la petición de Rendra. Solo tardó unos minutos en comprarlo todo; Lilly ya había regresado. Le entregó todas las cosas que Rendra necesitaba.
Los rostros de todos se crisparon cuando le quitaron toda la ropa a Jeni. Justo en el área de sus pezones, la piel estaba excoriada y sangraba. Allí se veían claramente marcas de mordiscos.
Rendra negó con la cabeza repetidamente. No podía entender cómo unos hombres podían ser tan crueles con una mujer. Deberían tener un mínimo de decencia. Sin importar si estaban disfrutando de una mujer pagada.
Rendra concluyó que las heridas más graves en el cuerpo de Jeni estaban en sus órganos íntimos y en el ano. Por eso, Rendra supo que el tracto digestivo de Jeni tampoco se había librado del desahogo de la lujuria brutal de esos hombres locos.
Rendra también olió un fuerte olor a alcohol en varios puntos del cuerpo de Jeni. El cuello y la espalda de la mujer estaban amoratados.
Después de tratarla con esmero, Rendra finalmente terminó. Aun así, se sentía preocupado por lo que le había sucedido a Jeni.
—¿Esto es algo habitual para ustedes? —soltó Rendra mientras ajustaba la intensidad del goteo de la infusión que entraba en el cuerpo de Jeni. Luego, le indicó a Lilly que vistiera a Jeni. En esa habitación ya no había mucha gente. Solo estaban Rendra, Lilly y Endah allí.
—Se podría decir que sí —respondió Endah, mientras bajaba la cabeza y se mordía el pulgar.
—No entiendo cómo pueden seguir aguantando. ¿No sería mejor buscar otro trabajo? —comentó Rendra.
Endah y Lilly intercambiaron miradas. Como si hubiera algo que quisieran explicar en ese mismo momento.
—Cuida de Jeni. Deja que yo le explique todo a nuestro querido doctor —dijo Endah.
Lilly asintió y sonrió. Había terminado de vestir a Jeni.
—¡Rendra! —lo llamó, justo antes de que Rendra saliera de la habitación. El hombre se detuvo de inmediato y se giró.
—Muchas gracias... —expresó Lilly sinceramente. Su relación con Jeni era realmente como de hermanas. Así que no era de extrañar que Lilly estuviera tan preocupada por el estado de Jeni ahora.
Rendra sonrió y asintió.
—Cuando Jeni despierte, avísame... —dijo él, recibiendo un asentimiento inmediato de Lilly. Después de eso, Rendra y Endah salieron de la habitación de Jeni. Endah invitó a Rendra a charlar en el balcón. Allí podían ver otra faceta del paisaje de la capital. Una faceta que parecía miserable y descuidada.
Antes de hablar, Endah encendió un cigarrillo. Lo que hizo que Rendra frunciera el ceño con fastidio inmediatamente.
—¿Podrías no fumar mientras hablas conmigo? —espetó Rendra.
—Eh, lo siento. Se me olvidó. Pero ya lo he encendido. Bueno, me mantendré alejada de ti. —Endah se apoyó en la esquina de la barandilla del balcón. Disfrutó su cigarrillo allí.
Rendra solo pudo negar con la cabeza. No podía entender a la gente a la que le gustaba fumar. Para un médico como él, las personas que fumaban eran como si sacrificaran sus pulmones para morir.
—Deje de fumar, señora. Especialmente siendo usted mujer. Las consecuencias no son buenas —añadió Rendra a modo de advertencia.
Endah se rio entre dientes.
—Alguien como yo es muy despreciable. Así que no me importa nada. Incluida mi salud. Si muero, pues muero. A nadie le importará —respondió ella con despreocupación.
—Dices eso porque nunca has sentido dolor —comentó Rendra.
—Si siento dolor, entonces quizás sea un castigo para mí —respondió Endah.
Rendra miró a Endah, que estaba de pie lejos de él. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro al oír a esa hermosa mujer hablar sobre su salud.
—La señora Endah es buena. Todas las demás mujeres del burdel también lo son. Pero me pregunto por qué siguen queriendo trabajar como prostitutas. ¿No se cansan, señora? —preguntó Rendra.
—¡Claro que cansa! Pero ya estamos atrapadas. Aunque quisiéramos dejarlo, ya no podemos. —Endah resopló con brusquedad.
—¿Por qué? —Rendra sintió curiosidad.
—Porque hay algunos de nuestros clientes que nos tienen atadas muy fuertemente. Incluso esa atadura se siente tan sofocante. Si quieres saberlo, eso es lo que le pasó a Jeni —explicó Endah.
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*El personaje de Rendra todavía está en desarrollo, chicos. Quienes piensen que Rendra es débil están muy equivocados. Porque volverse fuerte requiere un proceso. Básicamente, se sorprenderán cuando vean a Rendra cambiar 180 grados, jajaja. Gracias a los que siguen leyendo fielmente hasta aquí 😉
