Un grupo de extraños, atraídos por razones misteriosas a un pueblo olvidado en las montañas, descubre que el lugar oculta más de lo que parece. El pueblo, en apariencia inofensivo, está marcado por una tragedia oscura de la que nadie habla. Poco a poco, cada miembro del grupo comienza a experimentar visiones y fenómenos que erosionan su sentido de la realidad. Mientras luchan por descubrir si todo es producto de sus mentes o si una entidad maligna acecha, enfrentan la posibilidad de que quizá nunca podrán escapar de lo que desataron.
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Capítulo 14: Ecos del Pasado
El silencio en la sala tras la desaparición de la criatura era denso, como si el aire se hubiera congelado en ese momento. Erika permanecía sentada en el suelo, agotada tanto física como emocionalmente. Aunque la amenaza inmediata parecía haber sido neutralizada, el temor persistente en su pecho le recordaba que el verdadero peligro aún acechaba en las sombras.
El brillo de los símbolos en las paredes comenzó a desvanecerse, y con él, la luz tenue de la sala se apagó, dejando a Erika en una oscuridad casi total. Solo una ligera corriente de aire frío soplaba a través de la puerta abierta, recordándole que todavía no había terminado. Se levantó con esfuerzo, su cuerpo temblando por el esfuerzo y el miedo.
—No puedo detenerme ahora —murmuró, forzándose a dar un paso adelante.
Con cada paso que daba hacia la salida, sentía una presión invisible en su espalda, como si algo, o alguien, la estuviera observando desde las profundidades de la oscuridad. Era una sensación que se le hacía familiar. No estaba sola en este lugar, eso era seguro.
Finalmente, llegó a la puerta, y al salir, se encontró en un pasillo largo y estrecho. Las paredes del pasillo estaban cubiertas de lo que parecían ser antiguas escrituras y grabados, más símbolos extraños que, aunque familiares, parecían susurrar en la distancia, como si estuvieran vivos. Erika podía sentir la energía en el aire, una vibración sutil que hacía eco en su mente.
—¿Qué es este lugar? —preguntó en voz alta, sabiendo que no recibiría una respuesta.
De repente, un sonido leve la sobresaltó. Era un susurro, apenas perceptible, pero lo suficientemente claro como para hacerla detenerse. Erika miró a su alrededor, tratando de identificar de dónde venía el sonido. No había nadie allí, pero los susurros persistían, y cada vez eran más claros.
—Erika…
El susurro la llamó por su nombre.
El corazón de Erika dio un vuelco. El sonido parecía provenir del mismo pasillo, pero era imposible saber de dónde exactamente. Era como si las paredes mismas le estuvieran hablando. Y, aunque sabía que debería estar aterrorizada, había algo en esos susurros que la atraía, algo familiar y reconfortante en medio de todo el caos.
—Erika…
Otra vez su nombre. Esta vez, más fuerte, casi al oído. Se giró bruscamente, esperando ver algo, pero solo había oscuridad. La sensación de ser observada era ahora más intensa que nunca.
—¿Quién eres? —preguntó, con la voz entrecortada, sin esperar realmente una respuesta.
—Soy lo que siempre has buscado… —respondió el susurro, y entonces una figura borrosa comenzó a materializarse a pocos metros de ella.
Era una figura espectral, etérea, apenas tangible. Su forma era la de un hombre, aunque su rostro estaba distorsionado, cambiando constantemente como si fuera agua reflejando diferentes caras. Sin embargo, había algo en esa figura que le resultaba dolorosamente familiar.
—No puede ser… —murmuró Erika, dando un paso hacia atrás. El miedo y la confusión luchaban por controlar su mente. ¿Cómo era posible? Esa figura… ese rostro… Aunque no podía verlo claramente, sabía quién era. O mejor dicho, quién había sido.
—¿Me reconoces, Erika? —La voz de la figura era suave, casi como un eco lejano, pero con un toque de tristeza que perforó el corazón de Erika.
—Tú… —Erika sintió que una lágrima se deslizaba por su mejilla, sin poder evitarlo. Ese rostro era el de su hermano, quien había desaparecido hacía tantos años en circunstancias inexplicables. Había pasado tanto tiempo tratando de olvidar, de seguir adelante, que el verlo ahora, en esta forma distorsionada, le hizo revivir todo el dolor que creía enterrado.
—¿Cómo es posible? —preguntó, su voz rota por la emoción. Sus manos temblaban, queriendo alcanzar a esa figura, pero sin atreverse a tocarlo, por miedo a que se desvaneciera como una ilusión.
—Estoy atrapado, Erika… —La figura flotante avanzó hacia ella, sus movimientos eran lentos y casi solemnes—. Atrapado en este lugar, en la oscuridad. Y tú… tú eres la única que puede liberarme.
Las palabras resonaron en la mente de Erika, mezclándose con la confusión y el dolor. Su hermano, al que había llorado y dado por muerto, estaba aquí, pidiéndole ayuda. Pero algo no cuadraba, algo en todo esto no estaba bien. El miedo mezclado con esperanza la paralizaba.
—¿Qué… qué debo hacer? —preguntó, casi en un susurro.
La figura se inclinó levemente hacia ella, y el aire a su alrededor pareció cambiar. El frío se intensificó, y las sombras en el pasillo parecieron oscurecerse aún más.
—Debes completar lo que comenzaste, Erika —dijo la figura, su voz ahora un poco más baja, casi como un siseo—. El cristal fue solo el principio. Hay un segundo altar, más profundo en esta montaña, donde la verdadera oscuridad reside. Si no lo destruyes, este lugar nos consumirá a ambos.
Las palabras golpearon a Erika como una corriente de agua helada. Un segundo altar… Sabía que no podía negarse, no después de lo que acababa de vivir. Su hermano estaba atrapado, y ella tenía el poder de liberarlo. Pero había algo oscuro en su voz, algo que no lograba descifrar.
—No puedo hacerlo sola… —respondió Erika, sintiendo cómo su determinación comenzaba a flaquear.
La figura se mantuvo inmóvil por un momento antes de responder.
—No estarás sola. Yo te guiaré.
Con esas palabras, la figura comenzó a desvanecerse lentamente, como el humo disipándose en el viento, dejándola nuevamente sola en el pasillo oscuro. Pero ahora, había una nueva fuerza que la impulsaba a seguir adelante. El deseo de salvar a su hermano era más fuerte que cualquier miedo que pudiera sentir.
Erika caminó durante lo que parecieron horas, guiada solo por los ecos de los susurros y la intuición. Las paredes a su alrededor estaban cada vez más deterioradas, y el aire se volvía más pesado, como si la misma montaña la estuviera advirtiendo del peligro que se avecinaba.
Finalmente, llegó a una gran puerta de piedra, cubierta de runas antiguas. El frío en ese lugar era insoportable, y la puerta parecía emanar una energía oscura y poderosa. Erika supo al instante que había llegado.
—Este es el lugar… —murmuró, colocando sus manos sobre la fría piedra.
La puerta comenzó a moverse lentamente, como si respondiera a su toque. El aire se llenó de un rugido profundo, como si la montaña estuviera despertando de un largo letargo. Y al otro lado de la puerta, podía sentirlo: una presencia oscura, antigua y poderosa que la esperaba.
Erika respiró hondo, sabiendo que lo que se encontraba más allá de esa puerta sería el mayor desafío de su vida. Pero también sabía que no tenía elección. Debía enfrentarlo, por su hermano, y por ella misma.
La puerta se abrió finalmente, revelando la oscuridad total en su interior.
con tal no le pase nada
Desde el primer instante me tiene al filo de la butaca.
Solo una duda que pasa con el hermano de Erika desde el momento en en qué liberan al ser de luz deja de salir en la trama del libro.
Y que pasa con los compañeros que van con Erika a la expedición.