Luana Martínez es una joven de 23 años que ha dedicado su vida a la repostería, siguiendo los pasos de su madre en la pastelería familiar. A pesar de ser sociable y tener un fuerte vínculo con su hermano Mike, Luana es reservada y prefiere la tranquilidad de su hogar a las fiestas. Su vida da un giro inesperado cuando recibe una invitación a la fiesta de Logan Harris, un atractivo empresario de 27 años conocido por su vida social agitada y su carisma.
A medida que Luana se adentra en el mundo glamuroso de Logan, comienza a cuestionar sus propias limitaciones. Él, con su espíritu aventurero y despreocupado, es todo lo contrario a ella. A través de encuentros inesperados y conversaciones profundas, Luana se encuentra cada vez más atraída por su manera de ver la vida. Luana debe enfrentar sus miedos y abrirse a nuevas experiencias, mientras descubre que el amor puede florecer en los lugares más inesperados.
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Capítulo 13: Sabor a Chocolate y Nuevas Sensaciones
Luana
Ya era martes, y la emoción burbujeaba en mi interior como la masa de un pastel recién mezclado. La cita con Logan había sido un torbellino de risas y conversaciones profundas, y ahora, después de aquella noche mágica, estaba ansiosa por la segunda cita. Cada vez que pensaba en él, una sonrisa se dibujaba en mi rostro. Había algo en su forma de mirarme, en su risa, que me hacía sentir viva y llena de posibilidades.
La tarde transcurrió lentamente en la pastelería. El aroma a chocolate y vainilla llenaba el aire, un recordatorio constante de lo que estaba por venir. Sabía que Logan vendría a la pastelería para preparar juntos un pastel de chocolate, y la idea me hacía sentir un cosquilleo en el estómago.
Finalmente, cuando el reloj marcó las seis, escuché el suave tintineo de la campanita en la puerta de la pastelería. Al mirar, allí estaba él, con su sonrisa encantadora y una caja de ingredientes en la mano.
— Hola, Luana — saludó, su voz me hacía sentir mariposas en el estómago. — Traje todo lo que necesitamos.
—Hola, Logan — respondí, sintiéndome un poco nerviosa, pero emocionada al mismo tiempo. — Gracias por venir.
Entró en la pastelería y dejó la caja sobre la mesa. La cocina, llena de utensilios y un aire dulce, se sentía como un pequeño refugio.
— He estado pensando en esto desde nuestra última cita. Quiero intentar hacer tu pastel favorito. — dijo, mientras comenzaba a sacar los ingredientes.
— ¿En serio? ¡Eso suena genial! — exclamé, sintiéndome halagada. — Pero recuerda, es un arte complicado.
— No te preocupes, estoy listo para el desafío. — respondió, con un guiño. — Solo espero no arruinarlo.
Nos pusimos manos a la obra, riendo y bromeando mientras mezclábamos harina, cacao y azúcar. La química entre nosotros era palpable, y cada pequeño momento se sentía especial. Mientras batía la mezcla, Logan se acercó a mí, su rostro lleno de concentración.
— ¿Sabes? — comenzó, mientras mezclaba la masa. — Me encanta la cocina, pero siempre he tenido un poco de miedo a los postres. Siempre pensé que eran más complicados.
— Es verdad, pero también son muy gratificantes. — le respondí, disfrutando de su compañía. — Hay algo mágico en ver cómo un puñado de ingredientes se convierte en algo delicioso.
— Como nosotros dos, ¿no crees? — dijo, sonriendo. — Un par de ingredientes aparentemente simples que se mezclan para crear algo especial.
Ambos nos reímos, y el ambiente se volvió más ligero. Mientras la mezcla tomaba forma, comenzamos a jugar, lanzándonos un poco de harina y chocolate. Era como si estuviéramos atrapados en un instante perfecto, donde nada más importaba.
— ¡Cuidado! — grité, retrocediendo para evitar que la harina me cayera encima. Pero en mi movimiento, tropecé con una silla, y antes de darme cuenta, estaba a punto de caer.
Logan reaccionó rápidamente, acercándose para sostenerme. Sus manos firmes me agarraron por la cintura, y en un instante, nuestros rostros quedaron a solo centímetros de distancia. El tiempo pareció detenerse.
— ¿Estás bien? — preguntó, su voz suave y llena de preocupación.
— Sí, gracias. — murmuré, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza.
En ese momento, la conexión que compartíamos se intensificó. La risa y el juego dieron paso a una tensión palpable en el aire. Logan me miró a los ojos, y yo no pude evitar perderme en su mirada.
— Luana… — susurró, su voz casi un eco.
Antes de que pudiera procesar lo que estaba sucediendo, él se inclinó hacia mí. Sus labios tocaron los míos con suavidad, como si el mundo alrededor se desvaneciera. Fue un beso dulce y sus labios tenían sabor al chocolate, un instante que encapsuló todo lo que había sentido desde que lo conocí.
El sabor a chocolate todavía estaba en nuestras bocas mientras nos separábamos, ambos un poco aturdidos por lo que acababa de suceder. Me quedé sin palabras, sintiendo una mezcla de felicidad y sorpresa.
— Wow… — logré articular al final, sonriendo de manera tonta.
— Sí, wow… — respondió Logan, con una sonrisa nerviosa que iluminaba su rostro. — No estaba seguro de si debía hacerlo, pero… no pude resistirme.
— Me alegra que lo hicieras. — dije, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba. — Fue… increíble.
La risa y el nerviosismo llenaron el aire mientras ambos tratábamos de procesar el momento. Era como si el chocolate que habíamos estado preparando no fuera lo único que había comenzado a derretirse en la pastelería.
— Entonces, ¿qué hacemos ahora? — preguntó Logan, su mirada fija en mí con una mezcla de curiosidad y emoción.
— Bueno, creo que deberíamos terminar el pastel antes de que se queme. — respondí, intentando recuperar la compostura.
Volvimos a la tarea de mezclar los ingredientes, pero la atmósfera había cambiado. Cada pequeño roce de nuestras manos al pasar los utensilios era electrizante. Mientras vertíamos la mezcla en el molde, me di cuenta de que, más allá del pastel, estaba construyendo algo nuevo y emocionante con Logan.
Mientras esperábamos a que el pastel se horneara, decidimos limpiar un poco el desastre que habíamos creado. La risa aún resonaba entre nosotros, y en cada broma, cada mirada, la conexión se hacía más fuerte.
— No sé si estoy preparado para ser el próximo gran pastelero, pero definitivamente estoy listo para más citas contigo. — dijo Logan, sonriendo mientras limpiaba un poco de chocolate de su mejilla.
— Eso espero, porque tengo muchas recetas que enseñarte. — le respondí, riendo mientras le pasaba un paño.
El tiempo pasó volando mientras hablábamos de nuestros sueños, de nuestras aspiraciones. Logan compartió historias de su infancia, y yo hice lo mismo. Había algo tan natural en nuestra conversación que me hizo sentir como si lo conociera de toda la vida.
Finalmente, el temporizador sonó, y fuimos a revisar el pastel. La cocina estaba llena de un aroma delicioso que inundaba el aire. Logan abrió el horno y sacó el molde, la superficie del pastel dorada y perfecta.
— ¡Mira esto! No hemos arruinado nada. — exclamó, su entusiasmo contagioso.
— ¡Es perfecto! — respondí, sintiéndome orgullosa de nuestro trabajo en equipo.
— Ahora, la mejor parte: ¡decorarlo! — dijo Logan, sus ojos brillando de emoción.
Mientras comenzábamos a decorar el pastel, no podía evitar pensar en lo que había sucedido. Aquella chispa, aquel beso, había abierto una puerta a algo nuevo y prometedor. No sabía a dónde nos llevaría esto, pero estaba lista para descubrirlo, un paso a la vez.
La tarde se convirtió en noche, y mientras terminábamos el pastel, la cocina se llenó de risas y dulces promesas. La conexión entre nosotros era innegable, y a medida que los minutos pasaban, la anticipación de lo que vendría se hacía más intensa.
El pastel estaba listo, y mientras lo admirábamos, sentí que aquella noche no solo habíamos hecho un postre, sino que también habíamos comenzado a escribir nuestra propia historia.
Mientras Logan me sonreía, sentí que el futuro se veía brillante y lleno de posibilidades. La vida podía ser dulce, y yo estaba lista para saborear cada momento.