Orien reencarnó en un mundo desconocido, luego de haber habitado por mucho tiempo en Goren y ahora siendo un mago de alto rango decide aventurarse por el inmenso continente Venus.
¿Qué nuevas aventuras descubrirá Orien Nadali?
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Invasión, los hijos de Her
Orien junto con Atan regresaban al hospedaje que les brindó la princesa Diane, cuando una mujer vestida de rojo chocó contra Orien. Los ojos de ella eran violetas transmitiendo una sensación eléctrica, y su cabello era negro. Y en medio de la nevada su mirada se veía fría y sin vida.
—Oh, lo siento —Orien no prestó mucha atención y se disculpó sin muchas ganas. Pero la mujer lo retuvo un rato más.
—Tu rostro me recuerda a alguien, te pareces mucho a ella. —Orien arrugó las cejas sin entender el comportamiento de la extraña. —¿Eres un extranjero?
Luego ella se fijó en Happy y se sorprendió un momento al ver al dragón sobre la cabeza de Orien, quien estaba enrollado con su propia cola.
—Si somos de Goren, ¿Quién es usted? —Orien cuestionó ahora curioso.
—Amil Cruise, un gusto. —Orien asintió sin tanto interés, (pensaba que la conocía, pero no fue el caso) luego la mujer se alejó no sin antes decirle que cuidara al dragón, porque en Glassus habían algunos comerciantes y ladrones.
—Esa mujer es extraña.
—Demasiado —Comentó Orien.
Ellos decidieron darle una visita a la elfo y de esa manera Orien podría ver con sus propios ojos los avances de la elfo, desde que se fueron a esa mazmorra habían transcurrido varios días.
Los muros del castillo se elevaban altos y blanquecinos como si fueran paredes de hielo. Orien caminó por los pasillos helados, había dejado a Happy con Atan (el dragón estaba molesto por esa decisión) Orien ingresó al campo de entrenamiento, dentro se encontraban varias personas; tal vez de la escuela de magia que había e el palacio, ellos entrenaban sus cuerpos haciendo ejercicios pesados. Rápidamente divisó a Diane y a Zura, esta última con un rostro cansado con ojeras debajo del ojo. Él se acercó a ellas.
—Orien, ¿Cuándo llegaste?
Zura habló exhausta, su frente estaba bastante sudada y parecía que iba a desmayarse en cualquier momento. Orien sonrió de lado y respondió.
—Regresé hace poco. —Orien se acercó y palmeó la cabeza de la elfo. —No te esfuerces demasiado.
—Le dije lo mismo pero, es testaruda. —Dijo la princesa y Zura la miró incrédula. Los últimos días la princesa le había hecho entrenar sin descansos, la elfo estaba algo irritada por eso. —¿Cuánto tiempo te quedarás aquí? Pronto cerraremos las puertas del reino, se acerca una gran tormenta.
Orien asintió a las palabras de la princesa, luego respondió. —Unas tres semanas dependiendo del clima. Por cierto, necesito un mapa de las zonas cercanas.
—Creo que hay varios en la biblioteca principal, ¿quieres echar un vistazo?
—Sí, más tarde.
Luego la princesa se despidió y regresó a atender sus asuntos pendientes. Orien junto a Zura fueron a una zona más privaba; allí la pequeña semi-elfo demostró el avance en el control de su magia. Obviamente Orien la felicitó acariciando su cabeza como si se tratara de un cachorrito.
Los próximos días Orien se dedicó a leer algunos libros de la biblioteca principal en Glassus, se pasó la mayor parte del tiempo devorando esos enormes libros; algunos con las hojas amarillentas debido a la antigüedad. Conoció más sobre Iris, se relataba que la diosa era hermosa, realzando sus rasgos fuertes y a la vez delicados, y según las escrituras de ella emergieron las sirenas, las ninfas y las ciguapas. Estos últimos criaturas con las piernas al revés.
Iris tenía una cabellera reluciente como el oro al igual que el dios Eshu (dios de la luz), debido a sus enormes tormentas sus ojos eran violetas como la lluvia de rayos que suele caer en algunas zonas de Terra. La diosa siempre portaba un arpa con ella, amaba la música y los sonidos suaves; por ello los más creyentes iban a su templo y cantaban por horas para ella. Podía estar en todos lados, fluía como los ríos y mares, sin embargo estaba más presente en el mar del este.
Luego de una semana habitando en la capital Hiel con las puertas cerradas debido a la tormenta que empezaba a causar estragos, llegó al oído se la princesa Diane una mala noticia. Orien estaba presente en la cena de esa noche, aunque parecía más un banquete. Un soldado de los «guerreros de hielo» se acercó a la princesa y después de comunicar lo sucedido, ella se levantó de su asiento con un rostro sorprendido. Aún así, ella se mantuvo firme y haciendo detener la música habló.
—Los hijos malditos de Her nos están atacando en la puerta oeste. Me disculpó por la interrupción, pero pido a los invitados que puedan apoyarnos en esta pelea.
Orien se quedó mirando la mesa sin decir nada, el salón se encontraban otros amigos de la princesa y también estaba Atan. Al principio no quería que el participará en la cena, por el historial que se conocía del muchacho y ahora qué los demonios atacaban, todos observaron a Atan esperando una explicación.
—¿Qué? Yo les dije antes que los demonios estaban planeando atacar cada reino, pero ustedes me sacaron de la ciudad a patadas. —Atan mantenía su carácter serio sin siquiera parpadear.
—¿No será qué tú los trajiste aquí? De seguro cometiste algún crimen y vienen a por ti. —Esa era una de las amigas de la princesa Diane, era castaña con la piel pálidas y pecas envía cara. —No hice nada, les dije la verdad y no me creen. Incluso pide a pedirles ayuda para Alfreimr, ¿qué hicieron ustedes? Me ignoraron…
Se formó un silencio absoluto, Orien observó a la princesa quien estaba perdida en sus pensamientos.
—Deberíamos dejar de perder el tiempo e ir a ayudar. —Zura dijo y todos se giraron a verla.
—Cierto, los que quieran acompañarme, sigan mi paso.
De ese modo se formó un pequeño grupo para ir a la puerta oeste, donde poco a poco los soldados que defendían iban cayendo y era cuestión de minutos para que los demonios ingresaran al reino.