UN AMOR MAS ALLA DEL DESTINO SAGA 1

Era necesario iniciar una compra entre todas para poder encontrar víveres y cobertores, entre algunas otras cosas elementales para poder sobrevivir en ese lugar inhóspito…

Las otras dos chicas lograron encontrar unos cobertores escondidos en una de las habitaciones.

—Mientras estaban sentadas de nuevo en la pequeña mesa, comenzaron a presentarse.

—El hacker se llamaba Lizy, la chica de pantalones deslavados Anai y la última Marina.

—Si esto es un entrenamiento militar, entonces entre nosotras tres tiene que estar un topo —dijo Lizy—. Es lo más razonable, para que pueda vigilarnos en caso de que tratemos de escapar.

—Amaranta opinó— Escapar de aquí a menos que venga un helicóptero no lo creo, pero estoy de acuerdo contigo; una de nosotras es un topo. Pero ¿quién podría ser? —Preguntó Anai.

—Marina, estaba un poco nerviosa sobre esta conversación; no sabía qué decir. ¿Para qué querían vigilarnos si no podemos escapar de esta isla, a menos que vengan por nosotras y menos mal que nos dejaron agua?

—Está escuchando a las chicas Amaranta mientras observaba el sitio. Se dio cuenta de que la mesa está hecha de un tablón que podía quitarse; quizás es como las mesas que los ancianos en los pueblos hacían de doble cara, donde en una la usan para comer y en la otra para jugar. Estaba tan aburrida que pensó en dar la vuelta al tablón.

—Porque no damos la vuelta a este tablón a ver si tiene algún juego pintado en él —les dijo Amaranta a las otras mujeres.

Así lo hicieron y al girarlo encontraron un mapa dibujado en el tablón, así como indicaciones para encontrar una habitación donde encontrarían literas, cobijas y unas lámparas. De inmediato corrieron a donde estaba indicando el mapa y encontraron una puerta de acero pesado; la abrieron entre dos de las chicas; al entrar pudieron encender una lámpara y ver que había cuatro camas con cobijas limpias, libros para leer, cuadernos y lápices, aparte de comida enlatada para algunos días.

—Ya está oscureciendo, así que decidieron dormir. Mañana sería un día muy pesado, pues tendrían que investigar cómo lograrían pescar y cocinar.

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—A la mañana siguiente, Amaranta, como estaba acostumbrada a despertar temprano, fue la primera en hacerlo. Se fue a la parte de afuera del edificio y vio el amanecer. Mientras lo hacía, pensaba en su abuela. Solo esperaba que no se hubiera dado cuenta de su ausencia, porque no quería que se preocupara por ella.

Al ver los primeros rayos del sol que tenía el cielo señalando el amanecer sobre el mar, se preguntaba qué estaría haciendo Izan en esos momentos; si ya sabría que estaba ahí, seguramente no; si no, ya habría ido por ella; pobre de Philip estaría pasándolas canutas por su culpa, todo por desobedecerlo. Aunque haya regresado del pasado, ha podido comprobar que todavía comete erros.

—Es mejor que reflexione más en su futuro, en lo que le pasará si no madura, si comete error tras error. Puede terminar como en pasado o peor aún. Tiene que aprovechar la oportunidad que se le dio de vivir de nuevo; ya estaba dando por sentado todo en esta vida, que tenía buenos amigos, buena vida, que entraría en la Universidad, que había encontrado a la familia de abuela, que podía enamorarse de alguien que sí la amara. Pero estar aquí, que la trajeran a la fuerza, la ha hecho reflexionar y recordar que todo se puede ir en un segundo.

—Decidió entrar de nuevo y acostarse otro rato, se quedó dormida y entre sueños y pesadillas vio los rostros de Óscar Roing y su hijo Álvaro, pero Óscar le decía: Nuca te amé porque ese niño no era mío; mamá, regresaré, no sufras, le decía su pequeño Álvaro, pero era verdad que Álvaro no se parecía en nada a Óscar Roing, ¿quién era el padre de su hijo?, apareció otro hombre muy guapo, su rostro se sobrepuso al de Alvarito y eran idénticos, ¿quién era ese hombre?, ¿por qué no lo reconozco? Se preguntó en el sueño Amaranta.

—Amaranta despierta. Despierta —le llamaba Anai, cuando escuchó que estaba sollozando.—Estás bien, estás asustada, no te preocupes, todas lo estamos, vamos a ver qué podemos hacer para que pase el tiempo, aunque el día está muy nublado.

—¿Qué hora es?—preguntó Amaranta. —Son las 12 p.m., has dormido un buen rato después de que escuché que regresaste de estar afuera. Respondió Anai.

—Bien vamos a fuera.

Salieron y vieron que las aguas del mar se estaban poniendo bravas, señal de que una tormenta estaba por llegar; lo que no sabían era que sería una tormenta muy fuerte. Sería una noche larga para las cuatro chicas.

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—Marcus, ya son las 7 pm y no ha regresado Amaranta, solo espero que de verdad no le pase nada. Estaba con los nervios de punta. Lidia Marsans, pensando en la batalla campal que armaría el Joven Señor Todo Poderoso de su hermano, si le pasaba un solo rasguño a Amaranta, si ese tonto hermano suyo pensaba que estaba enfermo del corazón, cuando lo que estaba es enamorado, si descubriera que estaba enamorado viendo dañada a Amaranta… cielos que se encomienden a todos los dioses que conozcan. Porque no dejará a nadie con cabeza.

—Lidia, no te desesperes; el gordito cumplirá su promesa. Al menos eso esperaba, si es que apreciaba su regordete cuerpo.

—Señor Montemayor, el sistema meteorológico está informando que se aproxima una tormenta tropical a la isla donde se encuentran las chicas. Se quedarán incomunicadas por varios días, sin contar con graves daños; tenemos que sacarlas de inmediato.

—No es el momento de sacarlas; tiene que soportar el clima —afirmó Enrique Montemayor.

—¿Señor, está seguro de dejarlas ahí solas? Además, prometió regresar a una de ellas hoy.

—Yo soy responsable del programa. Así que se quedan

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—Inició la tormenta, con vientos fuertes de más de 130 km/hr. En la zona donde se encontraban, sin luz, en un edificio donde varias de las ventanas tenían cristales rotos, se sentía aún más tenebrosa. La tormenta, los rayos y truenos, estaban en pleno auge…

Las chicas se encontraban reunidas en el segundo piso en la habitación, que era la única con cristales completos, pero en una situación así tampoco era muy segura, pues con el viento a esta velocidad, cualquier rama podría ser un arma letal si atravesara la ventana, por lo cual se mantenían en un rincón lejos de la misma.

Cuando una de las chicas comenzó a temblar incontrolablemente, fue Marina quien no pudo más y entró en pánico total por la lluvia; no podían controlarla. En el caos que ocasionó la chica por sus gritos y por tratar de salir de la habitación, empujo a Amaranta, quien se golpeó la cabeza con una de las literas; sangró, pero no perdió el conocimiento.

Las otras dos chicas no pudieron detener a Marina, quien salió corriendo de la habitación y calló por las escaleras. Cuando lograron alcanzarla, vieron que se había roto una de sus piernas y estaba llorando a gritos.

Logró que se calmara un poco y dijo: —Soy el topo, llamen, para que vengan a sacarme de aquí. Todas quedaron en shock al escuchar lo que dijo, pero al mismo tiempo se preguntaron de donde quería que llamaran. Porque la única realidad era que necesitaban ayuda inmediata.

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—Liliana Marsans, estaba. Viendo el noticiero, sentada en el salón de su casa, cuando pasaron el reporte del tiempo al ver el informe de la tormenta y por donde está cruzando, sus nervios ya no pudieron soportar más; si su hermano no golpeaba al Buda, lo haría ella misma. Tomo su teléfono y marco el número de una persona que resolvería esta locura.

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