ENTRE LAS SOMBRAS

DOMINIC

Comenzaba a entrar el anochecer y junto a Colin, Sabueso y otros hombres nos dirigíamos al escondite de Kitty, está perra me va a escuchar. Conmigo nadie juega.

Al cabo de una hora llegamos a lo que parecía ser una casa en deplorable estado, tenía una tela simulando ser una puerta y las ventanas estaban cubiertas con madera, en el patio delantero había basura y estaba notablemente descuidado, tenía un olor desagradable, a putrefacción.

—Según nuestro querido testigo, está o estuvo aquí.

Lo miré. —¿Me estás diciendo que no es seguro que esté aquí?

—Esa es la única información que tenemos. —Dijo Sabueso. —Rodeen la casa. —Les dijo a los hombres que nos acompañaban.

Varios hombres sacaron sus armas y se fueron por la parte trasera y algunos más se quedaron en la parte delantera, una vez que la seguridad estuvo en sus puestos Sabueso me indico que era momento de entrar. Adentro parecían tener una fiesta pues se escuchaba música y algunas risas.

Saque mi arma y camine hacia la puerta con Colin detrás de mi, parecía emocionado, a él siempre le gustó la violencia.

Cuando entramos encontramos a no más de diez drogadictos, algunos estaban tirados en el suelo y otros sentados en lo que parecían ser asientos de coche. Al vernos abrieron sus ojos de par en par, parecían asustados. Colin pateó la bocina y está se apagó, destrozándose en el proceso.

—Buenas noches. —Salude irónico. Nadie respondió. —Seré breve, ¿dónde está Cristina?

Nadie respondió. Colin suspiró.

—Mi jefe pregunto algo, ¿dónde está? —Colin camino hasta el chico que estaba más cerca de él y puso su pistola en la cabeza del chico, este cerro los ojos con fuerza esperando el impacto.

—No sabemos... Nosotros no... —Titubeo uno de ellos.

—Están agotando mi paciencia. —Me miro Colin.

—Tienen tres segundos para hablar. —Sentencie.

—¡Señor por favor, no sabemos! -Hablo por primera vez la única chica que estaba ahí.

—Tres...

Todos se miraban aterrados, esperando a que alguien dijera algo. El ambiente era tenso, todos parecían querer hablar pero nadie decía nada.

—Dos...

Colin quitó el seguro de su arma mientras se relamia los labios, mire a la chica que había hablado antes, había comenzado a llorar.

—Uno...

—¡Bien, bien, lo diré! —La chica se levantó y se acercó a Colin para intentar quitar su arma, este la apunto a ella. —Solo no lo mates, es mi novio.

Colin rio.

—Querida, estás de muy buen ver para que estés con basuras como este. —Dijo mirando al chico que recién había amenazado.

—Se fue por atrás cuando vio que venían, lo juro. —Dijo ella con los ojos cristalizados. —Nos pidió que nos quedamos a fingir que no los habíamos visto

Colin tomó la radio y se alejó para hablar con Sabueso, dos hombres llegaron y apuntaron a los que estaban ahí.

—No los dejes escapar. —Le dije a Don. Este asintió. —Gracias por tu información. —La tome brevemente del brazo y la aleje hacia la puerta. —No me preguntes porque, pero si algún día quieres salir de esta mierda puedes buscarme. —Le dije a la chica. Esta me miró poco convencida.

—No me conoces. —Murmuro mirando de reojo a sus compañeros quienes seguían aterrados pues aún tenían un arma apuntandolos.

—Dije que no me preguntes.

No sabía el motivo, pero está chica me resultaba increíblemente conocida, muy familiar. Y no suelo hacer esto, pero decidí brindarle mi ayuda, ¿ahora me estaba convirtiendo en un samaritano?

—Gracias señor Des. —Dijo ella mirando a su novio quien la miraba con el ceño fruncido. Era la única persona en el salón que se había dado cuenta de lo que pasaba, los demás estaban más preocupados por sus vidas.

No respondí y caminé hacia afuera donde Colin y Sabueso hablaban.

—La están trayendo. —Anuncio Sabueso.

Menos de un minuto después llegaron dos hombres con Cristina, me miraba con odio. La traían de los brazos y ella intentaba quitárselos de encima.

—¿Qué quieres? —Dijo despectiva.

Le sonreí.

—Que gusto me da verte de nuevo. —Dije sarcásticamente. —Nos vamos a divertir mucho.

Ella me escupió a los pies, y suspiré cansado.

—Eres una niña muy malcriada, tendré que educarte en casa. —Dijo Colin. Lo mire y sonreí.

—Subela al coche ya sabes dónde llevarla. —Le ordené a Sabueso. Este organizo a los hombres y todos subieron a las camionetas.

Me dirigí a mi camioneta y por instinto mire hacia la casa en dónde estaba la chica que me había dado la información, se acercó lentamente y fruncí el ceño.

—Gracias por perdonarnos la vida. —Me dijo.

Asentí.

—Gracias por la información... —Le repetí, deje la oración en el aire para poder escuchar su nombre.

—Eliana. —Dijo tímida.

—La oferta sigue en pie, Eliana.

—La consideraré, pero no sé dónde encontrarlo.

Saque mi cartera y busque una tarjeta, se la tendí. Ella la miro, echo la mirada a su espalda para ver si alguien la había visto y tras asegurarse de que nadie había sido testigo y asintió.

—Gracias. —Doblo la tarjeta y la metió en su bolsillo.

—La oferta es solo para ti. —Sentencie. —Hasta pronto, Eliana.

Ella se giró y comenzó a caminar hasta la destartalada casa, apreté los labios tenso.

¿Porqué no quería que ella se quedará ahí?

—No sabía que tenías una fundación. —Se burló Colin mientras sometía a Cristina. El coche avanzó.

—No empieces. —Dije entre dientes. —¿No se te hizo familiar?

—Una drogadicta más. —Negué.

—No, no es una drogadicta más. —Dije abrupto. —Su cara, la he visto.

—¡Quédate quieta! —Le dijo impaciente a Cristina.

Mire hacia la ventana pensativo, ¿de dónde mierda conocía a esta chica?

MELODY

Al acabar con mi turno me dirigí al camerino en dónde comencé a contar el dinero que había ganado con el show y en las mesas, me había ido muy bien, tendría para ir a comprar alguna despensa mañana, lo cierto era que apenas y había tocado el dinero de Dominic, había decidido tomar solo lo necesario para devolverle el resto pues ya le debía suficiente con lo que hizo por mi casa y por mi en solo unos días.

Andy me esperaba en la puerta trasera del bar, yo siempre me iba caminando a casa pues no quedaba más que a veinte minutos pero Andy tenía coche y lo agradecí, la noche estaba muy fría y siempre olvidaba mi abrigo en casa.

Cinco minutos en los que ella condujo y llegamos a mi edificio, subimos a mi apartamento y una vez en el sofá y con dos cervezas destapadas ella habló.

—Melody, no se que te pasa pero no estás siendo tú.

—Lo sé.

—¿Entonces? Necesito poder comprenderte. Hoy en el show estuviste completamente perdida en tus pensamientos.

—Me fue bien. —Dije refiriéndome al dinero, ella asintió.

—Claro, porque a esos hombres solo les interesa verte el trasero y los senos, pero yo soy tu amiga y conozco esa mirada.

—Te lo diré pero tienes que jurar que no le dirás a nadie. —Dije. Ella me miró frunciendo el ceño. -Mi madre volvió a desaparecer ¡Estoy tan preocupada que viene y va! Y después... después pasa que creo... Creo que estoy enamorándome.

Andy casi escupe su cerveza, me miró con los ojos abiertos.

—¡¿Que, que?!