– ¡ESE NO ES MI HIJO!.
Eso fue lo último que Jake le dijo a Natasha, su esposa. Así la hecho de la mansión y de su vida, estando embarazada de su bebé, haciéndole caso a las malas lenguas que decían que lo había engañado.
Pero la vida le jugaría una doble jugada y literalmente doble.
Natasha decidió irse al campo a iniciar una vida nueva, criando sola a sus dos hijos Adler y Nicole, mellizos. Muchos años más tarde, a la mansión vecina a su granja se muda Jake con su nueva mujer e hijo de la misma edad que los suyos.
Intentará luchar por su perdón pero... ¿Que pasará cuando el corazón de Natasha se vea invadido por otro hombre?.
Oliver, un hijo ilegítimo del padre de Jake, un guapo hombre que creo su propio y exitoso negocio con el cual se hizo conocido además de ser llamado "El Vassil ilegítimo".
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Capítulo 12
NATASHA
Al entrar a casa veo un plato con papas fritas y una nota que me hace reír:
...~ Por si te quedaste con hambre, mamá. Te amamos....
...ATTE: Tus hijos...
^^^PDTA: Yo tuve la idea pero Nicole escribió la carta.^^^
^^^Soy tu hijo favorito?¿No?"^^^
Me acosté con una sonrisa tonta en el rostro, Oliver es verdaderamente un caballero, comprensivo y atento. Me duermo, por fin después de años, en paz, como si nada me pesará.
Al despertar preparo el desayuno de los chicos y me voy al supermercado.
– Buenos días, Rita –la saludo.
– Buenos días, Natt –sonríe picarona–. Ayer me dijeron que te vieron con un guapo caballero.
– Es que salimos, nada más –le digo sonriendo.
– Me emocioné mucho cuando me dijeron –dice Navier–. ¿Cómo se llama? ¿De dónde se conocen?
– Se llama Oliver y no les dire nada más –me río–. Iré a hacer mis compras.
Hago mis compras y salgo del súper, camino al estacionamiento, guardo las bolsas en el baúl tranquilamente.
– ¿¡QUE HACES AQUI!? –me grita.
Maldición y ahora está mujer. Me giro lentamente hacia la señora Vassil, la madre de Jake.
– Señora Vassil –le sonrío–. Que gusto verla de nuevo.
– ¡ERES UNA MALDITA! –me grita–. ¡Seguiste a mí hijo hasta aquí!.
– Buenas tardes, señora Vassil –la saludo.
Me giro hacia mí auto dispuesta a irme pero ella me agarra del brazo. Vuelvo a mirarla con una sonrisa.
– ¿Que quiere, señora? –le digo.
– Eres una zorra, no te cansas –me mira con furiosa–. Aléjate de mi hijo...
– Yo estoy lejos de su hijo, señora –le digo–. Vivo aquí hace años junto a mis hijos, querida ex suegrita.
– Oh por supuesto –ríe–. Los bastardos del mecánico.
– Pobre... Sigue creyendo eso –le digo–. Su hijo ya abrió los ojos y vio que perdió años de la vida de sus hijos, ahora ya no puede hacer nada. Váyase tranquila, señora Vassil... No pienso acercarme nunca más a su hijo.
– ¿Cómo te atreves a hablar asi? –aprieta los puños.
– ¿Que piensa hacer, señora? ¿Eh? –la miro–. ¿Golpearme? ¿Piensa que soy la niña que se casó con su hijo?.
– Uno jamás cambia lo que es –se cruza de brazos.
– ¿Recuerda como me golpeaba hace años? –le pregunto–. Porque yo jamás me olvido de eso.
Miro al suelo recordando todas las veces que me hizo sentir la peor basura del mundo. Luego señaló el suelo.
– Usted siempre me dejaba ahí –la mira sonriendo–. ¿Recuerda?
– Era lo que te merecías, maldita –me dice.
– No, claro que no. No me lo merecía para nada –la miro–. Pero quédese con esos recuerda... Porque ¡JAMÁS! permitiré darle ese gusto.
– Vamos a ver eso, zorra –se acerca a mí.
Levanta su mano para golpearme pero yo la detengo en el aire y con mí otra mano la tomo del cuello para poder arrinconarla contra mí auto.
– Escucheme y hágalo bien –le digo–. Jamás dejaré que eso pase de nuevo, ahora... soy madre y si tengo que destruirla a usted y a su hijo para cuidarlos lo haré... ¿Entiende? ¡NO DUDARÉ!.
La alejo de mí auto de un tirón y me subo a él. Conduzco con una sonrisa en el rostro, era hora de ponerle los puntos a esta mujer.
...****************...
JAKE
Estamos sentados en la mesa desayunando cuando la puerta de la casa se abre, mí madre aparece con una expresión de odio y frustración.
– ¡JAKE! –me grita–. Esa zorra maldita está aquí. ¿Lo sabías?.
– Mamá... –me levanto–. Si lo sabía y mis hijos también están aquí.
– ¿De que están hablando? –Alina nos mira y se levanta–. ¿Quien está aquí?
– Natasha –dice Oliver–. Ella y los niños están aquí.
– ¿Natasha? –pregunta Erick–. ¿La madre de Nicole y Adler?
– Si, sobrino. Natasha es la ex esposa de tu padre –dice Oliver–. Y los chicos tus hermanos.
Alina se tambalea en su lugar y se sostiene se los bordes de mesa. Erick está que no reacciona pero es la verdad. ¡ESPEREN!... ¿Cómo es que Oliver sabe de ellos y desde cuándo le dice "Natasha" tan... así de normal?.
– ¿Sabías que tu ex esposa estaba aquí? –me pregunta Alina–. ¿Te has encontrado con ella?
– Si, un par de veces –admito sin miedo–. Es la mujer que amo, pero ella ya no me ama
– ¡Por favor, hijo! –dice mí madre–. Intenta engatusarte de nuevo y meter a los hijos de ese mecánico como tuyos
– Son sus nietos, señora Vassil –le dice Oliver–. Adler es más parecido a Jake que Erick y ambos tienen sus ojos. Nadie puede negar que son sus hijos.
– ¿Tu por qué llamas a Natasha como si la conocieras de toda la vida? –le pregunto–. ¿Eh, Oliver?
– ¿Que te importa? –me dice–. Soy buen amigo de su hijo bueno... Tu hijo también.
– Mamá, hablemos en privado –le digo.
Mí mamá está furiosa da vueltas en mí oficina como si quisiera estallar. Me cuenta como fue su encuentro y como ella la trato.
– ¡LA ODIO! –grita–. Tenías que ver cómo me trato, me sonrío como si no fuera nadie.
– ¿La maltratabas cuando era mí esposa? –le pregunto.
Ella se queda helada, sin saber que decir. Ahora lo entiendo, con razón cuando volvia de la empresa y ella estaba adolorida, triste.
• DIECISIETE AÑOS ANTES •
Volví de la empresa tarde, solo tengo ganas de dormir junto a Natasha. Entro a la mansión y subo a la habitación, al entrar veo a Natasha mirando por la ventana. Pérdida en sus pensamientos.
Camino hacia ella y la abrazo rodeando su cintura con mis brazos.
– Buenas noches mí amor –le dije besando su cuello.
– Hola, amor –me da una sonrisa–. Bienvenido.
– Gracias –entrecierro los ojos mirándola–. ¿Te pasa algo, amor?
– No –asegura–. Estoy bien. ¿Por qué?
– Es que te noto extraña –le digo–. Tienes una cara amargada.
– No nada, mí amor –me abraza–. Es que estoy muy cansada.
– Bueno. Vamos a dormir entonces –le digo.
Nos metimos en la cama y nos dormimos, o a menos eso creía yo.
• ACTUALIDAD •
Ahora viendo la cara de mí madre me doy cuenta de la verdad... La maltrataba cuando me iba.
– Hijo yo... –intenta hablarme.
– Vete, mamá –le digo.
– Escúchame, hijo –dice.
– Que te vayas mamá, por favor –le digo–. No quiero decir cosas de las que me arrepienta.
Ella se va y yo me quedo ahí, helado. ¿Cuantas veces la habrá golpeando cuando no estaba? ¡Y YO NO VEIA NADA!.