Roisin

Ingresamos al comedor bajo la atenta mirada de todos los presentes. Siento que me fallan las piernas, pero la mano en medio de mi espalda de mi padre, guiándome hacia la gran mesa me da un poco más de seguridad. Peter, aun de pie espera a que tomemos nuestros lugares, su mirada me dice que está molesto aunque no exprese nada. He aprendido a leerlo, tanto que me incomoda.

-Sus ojos se fijan en los míos y todas mis terminaciones nerviosas se activan.-

Declan corre el asiento a su derecha para que me siente a su lado, Toma su lugar en la punta de la mesa y Peter también, a su izquierda... Frente a mí. ¿Por qué me mira así? La intensidad de su mirada me envuelve por completo y desvió mi rostro hacia mi padre que les está dando la bienvenida a los delincuentes que lo escuchan con atención. Me pierdo por unos instantes en mis pensamientos.

Primero, quería arrancarle los ojos a la Barbie siliconada solo por hacerle ojitos a Peter y decir descaradamente que es su novia alterándome todos los nervios y despertando mis instintos asesinos que... no sabía que tenía. Eso, es lo que más me tiene desconcertada, yo no soy así... de violenta. Aunque, Peter haya aclarado que no es verdad que tiene una relación con la rubia, los ácidos de mi estómago están más vivos que nunca. ¿Será que Declan tiene razón y estoy haciendo oposición a lo obvio?

Segundo, la voz molesta de la chica me incentiva a querer amordazarla por lo que resta de la cena. Todos los hombres presentes la miran con respeto por ser la nieta de Edward, pero noto que no le simpatiza a nadie. Cada que puede se inclina hacia adelante y busca la mirada de Peter, quien la ignora sin disimular el disgusto.

Sacudo mi cabeza, guardo todos esos sentimientos tóxicos y negativos en una caja y le pongo llave. Mi padre habla sobre los progresos que han tenido cada uno de los territorios y les exige a todos que no bajen la guardia con los italianos que quieren apropiarse de parte de los territorios en américa.

No digo nada porque no sabría qué decir, solo estoy de observadora discreta. Presto atención a las conversaciones entre mi padre y sus aliados, pero me distraigo mucho — Aunque sin querer hacerlo. — buscando la mirada de Peter, que siempre la encuentro, ya que no me quita los ojos de encima. Poco a poco voy tomando notas mentales y de cómo se manejan los negocios de la familia, descubrí quienes son los peces gordos y quien se lleva mal con quien. Tal y como dijo Peter, aunque todos pertenezcan al mismo clan, todos tienen intereses diferentes y esos intereses, son tener más poder que el otro.

La cena llegó a su fin-Gracias a todos los dioses.- y puedo decir que he aprendido bastante. Declan agradece la presencia de todos y los despide. Tres de los hombres que aún no se marchan esperan en el recibidor a mi padre y aguardan discretamente a que los demás invitados se vayan. Los últimos en irse, la Barbie y el pobre anciano que apenas puede caminar.

—Cariño, puedes subir a descansar. Nosotros tenemos que resolver un asunto y nos demoraremos un poco más.

Asiento, Peter camina hacia mí y me ofrece su brazo para acompañarme a mi habitación como siempre. Me despido de los tres socios de mi padre y uno de ellos, toma mi mano y deja un beso en el dorso, más largo de convenientemente necesario y después me sonríe.

—Nos veremos mañana, bella Roisin. Me quedare unas semanas aquí y me encantaría conocerte.

Mi padre sonríe, Peter aniquila al chico con la mirada y busca respuestas nuevamente en los ojos de mi padre -que al parecer no obtiene.- y yo me quedo muda sin saber cómo responder. El chico espera a que le responda algo, sin embargo no me sale una maldita palabra. Le sonrió y asiento.

Peter tensa los músculos de su brazo del que estoy aferrada y me retiro junto a él. Los tres hombres se marchan a la despacho de mi padre y yo subo escalón por escalón, con cuidado, ya que estoy cansada y no confió del todo en mis pies. Peter al parecer no

—Peter, si estas apurado por ir a la reunión del despacho, puedes hacerlo. Subiré sola, no tienes que acompañarme a mi habitación.

Niega con la cabeza y se detiene un segundo. Faltan dos pisos más y doy un grito ahogado por la sorpresa. Me carga en brazos y sube las escaleras rápidamente, me aferro a su cuello por puro instinto y lo miro con una ceja en alto.

—¿Puedo saber qué demonios te pasa? Te dije que si estabas apurado pedias bajar y yo subiría sola.

No dice nada y me baja en la puerta de mi habitación unos minutos después. Se cruza de brazos y sigue con esa estúpida pose de perro guardián.

—No fui invitado. — Dice con los ojos oscurecidos, al parecer eso lo ha molestado. ¿Pero, por qué?

—¿Y estas molesto porque no fuiste invitado o porque la muñeca Barbie me dejo claras sus intenciones contigo? Es muy evidente la cercanía entre ustedes dos. ¿Fueron algo alguna vez?

Sus facciones se endurecen, noto la presión de su mandíbula y sus ojos, ahora expresivos me hacen pensar miles de teorías. No responde a mis preguntas y eso... me enfurece.

Me giro y abro la puerta dejándolo afuera sin cerrar del todo.

—Estoy molesto porque conozco las costumbres de la mafia y si no fui invitado, es porque yo no soy parte de tu familia, no realmente. Me enfurece que Declan haya aceptado la reunión con los Russo, pero más me enfurece que William se quede aquí dos semanas para hacer de abejorro.

Me cruzo de brazos y frunzo el ceño sin entender una mierda de lo que me dice. El ingresa y cierra la puerta con poca delicadeza.

—Como bien sabes, soy nueva en este mundo horrible en el que te mueves. Asique hazme el puto favor de ser claro con lo que dices porque no entiendo una mierda. ¿De qué costumbres hablas? Además, paste olímpicamente de lo que te pregunte.

Se ríe, y la verdad... no tengo ganas de seguir con esta estupidez. Me quiero acostar y dormir hasta que me despierten las náuseas. Me siento en la cama y me saco los zapatos bajo su atenta mirada.

—Ya lo sabrás en una hora, tal vez dos. Y no pienso moverme de aquí hasta que no venga Declan a decirte lo que ya se.

Sigue sin responder lo que realmente me interesa saber, me pongo de pie y me encierro en el vestidor. Dos minutos después salgo con mi ropa de cama, pijama de pantalón largo y camiseta de mangas cortas que tomé prestado –Sin permiso.- del guardarropa de mi padre.