Federico Belmonte, hijo menor de Brandon y Marisol; ha vivido solamente para trabajar y ser el tío soltero que malcría a los niños.
Sin embargo, todo eso cambia cuando accidentalmente lastima a una linda mujer de ojitos tristes, logrando por primera vez, despertar su interés en alguien y decide indagar en su vida; aunque no sabe si es por curiosidad o algo más profundo.
Ella, pocos minutos atrás, fue informada de una noticia que cambiará su vida para siempre y se siente muy mal para afrontarlo frente a su familia.
¿Qué será lo que la ha dejado así?
¿Será que el accidente fue orquestado por el destino para brindarles una oportunidad?
¿El médico más prestigioso de España podrá curar ese afligido corazón, o Alma levantará un muro que los separe, cerrándose a esa posibilidad?
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Theo, próximamente, Belmonte
Le encantaría callarle la boca con un beso y hacer que su respiración se altere por las sensaciones que puede provocarle en la cama. Pero por ahora debe guardarse todo eso, ya que ella tiene pareja y él, primero, debe conocer a su hijo.
—Quiero la copia que hay ahí— pide la golpeada y Amadeo se la da sin problemas.
—¿Dónde está el niño?— cuestiona él, ignorando a su hermosa secretaria, ya que su intensidad bajo el problema, lo hace querer accionar diferente.
—Afuera, en el auto con mi prometido— contesta tranquila.
—Te acompaño— Amadeo le señala la puerta para que salgan antes de que su secretaria vuelva a explotar— ¿O quieres qué lo haga mi esposa?— se aprovecha de la situación, mientras mira de reojo a la mencionada, dejando a Olga un poco sorprendida, pero se reincorpora para actuar su papel.
—Sí, yo iré— acepta ella.
—No, no. Es tema de padres— ataca la atrevida, aunque muere de miedo al comprobar lo agresiva que es la señora Belmonte.
—Y de madrastra— se incluye haciendo sonreír a su jefe.
—Buen día—sorprende enérgico el hermano de Olga, interrumpiendo y sintiendo de inmediato, la tensión que hay.
—Amadeo, vamos afuera— pide la madre de Theo y voltea para irse con el mencionado detrás, mientras los hermanos quedan solos.
—¿Qué pasa?— cuestiona curioso al ver a Olga así y su amigo yéndose con una plástica. Cuerpo que no es gusto de Amadeo, según sabe.
La secretaria suspira y le hace un resumen de todo, no sólo el reciente descubrimiento, sino que golpeó a la mujer, la relación que fingieron y lo que seguramente, pasará en los próximos días.
—Tiene que aprender a ser padre— ríe él— Al menos no debe cambiar pañales, aunque no dudo que en algunos años lo haga. — bromea.
—¿Qué quieres decir?— pregunta ella—¿Dices qué aparecerán más mujeres con hijos?— agrega con temor de la respuesta.
—No— niega—Digo que él se enamoró y conquistará a esa mujer para ser una familia feliz— le sonrío pícaro y continúo— ¿Y tú idiota?
—No sé, seguirá con su amiga— responde sin importancia, solamente pensando en que su jefe se enamoró y hace minutos atrás pudo sentir su duro cuerpo, haciéndole sentir muchas sensaciones que incrementaron su furia por no poder controlarse.
"¡Ah, pero eso no importaba porque nos derretimos junto a él, a sus palabras o su sonrisa!" le recuerda su subconsciente.
—¿Todavía con ella?— su hermano le habla, sacándola de su pensamiento antes de regañarse a sí misma —¿Y no te preocupa? —entrecierra los ojos al verla tranquila.
—No. Voy a terminar con él —confiesa dejando a su hermano feliz.
—Lo mejor que puedes hacer— festeja aplaudiendo.
Olga asiente y mira hacia la puerta queriendo acompañar a su jefe...
Amadeo se encuentra de brazos cruzados, viendo frente a él un adolescente, muy parecido a cuando tenía esa edad.
La plástica le sonríe al chico y le da un beso candente a su prometido, el cual saca varias maletas del auto, claras pertenencias del niño.
—Theo, él es tu verdadero padre— confiesa dejando al niño en shock porque se crío con una figura paterna totalmente diferente y sumado a eso, engañado.
—¿Qué dices?— cuestiona serio.
—Lo que escuchaste— le responde— Ya sabes que mi futuro esposo no quiere hijos ajenos así que te dejo con Amadeo para que sean felices junto a su esposa, la cual estaba muy feliz de recibirte— dice sarcástica.
—No le hagas caso a tu madre— agrega el veterinario para suavizar las cosas.
—Lo criará como marīca— se burla el prometido de dicha mujer.
—¡No te metas!— advierte Amadeo—¡Ya firmé así que los quiero lejos de Theo!
—Como sea— responde ella volteando los ojos— Que seas feliz niño. Yo intenté hacer lo mejor por ti y esta es mi última oportunidad. Sé que lograrás lo que te propones y tendrás grandes éxitos con la familia de tu padre— suspira— Perdón por no ser la mejor madre, pero... Es lo que elegí —finaliza señalando a su prometido.
—No hay problema. Entiendo— responde el chico firmemente— Gracias por tu esfuerzo estos años— asiente en su dirección y ella sube al auto con el hombre que decidió vivir su futuro, para irse lejos.
Él no llorará frente a su madre biológica, ni delante del desconocido que es, supuestamente, su verdadero padre.
—¿Estás bien?— cuestiona Amadeo sin entender las palabras de esa mujer, mientras coloca una mano en el hombro del adolescente.
—Sí, vamos a conocer a tu esposa para que me odie— ríe con un dejo de tristeza.
—No estoy casado, pero conocerás a Olga, mi secretaria. Fue quién fingió— pasa su mano por el pelo y suspira.
—¿Te he arruinado la relación?— cuestiona Theo, al ver la acción nerviosa.
—Ni siquiera hemos empezado— avisa invitándolo a entrar y a respuesta solo consigue un asentimiento, por lo que el niño agarra la mochila y una maleta para tirar de ella, mientras le deja a su padre, las dos restantes.
El problema no será ni su amigo, ni su hermosa y posible futura mujer; la cuestión a considerar será su familia. Absolutamente, todos los Belmonte.
Decide dejar los pensamientos para otro momento y llegan hasta dónde están los hermanos, esperando en silencio.
—¡Chicos!— Amadeo llama su atención —Él es Theo, mi hijo. — Ambos rostros tienen una sonrisa amable y la impulsiva mujer no retiene las ganas de abrazar al chico, cosa que hace de inmediato, dejando feliz a su jefe.